Sheinbaum: ¿Una candidata por la paridad o solo una estrategia oportunista?

Claudia Sheinbaum en plena carrera para ser la representante a la presidencia por Morena. (Photo by CLAUDIO CRUZ/AFP via Getty Images).
Claudia Sheinbaum en plena carrera para ser la representante a la presidencia por Morena. (Photo by CLAUDIO CRUZ/AFP via Getty Images).

“México ya no se escribe con M de Machismo, ahora es México con M de Madre, M de Mujer”, fue un mensaje en redes que compartió Claudia Sheinbaum, aspirante a candidata presidencial de México.

Intentar sobresalir por ser mujer candidata parecía una buena estrategia en 2012, cuando Josefina Vázquez Mota del Partido Acción Nacional (PAN) figuraba como la única mujer entre cuatro candidatos. Nadie puede decir que no se le tomó a Vázquez Mota en cuenta por el simple hecho de ser mujer y coexiste con el dato que en la historia a las mujeres se les ha denegado esta posición simplemente por serlo.

Sin embargo, puede que este argumento finalmente expire ya que hacia 2024 otra mujer llegó a enturbiar esa estrategia casi infalible de Claudia: Xóchitl Gálvez, quien deja un poco de lado el alarde de su género, pero no del todo, mas simplemente no es la bandera con la que se erige.

Que Claudia Sheinbaum además enaltezca consignas como “es tiempo de mujeres”o “Ya no se escribe con M de Machismo” me parece un tanto hipócrita e, irónicamente, incluso machista.

Lo digo porque en México decir que ahora es el “tiempo de mujeres”, como repite la propaganda de Sheinbaum, es dejar de lado e invisibilizar -exactamente contra lo que abogan muchas feministas- a las mujeres que le han abierto incluso camino a ella y a otras mujeres en la historia.

La tradición feminista

“Revolución cumple tu promesa, emancipa a la mujer”, dice un letrero que sostiene una mujer en una foto de 1921 que porta un corte bob de cabello al estilo de la época, viste un sombrero y prendas negras, así como unos zapatos de estilo brujil. Se trata de Margarita Robles de Mendoza, una sufragista mexicana antes de 1940 retratada por Víctor Casasola.

Una anotación por parte del INAH a la foto dice: “Margarita Robles de Mendoza, perteneció a la Liga Panamericana, presidiendo la Unión de Mujeres Americanas (UMA) (1923). Las militantes orientaron su trabajo hacia la problemática de las mujeres y la obtención de derechos políticos, entre ellos votar y ser votadas”.

Es una foto que tengo frente a mi escritorio desde hace unos tres años, coincidente con el movimiento en México de Me Too. Cuando también fue tiempo de mujeres que se hicieron escuchar contra el acoso laboral y agresiones sexuales mediante un fuerte movimiento.

También pienso en Hermila Galindo, de las primeras sufragistas en México, que pedía el voto a la mujer y fue la primera candidata a diputada federal pese a que estaba prohibido, todo esto antes de 1920.

Por supuesto no puedo dejar detrás a Leona Vicario, a quien constantemente se le refiere como "Madre" de la Patria -así como cuando Claudia dice "México con M de Madre", pero que hizo mucho más y que aún cuando creerías que participar en una Independencia significaba incluir la igualdad entre mujeres, tuvo que defender su lugar para unirse al movimiento y no fue fácil.

Finalmente, habrá que nombrar a las mujeres, que con su trabajo invisibilizado y sin reconocimiento en el hogar, en el cuidado de familias, en el aprendizaje y traslado de tradiciones han estado presentes en la vida nacional. Mujeres históricas cuyo trabajo minimizado fue esencial para el desarrollo de aquellos hombres que son hoy los personajes ilustres y que sin ellas jamás habrían encontrado tiempo para formarse políticamente, no tengo duda.

Feminismo que no representa

Fui residente de la Ciudad de México durante los años de administración de Claudia. Ella renuncia antes de tiempo, de esta forma empieza su campaña política acompañada fuertemente por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Estuve en varias de las protestas feministas que se vivieron en el tiempo que Claudia gobernó. En estas protestas fui testigo de cómo acorraló, reprimió, mandó granaderos y granaderas a numerosas jóvenes manifestantes. Los elementos policiacos hicieron uso de gases tóxicos contra manifestantes, pero eventualmente presumió de armar con algunas activistas varios grupos de trabajo en los que dijo, escucharía sus peticiones, pero que ignoró.

Vi cómo Claudia intentó desmentir las denuncias públicas de intentos de secuestro a mujeres en el Sistema de Transporte Colectivo Metro que resultaron ser ciertas. La Fiscalía de la Ciudad de México filtró información sensible de casos de feminicidios a medios, por lo cual se tuvo que crear la Ley Ingrid, después del feminicidio de Ingrid Escamilla cuya noticia te hacía revolver el estómago. La Ley Ingrid ha sido insuficiente para detener la filtración de información relevante por parte de la policía capitalina a medios.

Encima Sheinbaum alude, como bien sabe hacer Obrador con el nombre de su partido y el sobrenombre de Morena a la Virgen de Guadalupe en un país de guadalupanos, con el “M” de “Madre” porque sabe perfectamente el rol emocional que juega esta figura -desde la Virgen también- entre la población.

Por otro lado, me asusta la cercanía de Claudia con López Obrador que por ser del mismo partido parecería tan solo natural. Pero no. Claudia lo lleva a un extremo. En varias entrevistas, pero sobre todo en una que le hace la periodista Gabriela Warketin a Sheinbaum, menciona y cita por lo menos unas 5, hasta 10 veces a AMLO. Es como si Claudia estuviera en campaña, pero por AMLO y no por sí misma.

En sus entrevistas, Sheinbaum, menciona y cita por lo menos unas 5, hasta 10 veces a AMLO. (AP Photo/Marco Ugarte, File).
En sus entrevistas, Sheinbaum, menciona y cita por lo menos unas 5, hasta 10 veces a AMLO. (AP Photo/Marco Ugarte, File).

Violencia política de género

Se considera violencia política contra las mujeres en razón de género cuando toda acción u omisión basada en elementos de género se ejerce en la esfera pública o privada que tenga por objeto limitar, anular o menoscabar el ejercicio de los derechos políticos y electorales de una o varias mujeres. Algunas de estas acciones consideradas son el difamar, calumniar, injuriar o realizar cualquier expresión que denigre o descalifique a las mujeres en ejercicio de sus funciones públicas con base en estereotipos de género con el objetivo de menoscabar su imagen pública.

Desde 2020 que se publicó la Reforma Legal en Materia de Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género, el INE ha recibido 261 quejas o vistas en el tema y en 2023 anunció que la violencia digital es una de las formas que más viven las mujeres en el ámbito electoral y político con 82 quejas.

Del total de 261, 32 fueron por obstaculizar el ejercicio de las funciones, 22 por ataques en medios de comunicación, 20 por denostación y descalificación de imagen, 11 por amenazas e intimidación, 16 por discriminación, 5 por agresión, violencia física y sexual y 4 fueron por agresión física.

Ser víctima de violencia política de género está relacionado con ser mujer, pero no todas las críticas, no todos los señalamientos son violencia de género solo porque las candidatas sean mujeres.

Se vienen los tiempos de campaña electoral y ya se han asomado varios intentos de invalidar buenos debates con la premisa que se trata de casos de violencia política de género. Que en efecto, al ver las estadísticas, es bastante real, sin embargo más vamos a pasar tiempo identificando las violencias correctamente que lo que dure nuestra indignación a la que aludan.

Ojalá existiera la verdadera paridad -esa por la que todos los candidatos hombres o mujeres dicen que van a trabajar y que no parece- para que la contienda nos supiera más justa, pero no. Le tocará al INE acatar o desechar las denuncias que reciba por violencia política de género, a nosotres nos tocará poder identificarla a tiempo y que sea nuestra brújula, pero por el bien de esa paridad deseable, no podemos hablar que los ataques que reciban por ser políticos y ya, va a ser también por ser mujeres.

Tampoco nos dejemos llevar por esas propagandas de cómo por ser mujer van a ver más por las mujeres. Porque la oportunidad ya la tuvieron tanto Claudia como AMLO y cada candidato o candidata que se sume en sus otroras vidas políticas.

Por más que sueñe con una presidenta mujer para México por lo que podría significar simbólicamente en términos de igualdad de género, me queda claro que eso no ha sido suficiente. Quizás como AMLO, la meta solo es llegar a que le llamen presidenta, pero no es suficiente.

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