Semanas de protestas han paralizado Bolivia. Esta es la razón
La rivalidad entre el actual presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales ha ocasionado bloqueos que han afectado la circulación de productos de primera necesidad en el país.
Las manifestaciones han sacudido Bolivia durante más de dos meses. Ha estallado una antigua rivalidad política, y los partidarios del presidente y de su principal oponente se han enfrentado en las calles. Las protestas han bloqueado la circulación de mercancías, agravando la escasez de combustible. Algunos bolivianos han hecho fila durante días para comprar gasolina.
La agitación forma parte de un nivel amplio de malestar en toda la región andina de Latinoamérica. Ecuador, Perú y Colombia —vecinos de Bolivia por el oeste y el norte— se enfrentan a importantes niveles de agitación política, que provocan una intensa ira entre sus poblaciones.
Detrás del descontento en Bolivia hay una ruptura en el seno del Movimiento al Socialismo, o MAS, un partido político de izquierda que ha dominado el panorama político del país durante dos décadas.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, y su antiguo mentor, el expresidente Evo Morales, se disputan el liderazgo del partido, y cada uno insiste que será el candidato del partido en las elecciones presidenciales del próximo año.
Las turbulencias reflejan un pronunciado declive de la influencia tanto del partido de izquierda como de Morales, primer presidente indígena de Bolivia y figura monumental del país. Ocupó el cargo durante 14 años, más tiempo que ningún otro dirigente.
El máximo tribunal de Bolivia dictaminó el mes pasado que Morales no podía presentarse a un cuarto mandato, cerrando aparentemente la puerta a la posibilidad de su candidatura.
Los analistas discrepan sobre si Morales tiene constitucionalmente algún recurso legal para volver a presentarse, pero la mayoría coincide en que el sistema judicial está tan entrelazado con la política que es difícil confiar en cualquier decisión que tome.
“La gente se ha dado cuenta de que el Gobierno está gobernando a través de ese tribunal”, dijo Verónica Rocha, analista política de Bolivia.
Mientras los manifestantes de La Paz, la capital, gritaban que tenían hambre el mes pasado, Arce, en otra parte de la ciudad, celebraba la sentencia del tribunal contra Morales en una ceremonia indígena. (Aunque el propio Arce no es indígena, Bolivia tiene una gran población indígena que ha sido clave para el dominio del partido MAS).
Morales ha mantenido en X que sigue siendo “la primera opción del pueblo para salvar Bolivia”.
Pero muchos bolivianos están cansados del prolongado duelo político, y afirman que no está haciendo nada para aliviar sus apuros.
“Creo que el boliviano promedio tiene la sensación de que estos dirigentes se han olvidado de la persona promedio, que están más concentrados en aferrarse al poder”, dijo Gustavo Flores-Macías, profesor de gobierno de la Universidad de Cornell, especializado en política latinoamericana.
¿Qué desencadenó las protestas?
Morales llegó al poder en 2006. Es un socialista que sacó a cientos de miles de personas de la pobreza —gracias en gran medida a un auge de la producción de energía— y dio prioridad a las poblaciones indígenas y rurales en un país que había estado dirigido durante siglos por una élite urbana mayoritariamente blanca.
Al mismo tiempo, también fue criticado por perseguir a opositores, acosar a periodistas y poner el poder judicial a su favor. También hizo caso omiso de las normas constitucionales que su propio gobierno había reescrito y que le impedían presentarse a un tercer y, posteriormente, a un cuarto mandato.
Cuando huyó del país durante las controvertidas elecciones de 2019 —en medio de acusaciones de fraude—, designó a Arce, su ministro de Economía y protegido, para que fuera candidato en 2020.
Pero tras ganar, Arce ignoró su papel de heredero de Morales y, en su lugar, intentó gobernar a su manera.
Esto desencadenó una lucha de poder con Morales, quien regresó a Bolivia al día siguiente de que Arce jurara su cargo, con la intención de volver al poder.
Aunque Morales es menos popular de lo que fue, varias encuestas recientes muestran que sigue teniendo mucho más apoyo que Arce.
Pero ahora se enfrenta a la posibilidad de ir a la cárcel después de que en octubre los fiscales le presentaron cargos por estupro, acusándolo de haber dejado embarazada a una niña de 15 años en 2016, cuando era presidente.
Morales afirma que los cargos tienen una motivación política y reunió a partidarios en su provincia natal de Chapare para protestar.
Varias carreteras clave atraviesan la región rural, y semanas de manifestaciones las hicieron intransitables y fueron bloqueados los envíos de combustible y alimentos a todo el país, que cuenta con 12 millones de habitantes.
Los bloqueos mantuvieron a Josué Espinoza, de 28 años, camionero que transportaba cemento, atrapado en la carretera durante 23 días. Los habitantes de los alrededores le dieron comida a él y a otros camioneros atrapados.
Algunos acabaron marchándose a pie para encontrar otro medio de transporte. “La gente se desesperó porque tenían que pagar sus cuotas en el banco y no había qué comer”, dijo, refiriéndose a los camioneros que abandonaron sus vehículos.
Pero Espinoza, temeroso de que le robaran el camión, se quedó a dormir en su vehículo.
¿Por qué otra razón está disgustada la gente?
La escasez de combustible, el aumento de los precios y la falta de acceso a dólares estadounidenses y a productos importados también han provocado furia.
Cuando Arce formaba parte del gobierno de Morales, se le atribuía el mérito de ser la persona clave detrás de lo que se consideraba el milagro económico del país, animado por un auge de las materias primas cuya fuente de impulso fue una próspera industria del gas natural.
Pero entonces ese auge se vino abajo, los precios cayeron y la producción se ralentizó. Ahora el gobierno de Arce lucha por importar combustible.
Silvia Choque, de 36 años, vendedora de verduras en la ciudad de Santa Cruz, dijo que gana la mitad de lo que ganaba antes.
“Me alcanza solo para comer, pero no se puede ahorrar”, dijo.
Muchos bolivianos afirman que la agitación política obstaculiza cualquier avance significativo en la resolución de la crisis económica.
“La disputa interna” del partido gobernante, dijo Rocha, “ha hecho que no se sienta que existe un gobierno”.
Aunque se han despejado los bloqueos, han surgido otras protestas por parte de bolivianos frustrados por un gobierno fracturado y un sistema judicial que a menudo se convierte en arma para perseguir a enemigos políticos.
¿Qué ha dicho el gobierno?
Arce, en sus discursos, ha criticado a Morales por convocar protestas, culpándolo de la agitación política del país por su “obsesión política electoral y su ambición personal de poder”.
Pero Morales considera antidemocrática la decisión del tribunal que le impide presentarse, dijo Adriana Salvatierra, aliada de Morales y expresidenta del Senado.
“no podemos concebir que dos jueces decidan quién participa y quién no en las elecciones”, dijo. “Para nosotros es un tema de defensa de la democracia.”. (Dos jueces firmaron las sentencias contra Morales: uno le retiró el control del MAS y el otro lo inhabilitó como candidato a la presidencia).
En octubre, Morales dijo que unos pistoleros habían disparado contra su coche y culpó al gobierno de lo que calificó de “intento de asesinato”. Funcionarios del gobierno lo niegan y afirman que el equipo de seguridad de Morales no se detuvo en un control policial, dispararon contra la policía y atropellaron a un agente.
¿Qué significa esto para las elecciones de 2025?
Aunque Arce aún no ha manifestado su intención de presentarse a la reelección, se da por sentado que estará en la papeleta. La candidatura de Morales, a pesar de sus protestas, sigue prohibida.
Muchos expertos afirman que la división del principal partido del país podría significar una transformación del panorama político.
Por ahora, ningún candidato o partido de la oposición cuenta con el mismo apoyo amplio con el que cuenta el MAS. Pero Carlos Saavedra, analista político boliviano, dijo que el panorama electoral era fluido y el resultado era difícil de predecir.
“Vas a tener muchos candidatos peleando por pequeños fragmentos del poder”, dijo. “Veo una elección ultrafragmentada y ultrapolarizada”.
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