El Salvador: "Fui condenada a 30 años de cárcel por sufrir un aborto natural"

Karen
Karen fue condenada a 30 años de prisión en El Salvador, en 2015, tras ser acusada de abortar.

Cuando Karen se despertó en un hospital de El Salvador se dio cuenta de que estaba esposada a una cama y que había agentes de policía junto a ella.

"Había mucha gente a mi alrededor y decían que le había quitado la vida a mi bebé y que iba a 'pagar por lo que había hecho'", le cuenta Karen a la BBC.

Tras sufrir complicaciones en el embarazo tuvo que acudir a urgencias. Sin embargo, Karen, que entonces tenía 22 años, tuvo que hacer frente a la acusación de haber abortado.

"Intenté explicar lo que había pasado. Pero no me escucharon", recuerda. "Ya me habían juzgado y condenado allí", añade.

Legislación severa

El Salvador, en Centroamérica, tiene una de las leyes más duras del mundo contra el aborto, que prohíbe todo tipo de interrupciones, incluso si el embarazo supone un riesgo para la vida de la madre o es resultado de un aviolación o un incesto.

Acusada de homicidio agravado, Karen fue condenada a 30 años de prisión. Se dio a conocer como una de "Las 17", un grupo de mujeres encarceladas tras sufrir abortos naturales o dar a luz a un feto muerto.

Karen pasó seis años entre rejas antes de ser liberada junto con otras tres mujeres en diciembre de 2021, tras una campaña que contó con el apoyo de celebridades internacionales como las actrices America Ferrera y Milla Jovovich.

En el momento en que fue encarcelada, Karen ya era madre de un niño de dos años, un niño que no volvió a ver hasta que ya tenía nueve años.

Karen (segunda por la derecha) posa ante los fotógrafos en una rueda de prensa tras su liberación
Karen y otras tres mujeres fueron puestas en libertad en diciembre del año pasado, tras años de campaña por parte de activistas a favor del aborto.

"Cuando me dijeron que pasaría 30 años en prisión, sentí que mi mundo se derrumbaba. Pensé en mi hijo y me pregunté si sobreviviría a todo esto".

El Centro para la Igualdad de la Mujer, un grupo con sede en Estados Unidos que apoya las campañas a favor del aborto en toda América Latina, afirma que al menos 180 mujeres han sido procesadas o encarceladas en el país en las últimas dos décadas en circunstancias similares.

"Quería sostener a mi hijo muerto en mis brazos"

Una de ellas fue Cinthya, encarcelada en 2009 bajo cargos de homicidio agravado después de que su bebé muriera en casa tras un inesperado parto prematuro. Fue liberada en 2019.

Cinthya contó a la BBC que en lugar de una ambulancia, fue la policía quien acudió a la llamada de emergencia. Se había desmayado y cuando volvió en sí en el hospital, al igual que Karen, se encontró esposada.

La llevaron directamente del hospital a una celda de la comisaría antes de ir a juicio, sin poder hablar con sus familiares ni ver el cuerpo del bebé. En aquel momento tenía 20 años.

"Quería tener a mi hijo en brazos, pero no me lo permitieron. Tampoco me dieron permiso para asistir a su funeral", recuerda Cinthya.

Dice que fue condenada al ostracismo en la cárcel y agredida físicamente por otras reclusas por la naturaleza de su "delito".

Imagen de Cinthya en la playa
Cinthya, quien pasó 10 años en prisión por la ley del aborto, afirma que fue atacada por otras reclusas a causa de su "delito".

Karen dice que se enfrentó a las mismas experiencias en los tribunales, pero que tuvo más suerte en la cárcel, ya que se encontró en compañía de otras mujeres que también habían sido encarceladas por cargos de aborto.

"Éramos más de 10 y algunas de las mujeres habían sufrido abusos por parte de otras presas", recuerda.

"Pero decidimos formar un grupo unido para apoyarnos mutuamente".

Impacto desproporcionado

No es posible verificar que todos los casos de encarcelamiento hayan sido interrupciones involuntarias del embarazo, pero los activistas afirman que la legislación actual da lugar a la persecución de mujeres que no solicitaron el aborto.

Las organizaciones de defensa de los derechos de la mujer en El Salvador añaden que el asunto afecta de forma desproporcionada a las mujeres que no tienen recursos económicos para recibir atención sanitaria privada.

Mujeres como Karen y Cinthya.

"Las mujeres pobres de El Salvador son las que más sufren con una legislación que las estigmatiza y que además empuja a muchas a abortar de forma clandestina", explica Morena Herrera, conocida activista salvadoreña a favor del aborto.

"Hay que liberar a esas mujeres encarceladas, pero también hay que acabar con su persecución", agrega.

También falta apoyo legal para las mujeres más pobres, según las activistas y mujeres afectadas.

Morena Herrera
"Las mujeres pobres de El Salvador son las que más sufren con una legislación que las estigmatiza", afirma Morena Herrera, una de las principales defensoras del derecho al aborto en el país.

Cinthya afirma que en el momento de su juicio no se le permitió hablar en el tribunal. También afirma que ningún abogado de oficio la visitó ni le informó sobre el caso mientras esperaba en la cárcel para comparecer ante el tribunal.

Ni siquiera conocía los cargos exactos que se le imputaban.

"Me enteré de que se me acusaba de homicidio agravado en el tribunal", recordó.

La BBC pidió a las autoridades salvadoreñas que comentaran estas afirmaciones, pero no obtuvo respuesta.

Según una base de datos recopilada por la ONG estadounidense Center for Reproduction Rights, El Salvador es uno de los siete países latinoamericanos que prohíben el aborto sin excepción.

Honduras, Jamaica, Nicaragua, Haití, República Dominicana y Surinam son los otros (en todo el mundo, el número de países con prohibición sin excepción es de 24).

Una "marea verde" más débil

En los últimos años, varias naciones latinoamericanas (entre ellas México, Argentina y Colombia) han adoptado una legislación más liberal en materia de aborto, tras la intensa presión ejercida por una serie de movimientos activistas denominados Marea Verde.

El movimiento surgido en Argentina ha logrado impulsar reformas y avances inéditos en materia de salud reproductiva y derechos en América Latina.

"Ha habido una mayor movilización en los últimos años, pero el movimiento de la Marea Verde no ha llegado a El Salvador con la misma fuerza que a otros países latinoamericanos", observa Herrera.

Mujeres agitan pañuelos verdes en una protesta a favor del aborto en San Salvador
El movimiento proabortista conocido como Marea Verde ha impulsado con éxito reformas de la ley del aborto en varios países de América Latina, pero aún no ha conseguido el mismo impacto en El Salvador.

El Salvador ha considerado la posibilidad de legalizar los abortos médicamente necesarios como parte de un paquete de reformas constitucionales, pero los planes se echaron por tierra el pasado mes de septiembre por decisión del presidente Nayib Bukele.

Sin embargo, el presidente Bukele había defendido previamente tales cambios en la ley del aborto durante su campaña presidencial de 2018, diciendo que estaba completamente en contra de criminalizar a las mujeres que sufrían abortos espontáneos.

Aunque las encuestas sugieren que una mayoría de salvadoreños apoyaría la legalización del aborto en casos de embarazos inviables o cuando hay riesgo para la salud de la madre, existe una fuerte resistencia liderada por políticos conservadores y líderes religiosos.

"Es un ciclo que parece no acabar nunca"

A raíz del giro de Bukele, las mujeres que sufren abortos espontáneos pueden seguir siendo encarceladas en El Salvador. Sólo el mes pasado, una mujer que sufrió un aborto espontáneo, identificada únicamente como "Esme", fue condenada a 30 años de cárcel.

"A las mujeres como yo nos siguen metiendo en la cárcel. Es un ciclo que parece que nunca va a terminar", dice Cinthya.

Tras ser liberada, Cinthya tuvo dificultades para encontrar un trabajo debido a sus antecedentes penales, pero con la ayuda de una subvención de una ONG consigue ganarse la vida vendiendo ropa.

Cinthya posa con su hija en su fiesta de cumpleaños
Desde su liberación, Cinthya ha dado a luz a una niña.

En 2020, dio a luz a una niña, Marcela Elizabeth.

"Entré en pánico cuando me quedé embarazada, temiendo volver a pasar por todo eso si había complicaciones", dice Cinthya.

"Pero nació sana y sin ningún problema. Ella es mi felicidad".

Karen dice que sigue sintiéndose juzgada por la sociedad, pero está concentrando sus esfuerzos en terminar los estudios de secundaria que empezó en la cárcel, y en volver a conectar con su hijo.

Había temido que él la rechazara después de haber estado separados tanto tiempo, pero se encontró con un chico realmente cariñoso que la esperaba cuando finalmente volvió a casa. Ahora Karen está centrada en darle todo lo que necesita.

Sin embargo, sus pensamientos siguen estando en las mujeres que siguen en prisión o de otras que podrían verse encarceladas por haber pasado por experiencias similares.

Para Karen, contar su historia es una forma de ayudar a esas mujeres.

"Hay cosas que todavía me duelen y que nunca olvidaré. Pero hablar de ellas puede ayudar a evitar que se produzcan otros casos y también ayuda a mis compañeras que aún están entre rejas", afirma.


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