Los seguidores de Pepe Mujica ya se despiden del popular expresidente en la que podría ser su última elección
MONTEVIDEO.- “Hasta siempre, les doy mi corazón”. El expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica transita lo que sabe serán los últimos tramos de una vida política y vital que lo tuvo entre la agonía y el éxtasis, las mismas sensaciones de sus seguidores en Uruguay, que tratan de disfrutarlo y entrevén el desenlace.
Al borde de las elecciones del domingo en las que su candidato, Yamandú Orsi, del Frente Amplio, quedará con certeza primero e irá confiado al balotaje, Mujica se jugó sus últimas fichas e intervino todo lo que pudo en la campaña, a pesar de sus 89 trajinados años, y sobre todo del cáncer de esófago que le detectaron en abril.
Ya desde los spots de campaña aseguraba a los votantes uruguayos que era su despedida, su última elección, y lo ratificó cuando intervino sorpresivamente en un acto de campaña de Orsi, la semana pasada. Sin rodeos, dijo su “hasta siempre” y echó a correr un mar de lágrimas entre los desolados militantes que abarrotaban el lugar. Sabían que estaban ante un acontecimiento único, solo comparable a su elección presidencial de 2009, cuando sucedió al frente del gobierno uruguayo a Tabaré Vázquez.
“Yo nací durante la dictadura y era un niño cuando terminó. Así que mi visión seguramente está marcada por mi edad: es muy importante entender el pasado, pero me gusta mirar al futuro. Y en ese sentido siempre consideré que la elección de Mujica debía tomarse como una señal de reconciliación en Uruguay. Estoy seguro de que muchos uruguayos, no todos, pero sin duda un número mayoritario, lo entendieron así”, dice a LA NACION el periodista Mauricio Rabuffetti, autor de la brillante biografía José Mujica. La revolución tranquila, vendida en más de 20 países.
“Creo que lo que más trascenderá a Mujica, su gran legado, será su discurso en favor de la vida, del tiempo de vida, contrario al consumismo, que lo que más ‘consume’ en realidad, es al propio ser humano”, precisa.
Es esa misma veta humanista la que destacaron los votantes del Frente Amplio, pero también de la oposición, consultados por LA NACION en las calles y plazas del centro de Montevideo. Y además contaron cómo, a su manera, comenzaban a transitar el duelo de antemano.
No hay que hacer grandes esfuerzos para encontrar a un fan de Mujica en Montevideo. Basta caminar a la esquina del hotel, frenar literalmente al primero que pasa, y encontrarse, por ejemplo, con Iván Almeida, un abogado de 50 años que dice tener “mucho para contar”.
“Mujica es un ejemplo y lo voy a extrañar cuando muera, también lo va a extrañar el Frente Amplio, que tiene un candidato lejos de su jerarquía. Ya desde que salió de la cárcel y militó en democracia demostró tener un carisma excepcional, más que Tabaré Vázquez”, dice Almeida. Su relato se acelera y sus ojos se humedecen mientras suelta sus sensaciones. Y si comenzó diciendo que lo iba a extrañar, cerró con un sentido “lo voy a llorar”.
En la Plaza del Entrevero la gente disfruta del sol en los bancos cercanos a los puestos partidarios, donde entregan boletas a la gente que pasa. Cada partido se presenta con distintas listas, y en la plaza hay un puesto de la 609, la lista que al día de hoy sigue liderando Mujica.
“Hizo mucho por el país, desde su liberación luchó por los derechos humanos y civiles, entonces para mí militar por la 609 es militar por nuestro ideal político, y tengo la suerte de estar acá”, dice Andrea González, de 40 años, que en su vida de todos los días trabaja en la administración de la empresa de transportes Cutcsa.
Igual que Iván Almeida, y todos los que se cruzan, González dice que lo echará mucho de menos. “Lo vamos a extrañar, no está bien de salud y nadie vive para siempre. Espero que pueda llegar al primero de marzo para ver la asunción del presidente”, dice, y el tono de voz amaga quebrarse de solo evocar lo inevitable.
Por ahí cerca se sienta María Esther Urrestarazu, fisioterapeuta de 67 años, que frecuenta diariamente la Plaza del Entrevero. La sola mención de la palabra “Mujica” activa un tropel de definiciones favorables que se amontonan unas a otras, se añaden, superponen y desplazan. Ella también tiene mucho para contar.
“Queremos que gane el Frente porque el Pepe se está muriendo. Se lo merece. Recibe todos los reconocimientos afuera y acá también debería tener uno. Es amable, sensible, se ocupa de los demás. Si vas a la chacra te recibe con amabilidad y cariño”, dice. ¿Por qué cree que es tan admirado? ¿Por su labor como dirigente, por su doctrina humanista, por su austeridad? “Por su persona”.
Sentado a su lado, Rafael, un inmigrante cubano, valida cada expresión de su amiga y las refuerza con algunas de su cosecha. No para de lanzar elogios, que se entremezclan con los de ella. “Si hubiera un paseo de las estrellas, como en Los Ángeles, Mujica debería ser el primero en entrar”, dice. “En mi vida he conocido un hombre tan íntegro, respetuoso, honesto, amable y humilde”.
Desde luego Mujica ha tenido críticos y detractores en su carrera, y suele ser el primero en reconocer sus errores. Pero da la sensación de que en este otoño de su vida las mayores asperezas van quedando de lado.
A una cuadra de la Plaza del Entrevero, un vendedor ambulante tiene decenas de banderas del Frente Amplio y otros partidos. Leonel Ocampo siempre votó a la derecha: no es, precisamente, el sector que mejor hablaría de Mujica. Sin embargo, de su boca solo salen cosas buenas.
“Lo respeto, respeto su cultura, se hizo conocido en el mundo y fue presidente de Uruguay”, dice. “Unos árabes le quisieron comprar el fusquita (su viejo Volkswagen) por un millón de dólares y no se los quiso vender”, agrega con una sonrisa que trasunta un dejo de orgullo.
Ocampo señala con la mano las banderas de otros partidos y se detiene en las del Frente Amplio. “Estas son las que más se venden, son los votantes más apasionados”, asegura. Y espera que haya balotaje así puede vender más. ¿Llorará también él a Mujica, llegado el día?