AMLO se equivoca al hacer víctima a Xóchitl Gálvez la hace poderosa

El presidente, Andrés Manuel López Obrador. (Photo by Alex Dalton/ Eyepix Group). (Photo credit should read Alex Dalton / Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images).
El presidente, Andrés Manuel López Obrador. (Photo by Alex Dalton/ Eyepix Group). (Photo credit should read Alex Dalton / Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images).

Al principio fueron quince los aspirantes a coordinar el Frente Amplio por México. Renunciaron ocho y quedan siete que desean competir en el proceso que al final solo elegirá a uno, que será quien “coordine” los trabajos de los partidos PAN, PRI, PRD y diversas organizaciones ciudadanas, en la preparación logística, discursiva y de concertación de diferentes intereses, políticos, económicos, sociales y culturales, rumbo a la presidencia de la república, con el objetivo de sacar a Morena del poder, lo que significa expulsar a López Obrador y su 4T de Palacio Nacional.

Algunos de los que renunciaron a ser el coordinador y posteriormente candidato a la presidencia, argumentaron no estar de acuerdo con el método que diseñaron partidos y organizaciones sociales para llevar a cabo la eliminación de los aspirantes, otros dijeron que tenían que cumplir compromisos previos y los demás reconocieron que no estaban en condiciones de cumplir con los requisitos de la competencia.

La actividad del Frente Amplio Por México y la instrumentación del método que les aportará un “coordinador-precandidato” afectó de inmediato las prioridades informativas y noticiosas de los medios, que durante cinco años atendieron al discurso presidencial y en los pasados 18 meses la disputa por el poder al interior de Morena.

Fiel a su práctica López Obrador, desde la mañanera, salió a desacreditar el método de selección del Frente Amplio por México, aseguró que su designación sería por “dedazo” y que la candidata sería la senadora Xóchitl Gálvez y lo demás era simulación. Afirmó tener información de que Claudio X. González había consultado a los que dan dinero para las campañas y así lo habían decidido.

Xóchitl Gálvez. (Photo credit should read Carlos Santiago / Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images).
Xóchitl Gálvez. (Photo credit should read Carlos Santiago / Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images).

“Están inflando a la señora Xóchitl y es querer engañar. Ellos suponen que, si nació en un pueblo, va a tener el apoyo del pueblo, pero en realidad es parte de ellos, no del pueblo; ella forma parte de los conservadores.” (El Financiero, 3 de julio de 2023).

El discurso público del presidente está dirigido a múltiples receptores y por ello debe ser preciso en la aplicación de las palabras que utiliza. Aunque la intención de López Obrador fue desacreditar el método del Frente Amplio, su propósito falló cuando mencionó a Xóchitl Gálvez, porque muchos en México estaban esperando el nombre del adversario de alguna de sus “corcholatas”. Su mención fue el equivalente a un “destape”. A partir de ese momento la senadora se convirtió en la opositora que podría encarar con éxito al “defensor” de la 4T.

Una vez más se cumplió el refrán: “Quién mucho habla, mucho se equivoca” y en este caso López Obrador, que por cinco años ha contado con la atención de los medios y las redes sociales, la desplazo hacia Xóchitl Gálvez, que empezó a crecer, y en consecuencia la arrebató a sus corcholatas que pasean por el país alabando al señor de Palacio.

El presidente insiste en denostar a diario a la senadora, asociándola en su discurso a sus propios “demonios”. Dice que es cercana a Salinas, Fox, Calderón, Diego Fernández y Claudio X. González. Hoy en su mañanera dijo: “Imagínense, si no logran inflar el globo, si no logran que emprenda el vuelo la señora Xóchitl, ¿qué van a hacer?, se van a poner más rudos”. (El Universal, 6 de julio de 2023).

Los ataques de López Obrador y los que algunas de sus corcholatas repiten en contra de la senadora Gálvez, en lugar de destruirla la afirman en su convicción de buscar ser la “coordinadora” del Frente Amplio por México y lo que todos sabemos, la candidata de la oposición a la presidencia de la república.

Las palabras insistentes, la soberbia y el egocentrismo de López Obrador construyen la candidatura de Xóchitl Gálvez. El presidente tiene la creencia de que su verbo es la ley, no sabe de prudencia. No obedece al silencio. Habla y habla y levanta un muro que debe saltar alguno de sus elegidos. Por muchos años ha dicho que es el genuino representante del pueblo y ahora alguien que realmente viene del pueblo y con fuerza propia superó obstáculos hasta llegar al éxito, cuestiona su falsa propiedad popular y lo encara para disputar el poder que él desea para sí y los suyos.

Antes Xóchitl Gálvez quería ser la siguiente jefa de gobierno de la CDMX. Lo cambió por la presidencia de la república y tiene un colaborador y propagandista “experto” que le regaló el papel de víctima en la escena de la disputa por el poder. El villano está en Palacio, la víctima en la calle.

Cuando diseño la sucesión presidencial a modo para su interés de permanencia, López Obrador olvidó que no todo el escenario le pertenece, que los demás lo observan, que sus deseos no son de todos, que sus adversarios también son poderosos y que el público que asiste al teatro se identifica más con la víctima.

La renuncia de los aspirantes a coordinar el Frente Amplio por México desde Palacio se interpreta como el fracaso de su método. Desde otra visión significa que se va despejando el camino para que Xóchitl Gálvez conquiste la candidatura de la oposición a la presidencia de la república. Que López Obrador siga hablando, mientras ella pedalea.

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