Sigourney Weaver nos engañó: en realidad no se toma las cosas en serio
En su vida fílmica, Sigourney Weaver se ha enfrentado a fantasmas, extraterrestres y asesinos en serie, se ha enamorado de personajes interpretados por actores como Harrison Ford y Mel Gibson, y ha estudiado los movimientos clandestinos de los gorilas en la niebla y de los “swingers” de los suburbios de Connecticut. Pero antes de que la reconocieras por cualquiera de esas hazañas, una escandalosa actuación en el escenario le dio una lección que ha abarcado sus cinco décadas de carrera.
“Fue muy bueno para mí interpretar a una niña con un erizo en la vagina durante unos meses”, comentó Weaver,
Era el año 1976 y la producción era “Titanic”, una obra externa al circuito Broadway del colaborador habitual de Weaver en el escenario, Christopher Durang (no su colaborador frecuente en el cine, James Cameron, quien haría su propio “Titanic”, muy diferente, dos décadas después). La farsa sexual de Durang le pedía que interpretara papeles que iban desde una viuda negra con escote pronunciado hasta una chica con coletas que escondía un erizo en su vagina. The New York Times, en una reseña divertida, describió a Weaver como “una belleza de chica de portada con un humor de rostro serio” y la principal atracción de la obra.
Pero, ¿de qué valen todos esos elogios cuando se comparan con un comentario fulminante? Una noche, después de que un maestro del Actors Studio fuera a ver “Titanic”, Weaver le preguntó su opinión sobre su actuación.
“Bueno”, resopló, “no realmente sentí que tuvieras un erizo en la vagina”.
Deshecha por la crítica, Weaver pasó el siguiente día pensando demasiado las cosas. Cada minuto que estuvo despierta lo dedicó a imaginar al erizo y a trazar los deseos de la pequeña criatura; para cuando estuvo en el escenario esa noche, arrojando su pierna sobre una mesa para alimentar al erizo con un poco de lechuga, Weaver podía jurar que sentía a un animal real moviéndose para reclamar su premio.
¿Y cómo fue recibido todo ese duro trabajo? “No hubo ni una sola risa en el teatro”, dijo. “Fue un horror absoluto”.
Bueno, la actuación se ganó una risa, por lo menos, una risa lamentable y tardía de Weaver, cuando nos sentamos en la playa en el Festival de Cine de Venecia en agosto. “Creo que el Actors Studio y la comedia no son compatibles”, me dijo, riendo.
Actuar a veces puede ser una batalla entre el intelecto y el instinto, y en cualquier caso, Weaver, de 73 años, es formidable. Sus compañeros de reparto hablan de la forma en que marca sus guiones, anotando las motivaciones que hay detrás de cada línea, acción o accesorio levantado; en la pantalla, proyecta esa inteligencia con calma y frialdad, y puede pensar mejor que cualquier compañero de escena. Pero los instintos naturales de Weaver también han demostrado ser importantes, desde su primer papel protagonista como la ingeniosa Ellen Ripley en el clásico de ciencia ficción de 1979, “Alien, el octavo pasajero”.
“Ella se reduce al instinto y a la supervivencia, y pasa de ser una persona que conoce las reglas a alguien que solo depende del instinto”, aseguró Weaver. “Así que me empapé muy bien de eso de inmediato”.
Algunas cosas de Weaver son inmutables, como su altura (mide casi 1,80 metros) y su voz melosa, pero es creíble en comedias, dramas y películas de acción, y ha desarrollado una carrera inusualmente fluida que está en plena exhibición esta temporada. En septiembre, la habrán visto en la comedia independiente “The Good House”, en la que interpretaba a Hildy, una ingeniosa agente inmobiliaria que suele estar borracha; al mes siguiente, el público del Festival de Cine de Nueva York conoció a la Norma de Weaver, una mujer adinerada que tiene un romance con Joel Edgerton en el tenso drama dirigido por Paul Schrader “El maestro jardinero”.
En la actualidad, Weaver interpreta a Virginia, una activista por el derecho al aborto, en el drama de época “Todas somos Jane” (que se estrena este fin de semana), y en diciembre se reunirá con Cameron en “Avatar: El camino del agua”, a pesar de que su personaje murió en la primera película. Dado que las películas de “Avatar” se ruedan sobre todo mediante captura de movimiento, Cameron creó un papel completamente nuevo para Weaver, y es una maravilla: Interpreta a Kiri, una alienígena de 14 años y piel azul.
Es un papel que le recuerda a Weaver su propia adolescencia y el sinuoso camino que ha labrado desde entonces. Su nombre de pila es Susan Weaver, hija de un ejecutivo de televisión y una actriz en Manhattan; eligió el nombre de Sigourney de “El gran Gatsby” cuando era adolescente, un acto de reinvención deliberada en una vida que estaría llena de ese tipo de opciones. “Pero me he alejado mucho de la persona intelectual que era cuando comencé mi carrera”, me dijo en Venecia. “Soy puro instinto y he aprendido a confiar en esos instintos”.
A continuación, fragmentos editados de nuestra conversación.
P: ¿Se siente como una fase inusualmente prolífica de tu carrera?
R: Solo he filmado una película al año, pero todas están estrenándose al mismo tiempo como si hubiera tirado frijoles mágicos por la ventana y de repente nacieran todas esas plantas espectaculares. Pero estoy feliz porque siempre he tenido en secreto ese sueño de ser actriz en un teatro de repertorio. Cuando eso no sucedió, pensé: “No importa, puedo hacerlo yo misma. Haré de doncella un día y de reina otro, y seguiré saltando, de un género y de un tipo de papel a otro”. Por eso se trata de una hermosa expresión de mi primer sueño.
P: Cuando eliges un papel, ¿se ve influenciado por el último que interpretaste?
R: Nunca se trata del papel para mí, nunca. Se trata del guion; ni siquiera me importa quién sea el director. Me especialicé en literatura inglesa en la universidad; no puedo evitarlo: conozco la estructura (principio, medio, final) y sé que la historia tiene que ir más allá de las personas que se encuentran en ella. Si no pasa esas pruebas, no me importa lo bueno que seas, no es para mí. Lo siguiente es el director y su visión, y trabajar con alguien apasionado. No con alguien que dice: “Bueno, ya hay que acabar esto”.
P: ¿Has tenido esas experiencias?
R: Solo un poco. Y por eso decidí quedarme en Nueva York, después de ir a Los Ángeles en la década de 1970 y esperar a que me viera la gente del casting. Sentí que en Nueva York hablábamos mucho más sobre la nobleza de nuestra profesión, lo importante que era y también lo divertido. Y al estar rodeada de actores en ese momento en Los Ángeles, había una sensación real de que no era una profesión noble, que estabas allí para hacerte famoso o algo así. Todo me pareció demasiado confuso, así que volví.
P: Cuéntame sobre el papel de Virginia, la activista por el derecho al aborto en “Todas somos Jane”.
R: Virginia pareció salir de mí. Podría haber sido Virginia en otra vida; simplemente sentí su estilo larguirucho en mi cuerpo. Pero fue muy difícil conseguir financiar la película. Intentamos filmarla en otros estados, y ninguno nos quería, hasta que Connecticut finalmente nos dio un lugar para filmar.
P: ¿Recuerdas tu despertar político en tu juventud?
R: Cuando llegué a Sarah Lawrence, en mi primer año, un montón de chicas estaban quemando sus sostenes. Pensé: “Qué interesante”. Era un lugar muy emocionante y yo estaba en la universidad en un momento muy político. Casi todas las primaveras había manifestaciones pacíficas. Cada vez que hablaba de política, mi padre [Sylvester “Pat” Weaver, el creador de los programas “Today” y “Tonight”] decía: “¿Estás drogada?” Y yo respondía: “Todavía no. Dame tiempo”.
P: ¿Cómo eras a los 14 años, la edad que tiene el personaje que interpretas en “Avatar: El camino del agua”?
R: Fue un periodo de mi vida en el que mis padres viajaban mucho y me sentía un poco como un alma perdida. Yo era así de alta cuando tenía 12 años, y era muy tímida y cohibida, así que no fue hasta que cumplí 14 cuando comencé a encontrar mi equilibrio, elegí el nombre de Sigourney y mi vida comenzó de verdad. Recuerdo muy bien tener esa edad, y tener la oportunidad de volver a ese momento de una manera segura es un gran regalo, ¿no?
P: El papel se basa en la captura de movimiento. ¿Te reconoces en Kiri o el personaje se parece a otra persona?
R: Solo he visto un par de escenas, pero todo lo que espero es que sea veraz. Cuando hacía mi calentamiento, pude dejar 60 años y sentir a la niña de 14 años renacer en mí, y luego simplemente la solté.
P: ¿Se enamora?
R: No sé si puedo responder esa pregunta. Sé que ella solo quiere estar con Spider, un niño humano, todo el tiempo. Aunque ella mide poco más de dos metros de alto y él es humano, simplemente se complementan. De hecho, él se pinta de azul para parecerse a los demás, pero creo que a ella solo le importa la diversión de estar con él y estar en el bosque. Al principio son solo niños libres, y allí tienen una especie de vida de ensueño, aunque estén en guerra y escondidos.
P: Norma, el personaje que interpretas en “El maestro jardinero”, está en el otro extremo del espectro. Ella hace que cada situación sea muy tensa, incluso el modo que tiene de tomar una copa de vino como si fuera un arma cargada.
R: Ella es sin duda una de mis favoritas. Norma es un personaje muy complejo: vi que se referían a ella como alguien helada, pero creo que es un caldero.
P: Ella puede desenvolverse en la distancia, pero no es una persona desapegada.
R: Me alegro mucho de que veas eso porque creo que hay una tendencia a descartar a las mujeres mayores y, si son ricas, referirse a ellas como gélidas. Es uno de los mejores papeles que he tenido, pero siempre he evitado ese tipo de personaje.
P: Es un personaje divertido de ver, porque a menudo dice o hace algo muy inapropiado.
R: Es uno de los mejores papeles que he tenido porque es muy compleja y nunca tuvo la intención de ser una sola cosa. Solía haber tanto énfasis en interpretar a una mujer con simpatía, y solo lo hacen con las mujeres: nadie se preocupa de que el hombre sea empático. Además, debo decir que es genial interpretar a mujeres competentes que aún tienen vida sexual. Es algo que no solía suceder mucho en los viejos tiempos, así que me siento muy optimista por mí y por mis compañeros, porque, mientras hagan buenas historias, las mujeres mayores serán parte de ellas, pues son muy poderosas en la vida real.
P: ¿Cuándo te sientes más poderosa en tu propia vida?
R: Dios, no estoy segura de saber cómo responder eso. Poderosa. Bueno, la decisión de la Corte Suprema me hizo sentir muy poco poderosa, y creo que eso es lo que sienten muchas mujeres.
P: En una entrevista de 1994, dijiste: “Siempre me sentí un poco ilegítima. Siempre que hablaban de actrices serias, siempre sentía que tenía un pie en la tierra de Arnold Schwarzenegger, un pie en la tierra de Ivan Reitman y tal vez un dedo en la tierra de Meryl Streep y Glenn Close”.
R: Si eres mujer, quieren saber, ¿eres sensual? ¿Eres comediante? ¿Eres esto o eres aquello? No sabían qué hacer conmigo. Siempre eran los directores fuera de serie quienes se despertaban en medio de la noche y decían: “Ah, Sigourney Weaver, ella podría hacer esto”. Y entonces me llegaban esos proyectos de la nada.
Después de “Alien, el octavo pasajero”, me enviaron muchos guiones de personas serias y la mayor parte de lo que hice fue comedia en el escenario. Pensé: “Dios, ¿cuándo voy a volver a ese género?”. Ha sido frustrante porque es difícil encontrar una buena comedia, y también lo son las historias de amor: las amo, pero realmente no podrían imaginarme en una historia de amor. Si entraba en la sala, todos los productores se sentaban y, si había un protagonista, por lo general también se sentaba, porque querían a alguien diferente, alguien mucho más pequeña.
P: ¿Te sentiste encasillada por tu altura?
R: Si eres alta, la gente espera que seas más madura y, durante muchos años, yo no fui así. Creo que, debido a mi carrera, he engañado a la gente para que piense que soy una persona seria. Hay algunas cosas con las que demuestro mucha seriedad pero, en general, no me tomo las cosas en serio. Creo que por eso me encanta trabajar con Jim Cameron: si es una aventura, déjame hacerla. Pero esto es algo con lo que cualquier actor tiene que lidiar. Cada vez que una película tiene éxito, recibes diez ofertas más igual a esa: después de “La tormenta de hielo” [1997], recibí muchas damas malas y frías. Creo que el único recurso es encontrar cosas que te sorprendan a ti mismo y sorprenderás a tu audiencia.
P: ¿Cuál es un buen ejemplo de eso?
R: No querían considerarme para “Héroes fuera de órbita” [1999], pero pensé: “Esta es mi oportunidad de mostrar mi propia inseguridad cuando salga a Los Ángeles”, porque no importa quién fueras, [Hollywood] podría hacerte sentir tan vulnerable como se siente [su personaje] Tawny. Fue una de las razones por las que la convertí en una mujer sensual: las mujeres sensuales deberían tener todos los amigos del mundo, pero no estoy seguro de que se sientan seguras al respecto porque piensan que es solo superficial, cuando no es así.
P: Entonces, ahora que plantaste esos frijoles mágicos y, por pura suerte, todos han florecido al mismo tiempo, ¿qué haces con ese jardín que tienes fuera de tu ventana?
R: ¡No quiero cosecharlo! Quizá nadie disfrute tanto como yo de esas cuatro películas. Al imaginarme a Norma, Hildy, Virginia y Kiri juntas, siento que me gané la lotería.
P: Me encantaría ver a todos esos personajes en una sola habitación. ¿Quiénes se llevarían bien?
R: No sé qué pensaría Kiri al estar en una habitación con esas personas. Estoy segura de que Norma le parecería aterradora. Supongo que dependería de qué tipo de vino llevara Hildy a la reunión.
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