Sellos en alimentos: la gente sí los toma en cuenta cuando los ve y prefiere cuidar su salud

Sellos frontales, una medida que ha tenido un impacto en los consumidores. (Jeffrey Greenberg/Universal Images Group via Getty Images)
Sellos frontales, una medida que ha tenido un impacto en los consumidores. (Jeffrey Greenberg/Universal Images Group via Getty Images)

Los sellos frontales fueron implementados en octubre de 2020. Se trató de una lucha de varios años para que fueran aprobados finalmente. La intención era muy simple: alertar a la población sobre los productos que estaban consumiendo. Durante años, la información nutrimental no reflejó con claridad ni las cantidades ni los excesos a los que se exponían los consumidores. Con esta nueva normativa, las personas tendrían directamente conocimiento de lo que estaban comprando: excesos de azúcar, de grasas saturadas, de calorías, de sodio.

Hubo muchos debates al respecto y hasta la actualidad dicha medida sigue siendo objeto de múltiples controversias. Pero hay un hecho que debe conocerse: ha sido útil hacerlo. Así lo refleja un informe hecho por Sweegen, específicamente por su división de Insights Sensoriales y del Consumidor. De acuerdo con el estudio, un 53% de clientes rechaza la compra de un producto si este tiene una etiqueta de advertencia de la Secretaría de Salud. Dentro de esas decisiones, el sello que más impacto tiene es el que índica exceso de azúcares (en México, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021, hay 12 millones 400 mil personas que padecen diabetes).

Las etiquetas que menos influencia tienen para inhibir una compra son las que indican exceso de calorías y las que mencionan que un producto contiene edulcorantes. En este último caso, hay una laguna a trabajar: muchos de los consumidores desconocen qué son los edulcorantes y, en consecuencia, tampoco entienden por qué no hay que dárselos a los niños (una recomendación muy presente en los refrescos que usan dicho sustituto del azúcar). Por otro lado, también hay un dato interesante que refleja cómo se ha acostumbrado la sociedad a estas advertencias: un 25% dice ya no notarlas cuando compra algo.

Al observar que un producto tiene sellos, un 64% busca otras alternativas, y el otro 36% pasa por alto los señalamientos. En cuanto a los edulcorantes, también hay otro aspecto que debe tomar en cuenta: los sellos no hacen distinciones todavía entre edulcorantes naturales y artificiales. Sería ideal que esa información pueda incluirse en el futuro y así ofrecer un panorama más completo al consumidor sobre lo que está comprando. Quizá también podría ser útil alguna campaña de información en la que especifiquen los motivos por los cuales no deben ser consumidos por infantes. Un 68% de personas considera que al no consumir productos con excesos de azúcares su salud puede ser manejada adecuadamente.

Además de la aplicación de los sellos frontales, la NOM 051 también prohibió el uso de mascotas en diversos productos: cereales, frituras, pastelitos y bebidas. Esto ha llevado también a que muchos productos sean reformulados para que así los sellos no estén presentes. En esa línea, se trata de un avance con el cual las empresas quieren mantener sus ingresos, pero haciendo un esfuerzo para ofertar productos no dañinos.

Los beneficios están ahí: en efecto, se ha logrado inhibir el consumo de estos productos. Por lo tanto, se puede hablar de un beneficio muy claro: las personas sí toman en cuenta los efectos a su salud que tienen estos alimentos. Es claro que está medida tardó en llegar y que, de hecho, cuando fue aprobada México vivía un intenso debate relativo al covid-19 y cómo ese virus encontró un terreno fértil en el país para elevar su capacidad mortífera, debido a los padecimientos previos: diabetes, obesidad, presión arterial. Cuatro años más tarde, el resultado refleja un crecimiento en ese sentido, aunque todavía hay mucho por hacer.