¿Por qué los votantes jóvenes de EEUU apoyan al candidato más longevo?

El precandidato presidencial demócrata Bernie Sanders, el más viejo de todos los que aspiran a llegar a la Casa Blanca (tiene 74 años) y el que se ha calificado sin ambages como “socialista”, no sólo fue el amplio ganador de la primaria de su partido en New Hampshire (60%, contra el 38% de Hillary Clinton) sino que su discurso, su candidatura, su estrategia de campaña y su personalidad sedujeron a la gran mayoría de los jóvenes, de las mujeres, de los nuevos votantes, y de los independientes en ese estado.

Y aunque ciertamente la demografía de New Hampshire no es representativa del resto del país ni de otros estados relevantes que siguen en el calendario electoral, el veterano senador es muy atractivo para los jóvenes.

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Bernie Sanders superó ampliamente a Hillary CLinton en la primaria de New Hampshire (60% contra 38%). Los votantes jóvenes fueron clave. (AP)

En el caso de Iowa, por ejemplo, Sanders recibió el voto de 84% de los votantes de entre 17 y 29 años de edad, y el 58% de los de 30 a 44 años. Sólo entre los mayores de 45 logró Clinton una mayoría, de acuerdo al portal FiveThirtyEight. Y en New Hampshire, de acuerdo a un estudio a boca de urna de CNN, Sanders obtuvo el 82% de los votantes de 18 a 24 años, el 85% de los de 25 a 29 y, en un espectro más amplio, el 74% de los de entre 18 y 44 años de edad.

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Más del 80% de los jóvenes de 18 a 29 años que participaron en la primaria demócrata en New Hampshire votaron por Bernie Sanders. (AP)

Pero más allá de datos o divagaciones, hay razones que explicarían por qué los jóvenes, al menos los de Iowa y New Hampshire (donde no hay muchos afroamericanos o latinos), prefieren a Sanders de modo abrumador.

Por ejemplo, el término “socialista”, que en los oídos de muchos estadounidenses que vivieron las épocas de la guerra fría suena ominoso, anatema, inaceptable, no tiene ese mismo efecto en los jóvenes: todos los de 25 años o menos nacieron después de la caída de la Unión Soviética y hay que remontarse a los de 40 a más para encontrar personas que hayan experimentado lo suficiente el periodo de tensión entre Washington y Moscú. Justo las divisiones en las edades de quienes se inclinan mayoritariamente por Sanders y Clinton.

Además, la distensión hacia el término socialista (que el mismo Sanders refiere a las socialdemocracias europeas y no a los regímenes de tipo comunista) propicia que los jóvenes no descarten a priori las ideas de Sanders solo por esa definición o calificativo, sino que las valoren por su contenido en sí: lucha contra la desigualdad económica, por salarios dignos, por educación superior gratuita, contra la depredación y codicia de Wall Street y las grandes corporaciones que provocaron la recesión y controlan a los políticos tradicionales vía ingentes aportaciones de campaña.

Mensajes que con un tono idealista ciertamente también hablan de realidades, del cambio necesario que miles y miles de jóvenes encuentran urgente en sus propias vidas y en lo social. Esa idea de cambio y transformación (como en 2008 sucedió con Barack Obama) es en 2016 vinculada a Sanders, no a Clinton, cuya candidatura es percibida como una continuación de la situación presente, con una moderación que el ímpetu juvenil quizá encuentra demasiado lenta, complaciente, falta de compromiso. Y eso que la continuidad de Clinton es, en buena medida, la de Obama, quien en su momento concitó también grandes apoyos de la juventud y las minorías.

En todo caso, que los jóvenes apoyen ampliamente a Sanders sobre Clinton no se traduce de modo directo en que esos votantes avalen en un grado sustancial, por ejemplo, un mayor intervencionismo estatal para redistribuir la riqueza. Como indicó FiveThirtyEight, un estudio indica que la posición de los votantes jóvenes al respecto no es demasiado diferente a la de la población en general, por lo que no estaría incubándose necesariamente un corrimiento masivo hacia posiciones de izquierda de radicalismo extremo entre esos grupos.

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Las mujeres jóvenes, más allá del debate de si deben o no apoyar a una candidata (es decir, a Clinton), se volcaron en masa en favor de Sanders. (AP)

Pero sí hay un énfasis progresista y por el bienestar social y una demanda de controlar a los grupos cuyos abusos han propiciado la desigualdad social. Sanders ha propuesto gravar con impuestos la especulación financiera, pero no abolirla y desde luego no ha hablado contra la propiedad privada o pedido la estatización de los medios de producción.

Sanders no pregona el comunismo y su “revolución” no es la del marxismo clásico, sino un tránsito hacia un modelo socialdemócrata que busca un estado de bienestar, un esquema regulatorio y una actitud progresistas en materia de derechos y responsabilidades dentro de una economía capitalista y un régimen democrático. No pregona que las campañas electorales sean pagadas con dinero público, sino que se erradique la intervención de grandes capitales canalizados por y a través de grupos de presión política (SuperPAC) y que el sistema sea financiado por pequeñas aportaciones individuales de los ciudadanos.

Sea como sea, hay quienes ven en las multitudes de jóvenes que apoyan a Sanders el futuro del Partido Demócrata y, por ende, ven el discurso del senador como la plataforma que esa formación política podría, o debería, abanderar en adelante.

De acuerdo a New Republic, la amplia victoria de Sanders en New Hampshire y en general la aceptación que tiene en amplios grupos demócratas tiene que ver con que las propias bases del partido han cambiado y se han tornado más hacia la izquierda que antes, en un fenómeno contestatario hacia el aparato tradicional y al gobierno federal similar (aunque de signo ideológico diferente) al que ha impulsado a Donald Trump del lado republicano, como comentó Mother Jones.

Es por eso que Clinton, con un discurso ciertamente progresista pero menos radical y más gradualista, ha tenido dificultades para conectar con ese amplio espectro del electorado, que ha preferido a Sanders, quien le ha arrebatado a Clinton mucho del discurso del cambio e incluso la ha colocado como parte (al menos en la cuestión del financiamiento de campaña vía grandes donadores) en el bando antagónico. El idealista Sanders ha neutralizado bien a la pragmática Clinton, al menos por ahora.

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¿Es Sanders, o su plataforma, el futuro del Partido Demócrata? Está por verse, pero el cambio ideológico y demográfico de sus votantes está en marcha. (AP)

La gran pregunta es si la atracción que genera Sanders y la movilización de grandes grupos de jóvenes en su favor bastarán para hacerle ganar la candidatura demócrata, sobre todo considerando que varios estados donde se desarrollarán elecciones primarias en las próximas semanas son sustancialmente distintos a Iowa y New Hampshire.

La actual percepción de un Sanders ganador podría elevar a su favor los números en las próximas contiendas, aunque por el momento, de acuerdo a RealClearPolitics, a escala nacional Clinton lo aventaje con 49.4% contra 36% de la intención de voto.

Pero incluso si a la postre Sanders no resultara el nominado, su plataforma ha mostrado ser de la preferencia de un inmenso espectro del electorado estadounidense y, en lo específico, de las bases demócratas. Algo que no puede ser desdeñado ni en el resto del proceso primario ni en la elección general si se quiere atraer la preferencia y el voto de esos electores, jóvenes, minorías, mujeres, independientes, que tendrán ciertamente un protagonismo singular en la definición de quién ocupará la Casa Blanca a partir de enero de 2017.

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