Seis claves para prevenir las complicaciones del pie diabético

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Revisión de un caso de pie diabético. Olga Apanasenko/Shutterstock

El pie diabético es una de las principales complicaciones que sufren las personas con diabetes. Puede afectar gravemente la salud y la integridad de sus pies, y si no se trata de manera adecuada, existe el riesgo de que derive en úlcera, infección, necrosis o gangrena, amputación y, en los casos, más graves la muerte.

¿Por qué se produce el pie diabético?

Para entender esta enfermedad, es necesario saber que la diabetes afecta al organismo a distintos niveles. Si está mal controlada, puede dañar los nervios, lo que se conoce como neuropatía diabética. Quien la sufre pierde la sensibilidad en sus pies y no siente ni un simple roce, presión o dolor. A ello se suma que también puede dañar las arterias –la llamada enfermedad arterial periférica–, impidiendo que la sangre llegue correctamente a los pies y las piernas.

Aunque existen otras causas, son estas las dos condiciones asociadas que más favorecen la aparición de úlceras, las cuales, por pequeñas que sean, pueden empeorar rápidamente infectándose o necrosándose. Y esto, en ocasiones, requerirá la amputación parcial o total del pie.

Medidas de prevención

La buena noticia es que, con unos cuidados adecuados, es posible reducir el riesgo y prevenir las complicaciones más graves del pie diabético.

1. Revisión diaria

Uno de los hábitos más importantes que una persona con diabetes tiene que realizar a diario es revisar sus pies, quizás utilizando un espejo para las zonas más difíciles de ver o, si no puede, pidiendo ayuda a un familiar o persona responsable de su cuidado. Recordemos que, debido a la neuropatía, es posible no sentir una rozadura o una pequeña herida que pueden ser el inicio de una úlcera.

En la revisión, tómese su tiempo y preste especial atención a la planta, el dorso y los espacios entre los dedos. Ante la presencia de roces, ampollas, cortes, cambios de color en la piel, inflamación, zonas anormalmente frías o con calor, patologías de la piel o de las uñas –como durezas o uñas clavadas– o cualquier otra anomalía, hay que acudir a unidades especializadas en el manejo del pie diabético de inmediato.

2. Higiene adecuada, secado minucioso e hidratación

Lavar los pies todos los días con agua tibia y jabón neutro, comprobando previamente la temperatura del agua con la mano, puede evitar quemaduras por no sentir en los pies que el agua está demasiado caliente.

Una vez lavados, hay que secarlos minuciosamente, sobre todo entre los dedos, ya que la humedad puede favorecer la proliferación de infecciones.

Además, es recomendable aplicar una crema hidratante. Las hay específicas para esta complicación, pero si el especialista no recomienda ninguna, un producto que contenga un 10 % de urea en su composición puede prevenir la sequedad y las grietas. Es importante que no se aplique entre los dedos, ya que esto podría aumentar la humedad y favorecer las infecciones.

3. Uso de calcetines y calzado adecuado

Los calcetines deben ser de fibra natural, sin costuras, sin gomas y de color claro, preferiblemente blancos, para detectar manchas de sangre en caso de heridas.

En cuanto al calzado, se recomienda utilizar zapatos amplios, con horma ancha que evite comprimir zonas de presión, sin costuras internas que puedan generar roces o heridas. En casos seleccionados, las suelas no deben ser flexibles. Los zapatos especialmente diseñados para el pie diabético y supervisados por un especialista son una excelente opción para quienes ya tienen deformidades, neuropatía o enfermedad arterial periférica.

Un aspecto muy importante para incorporar en la rutina diaria es revisar el interior del calzado antes de ponérselo para asegurarse de que no hay objetos o costuras irregulares que puedan causar una herida. También se debe evitar andar descalzo, incluso dentro de casa, ya que la falta de sensibilidad puede facilitar que el paciente sufra un corte o se clave un objeto sin darse cuenta.

4. Corte correcto de uñas

Es crucial para evitar que se claven y se infecten. Además, el paciente debe evitar cortárselas en casa debido a la dificultad para llegar a los pies, la ausencia de sensibilidad y la pérdida de la agudeza visual relacionada con la retinopatía diabética. La mejor opción es acudir al podólogo especializado.

5. Control de los niveles de glucosa en sangre

Mantener un control de la glucosa en sangre es básico para prevenir muchas complicaciones relacionadas con la diabetes, incluido el pie diabético. Como adelantábamos al inicio del artículo, los niveles altos de glucosa son los responsables de generar un daño a nivel de arterias y nervios, provocando la enfermedad arterial periférica y la neuropatía diabética, lo que favorece la aparición de úlceras y la no cicatrización de estas lesiones.

6. Consultas periódicas con el especialista

Las revisiones periódicas con un médico y un podólogo especializado en pie diabético son imprescindibles. Estos profesionales ayudarán a detectar signos tempranos de neuropatía, enfermedad arterial periférica o deformidades en los pies. Además, proporcionarán un cronograma de visitas según el riesgo de desarrollar complicaciones –que van desde revisiones una vez al mes a revisiones anuales– y pautarán los tratamientos adecuados para evitar complicaciones.


Este artículo fue publicado previamente por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Aroa Tardáguila García no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.