Si eres feminista ¿cómo te pueden gustar Bad Bunny y el reggaetón?

Si eres feminista ¿cómo te pueden gustar Bad Bunny y el reggaetón? | Foto Archivo: Coca-Cola Flow Fest 2021 en el Autódromo Hermanos Rodríguez. November 27, 2021, Ciudad de México. (Crédito Medios y Media/Getty Images)
Si eres feminista ¿cómo te pueden gustar Bad Bunny y el reggaetón? | Foto Archivo: Coca-Cola Flow Fest 2021 en el Autódromo Hermanos Rodríguez. November 27, 2021, Ciudad de México. (Crédito Medios y Media/Getty Images)

¿Qué tienen en común el jazz, el rock and roll, el punk y el reggaetón? Que cada género en su momento fue catalogado como "la música del diablo". Y que todos contienen letras misóginas también. El blues tiene infinidad de canciones que hablan sobre feminicidios y violaciones. El metal, ni se diga.

Me he dado cuenta que a muchos hombres y personas les explota la cabeza cuando ven a una feminista perrear o cantar reggaetón, como cuando ven a una mujer embarazada que apoya la interrupción legal del embarazo. Una pregunta que frecuentemente me encuentro: “¿Cómo te puede gustar o cómo puedes perrear si te asumes como feminista?” O “¿Cómo puedes cantar reggaetón y a la vez protestar contra la violencia hacia las mujeres?”

Vamos por partes porque no siempre fui feminista y no siempre me gustó el reggaetón -y no siempre voy explicando mis gustos. Entiendo, en los gustos se rompen géneros y esta no es una columna de evangelización por el reggaetón, pero sí respuestas personales a esas preguntas que surgieron en medio de la compra de boletos para el concierto de Bad Bunny. 

¿Acaso aquellos que critican y analizan al cansancio las letras machistas o sexuadas del reggaetón, analizan así los comportamientos de sus amigos o de funcionarios machistas? Además es una perspectiva sumamente paternalista y condescendiente, el: “Oye mira, te voy a salvar de escuchar esta música que te violenta, mejor escucha esta otra trova que habla sobre el amor romántico eterno y cómo solo debes ser mía”.

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También raya en la victimización del tipo “si no quieres que te acosen o que te agredan, ¿para qué te vistes así?” símil a “dices que no a la violencia de género, pero bailas esta canción que habla sobre ponerte en cuatro” y ahí el rollo eterno en la historia es que a las mujeres nos quieren inmovilizar. Y la diferencia también siempre va a ser un concepto que todavía no queda claro: el con-sen-ti-mien-to. Como dice Ivy Queen:

“Si en la discoteca nos vamos a alborotar

Si los dos solitos nos vamos a acariciar

Es porque yo quiero y no me puedes aguantar

No te creas que me voy a acostar”.

A mí realmente me da risa porque pienso que estas personas que cuestionan nuestros gustos como mujeres deben pensar que estamos en la pista del baile batallando internamente con la teoría feminista y la letra de "Candy" de Plan B.

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Desde la popularización del reggaetón en los canales de streaming (hablamos por ahí de 2004 cuando salió “Gasolina” de Daddy Yankee en México) comenzó lo que muchas veces las personas creían que era “crítica musical”, pero era en realidad un disfraz para ser clasistas y racistas y hoy se le suma una supuesta bandera del feminismo.

Lo sé porque también estuve ahí cuando en la secundaria yo decía preferir la música punk como una declaración pública, pero en realidad sí me gustaba el reggaetón. Como dice Niurka, “no te hagas la Europea”. Luego, lo fui admitiendo como un “gusto culpable” que solo delegaba a “música para bailar en fiestas” y luego resultó que me gusta escuchar el reggaetón más tiempo que solo en las noches de fiesta. Ahora sí que como dice Bad Bunny: “no te hagas la santa, el perreo te encanta”.

Es cierto cuando dicen que el reggaetón es de barrio, de ahí nació, de ahí viene y desestimar al género únicamente por eso, lamento informarles, es clasista.

Pero, si he de dar una explicación sencilla y realista de por qué me gusta el reggaetón (como me gusta el punk, el jazz, la salsa, la cumbia, el pop, el grunge o el post punk) es: que la disfruto y me pone feliz y yo no sé ustedes, pero en pandemia fue algo que aprecié mucho. Hasta la fecha, escuchar reggaetón me sube el ánimo y me dan ganas de bailar inmediatamente y como dijo una muy buena amiga al respecto, Rosy Pérez en su podcast de Irreverentas, "¿Qué cosa más feminista puede haber que hacer con mi cuerpo lo que me dé la gana?".

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No odias el reggaetón ni te cuestionas realmente cómo compaginamos las mujeres el perreo con el feminismo (como si se extrapolaran), simplemente odias lo que representa para el resto: ser del barrio, que las mujeres expresen su sexualidad con bailes que las ideas victorianas reprobarían, como reprobaron bailar la música de Ray Charles en su momento (cuyas canciones también tenían letras machistas, por cierto).

No odias el machismo del reggaetón, porque quizás ya hubieras empezado por cuestionar la normalización y representación de las violencias que ejercen los hombres contra las protagonistas de canciones que interpretaban jazzistas como Nina Simone, Ella Fitzgerald o hasta Amy Winehouse.

Un interesante cambio que hice, sin embargo, una vez que acepté abiertamente mi gusto por el reggaetón cuando asistí por invitación al concierto de J Balvin, fue escuchar a más mujeres reggaetoneras.

Ivy Queen performs at the 8th annual Latin Grammy Awards in Las Vegas, November 8, 2007.     REUTERS/Mike Blake (UNITED STATES)
La cantante Ivy Queen se presenta en los premios Grammy Latinos en 2007. Foto: Mike Blake/Reuters.

Y así como hashtag no todo el metal, no todo el rock, no toda la música banda ni ranchera, no todo el reggaetón habla de sexo, drogas, violencia y bailes prohibidos ni está visto desde la perspectiva masculina, esa que le preocupa a los hombres azotados porque el reggaetón es “machista”. (Aunque no entiendo el problema en una sociedad que literalmente vende sexo y violencia todo el tiempo en todas las manifestaciones culturales del mainstream). Y ahí descubrí a Tomasa del Real, Ivy Queen, Karol G, Rosa Pistola, La Zowi, MS Nina, Lorna, Bea Pelea o Muéveloreina que también hablan algunas desde la protesta y que lugares en donde suena su música se convirtió en un refugio para muchxs.

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Todes en Internet nos reímos y nos burlamos de ese tuit que enaltecía la trova por sobre el reggaetón sin recordar quizás que uno de sus exponentes más famosos, Fernando Delgadillo, habla de violar a una mujer en la canción “Hoy ten miedo de mí” porque “no le hacía caso”.

En fin, que si así nos ponemos a fiscalizar los gustos de cada quien y a cancelar canciones de géneros y de otras épocas, nunca terminaríamos o escucharíamos puras canciones de Barney.

Hacer crítica de lo que consumimos nunca estuvo de más sin rayar en la censura o la llamada “cancelación” que no existe. Pero dejemos al lado el temor a ser vistos como las asociaciones de familias cristianas en 1920 que condenaban el blues y el rag o a quienes bailaran esas piezas hoy consideradas arte y música de alcurnia, quizá también deberíamos intentar abrirnos a los nuevos géneros que la presente década tiene para todes, de todos gustos y de todos sabores.

Más aún, quizás podríamos empezar a detectar y cuestionar los machismos que presenciamos a diario y al sistema en el que vivimos que permite esas violencias, que ya existían desde antes que el reggaeton o que el mismo Benito Ocasio, Bad Bunny. Benito, ese que por cierto se unió a las protestas políticas de Puerto Rico (de donde es) en 2019 junto a otros reggaetoneros como Wisin y Daddy Yankee contra las declaraciones machistas que hizo el ex presidente, Ricardo Roselló.

Si algo he descubierto en hacerme la punk durante años y fingir que no me gustaba perrear, es que es muy difícil aparentar que te gusta (o no te gusta) un género musical. Uno se pierde de puros momentos, pero eso ya queda en cada quien. Finalmente, sigo siendo coherente porque como dijo una de las pocas DJ de reggaetón en América Latina DJ Rosa Pistola: "El verdadero punk de Latinoamérica es el reggaetón".

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