Secretario general de ONU: violencia armada en Haití es ‘trágica’, una amenaza para toda la región

Calificando de “trágica” la situación en Haití, el máximo responsable de la ONU reconoció el lunes que ha sido difícil movilizar a la comunidad internacional para rescatar al país de la “absolutamente atroz” violencia de las pandillas armadas.

“Ha sido un ejercicio difícil”, dijo el secretario general de la ONU António Guterres desde Kingston, Jamaica. “Ha sido difícil movilizar la voluntad de aquellos que tendrían la mejor capacidad para dirigir esta operación y también ha sido difícil crear las condiciones políticas para facilitar que diferentes países acepten formar parte de esta acción”.

Guterres, quien llegó a Jamaica el domingo, pasó el lunes reunido con el primer ministro Andrew Holness. Ambos trataron varios temas, desde la crisis climática en el Caribe hasta la falta de préstamos a bajo interés para los países en desarrollo y los países vulnerables de ingresos medios, pasando por el deterioro de la situación en Haití, donde más de 600 personas murieron el mes pasado en toda la zona metropolitana de Puerto Príncipe en un conflicto provocado por grupos armados.

“Haití está en una situación trágica, trágica”, dijo el secretario general, refiriéndose personalmente al catastrófico descenso de Haití en una espiral de violencia por primera vez en meses. Los comentarios anteriores habían llegado a través de un portavoz, de su representante en Puerto Príncipe o de sus informes periódicos al Consejo de Seguridad de la ONU.

“Las necesidades humanitarias son dramáticas. El sistema político está paralizado y el nivel de violencia de las pandillas es absolutamente terrible”, dijo, añadiendo que tanto la violencia de las pandillas como la parálisis política necesitan solución.

“El número de personas asesinadas, el número de personas que no pueden vivir sus vidas, los dramáticos problemas de inseguridad alimentaria son, de hecho, algo que necesita un compromiso mucho mayor por parte de la comunidad internacional”.

La visita de Guterres ocurre un día antes que los ministros de Asuntos Exteriores de los 15 miembros de la Comunidad del Caribe (CARICOM), se reunieron en Jamaica. La reunión, presidida por la canciller jamaiquina Kamina Johnson Smith abordará varios asuntos, entre ellos la política exterior de la región, las relaciones bilaterales con Estados Unidos, Canadá y la ONU y la situación en Haití, de acuerdo con lo que informó el bloque regional en un comunicado.

En octubre, cuando una federación de pandillas tomó el control de la principal terminal de combustible del país en la capital, Guterres pidió “el despliegue inmediato de una fuerza multinacional de acción rápida” para ayudar a las asediadas fuerzas policiales del país en su lucha por recuperar el control frente a las poderosas bandas.

Su llamamiento, que formaba parte de un plan de seguridad múltiple, fue acompañado posteriormente por una resolución de Estados Unidos y México ante el Consejo de Seguridad para crear una fuerza multinacional no perteneciente a la ONU. Al no tratarse de una misión de mantenimiento de la paz de la ONU propiamente dicha, Estados Unidos, que no quiere desplegar sus propias tropas sobre el terreno, esperaba que la propuesta fuera más aceptable para la opinión pública haitiana y tal vez para los miembros de la comunidad internacional que han criticado las anteriores intervenciones de la ONU en Haití.

Siete meses después, sin embargo, ninguna de las dos peticiones ha llegado a ninguna parte y la situación de seguridad no ha hecho más que empeorar. Las pandillas ahora controlan al menos el 80% de la capital y ampliaron su radio de acción al Valle del Artibonito, al norte de la capital. Los haitianos que se enfrentan al hambre aguda de han pasado de ser 4.7 millones a más de 5 millones. Al menos ocho masacres documentadas de pandillas contribuyeron a la muerte de al menos 1,446 personas en los cuatro primeros meses de este año.

Con una violencia cada vez más extrema, los secuestros se dispararon y aumentaron los asesinatos y linchamientos colectivos. Según la ONU, al menos 164 presuntos miembros de pandillas fueron asesinados en abril por la población, que hizo justicia por su cuenta.

Jamaica dispuesta a ayudar

A finales de enero, Holness anunció públicamente la voluntad de Jamaica de ayudar a Haití desplegando soldados para formar parte de una fuerza multinacional. El apoyo, respaldado por la oposición del país en una rara muestra de unidad en un asunto internacional, fue seguido un mes después por una visita a Puerto Príncipe en la que Holness encabezó una pequeña delegación en nombre del CARICOM, de la que Haití es miembro. El objetivo del viaje era conocer mejor la crisis de seguridad y ver si los líderes caribeños podían ayudar a las facciones políticas enfrentadas de Haití a unirse.

Desde el asesinato el 7 de julio del presidente haitiano Jovenel Moïse, los haitianos están enfrentados sobre cómo gobernar el país en ausencia de elecciones o de cualquier cargo electo. La comunidad internacional le pidió al primer ministro Ariel Henry que amplíe el acuerdo político de diciembre que establece un Consejo de Transición para ayudarlo a llevar el país a las elecciones. Los grupos de la sociedad civil, que han respaldado su propio plan, conocido como el Acuerdo de Montana, quieren a Henry fuera y dijeron que tienen su propia hoja de ruta para abordar la crisis.

Durante la rueda de prensa posterior a su reunión, Guterres dijo que Jamaica fue “el primer país que expresó inmediatamente su disposición a formar parte” de la fuerza multinacional. Añadió que Jamaica “está involucrada en un proceso político muy importante, tratando de reunir a las diferentes partes interesadas para encontrar una salida a esta crisis política”.

“Quiero expresar mi pleno apoyo a las iniciativas de Jamaica y el CARICOM y quiero, una vez más, pedirle a la comunidad internacional que comprenda que una solidaridad efectiva con Haití no es solo una cuestión de generosidad, es esencialmente una cuestión de interés propio ilustrado”, dijo Guterres. “Porque la situación en Haití refleja una amenaza para la seguridad de toda la región y más allá”.