Salvador de Bahía cuenta con su célebre carnaval, su arquitectura y sus manifestaciones culturales

Se le llamó Salvador de Bahía de Todos los Santos porque Américo Vespucio descubrió su enorme bahía, casi un mar interior, un 1° de noviembre de 1510, día de Todos los Santos. Fue fundada años después, en 1549, por Tomé de Souza, enviado del rey Juan III de Portugal. Muy pronto le llamaron “la Roma negra”, no solo por la cantidad de esclavos que trajeron, sino porque creció sobre colinas, siendo el barrio de Pelourinho su primer asentamiento y centro histórico actual.

Largo do Pelourinho.
Largo do Pelourinho.

Llegué a la mítica ciudad del nordeste brasilero, de la que siempre oí hablar por su célebre carnaval, su arquitectura y sus manifestaciones culturales, directamente desde París al aeropuerto, a unos 20 kilómetros del centro, precedido de un túnel vegetal de bambúes impresionantes. Me instalé en una pousada (hostal familiar) del barrio de Santo Antonio do Carmo, muy seguro y menos congestionado que la parte este del Pelourinho, y conectado con ésta por la larga calle Direta de Santo Antonio que comienza en la iglesia así llamada y termina en el convento do Carmo, antes de descender la cuesta del Largo do Pelourinho, epicentro del casco antiguo.

Una casa del barrio do Carmo en Salvador de Bahía.
Una casa del barrio do Carmo en Salvador de Bahía.

Unas diez iglesias y conventos excepcionales se encuentran en el casco histórico. En el Carmo propiamente dicho está el conjunto monumental que da nombre al barrio: dos iglesias barrocas y conventos del siglo XVII con salas y claustros. Las iglesias del Carmelo y de la Orden Terciaria colindan, separadas por las dependencias conventuales. En Salvador hubo dos órdenes terciarias seglares importantes (franciscana y carmelita) dedicadas al apostolado y vinculadas con sus congregaciones.

Iglesia del Santísimo Sacramento del Paso.
Iglesia del Santísimo Sacramento del Paso.

A unos metros, la iglesia del Santísimo Sacramento del Paso, está precedida por la escalinata más alta de Salvador y es muy conocida por haber sido escenario de la película El pagador de promesas, (Palma de Oro de Cannes, 1962). En casi todos les edificios religiosos se paga entre 10 y 15 reales (unos $1.50) para visitarlos libremente. Además del mobiliario, las obras de arte, los techos de artesonado pintados y la riqueza del conjunto, llama la atención la limpieza general. Todo brilla porque pulimentan a diario muebles y baldosas.

La Cruz de Pascual, epicentro del barrio del Carmo.
La Cruz de Pascual, epicentro del barrio del Carmo.

Luego viene la plaza triangular e inclinada Largo do Pelourinho, una de las más fotogénicas de Salvador, que da nombre al barrio porque allí se alzaba la picota (pelourinho) o columna donde ataban a los esclavos para castigarlos. Vemos la muy barroca iglesia del Rosario (siglo XVIII) que fue, desde tiempos inmemoriales, la cofradía de los negros, y cuya misa, cada martes a las 18h 30, cantada al ritmo de tambores afrobrasileños, es una de las atracciones de la ciudad. Colinda con una casona colonial que ocupa la escuela de gastronomía (Senac), sede de un restaurante que propone platos locales estilo bufet; un café/chocolatería en los bajos, en donde tomé el mejor chocolate de mi vida, además del Museo Gastronómico. La plaza cierra con el edificio azul de la Fundación Jorge Amado, donde se descubre la obra y vida del conocido escritor originario de Salvador.

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De ahí se puede subir por dos calles hasta el Largo Terreiro de Jesús, plaza rectangular ajardinada con una fuente ornamental de hierro realizada en 1855 por el escultor francés Mathurin Moreau. Tres iglesias conventuales rodean la plaza: Santo Domingo de Guzmán al norte, San Pedro dos Clérigos al oeste y la Catedral del Salvador al sur. Las tres son joyas del barroco portugués, destacándose los armarios de la sacristía de la Catedral (1694), sus 13 altares chapados en oro y dos retablos con tallas de madera en forma de bustos relicarios de mártires y vírgenes de la Iglesia, realizados a finales del siglo XVI para las dos primeras capillas.

Claustro del convento San Francisco.
Claustro del convento San Francisco.

Al norte del Terreiro está, al final de una calle peatonal, la manzana que ocupa el Convento de San Francisco y la Orden Terciaria con sendas iglesias, un conjunto monumental considerado como una de las siete maravillas del barroco colonial portugués. Tuve la suerte (en todos los sentidos) de haber sido una de las últimas personas que lo visitó, el 5 de febrero, pues cinco minutos después de que saliera de la iglesia todo su techo de artesonado en madera y oro contrachapado se derrumbó estrepitosamente sobre la nave, provocando la muerte de una joven turista e hiriendo a varios visitantes que, arrobados, contemplaban, como yo minutos antes, el maravilloso trabajo de los ebanistas de la llamada “iglesia del oro”.

El techo de la iglesia de San Francisco que se desplomó el 5 de febrero de 2025.
El techo de la iglesia de San Francisco que se desplomó el 5 de febrero de 2025.

Por largo tiempo los visitantes tendrán que conformarse con contemplar desde fuera la extraordinaria fachada plateresca de la iglesia de la Orden Terciaria (única en Brasil), a la espera de que vuelvan a abrir el monumento para recorrer sus extraordinarios claustros decorados con una de las series temáticas de azulejos más espectaculares del arte portugués, así como la notoria riqueza de altares, capillas, hornacinas, púlpitos y demás salas.

La Cruz de Pascual, epicentro del barrio del Carmo.
La Cruz de Pascual, epicentro del barrio del Carmo.

A un costado de la Catedral se encuentra la Plaza da Sé (catedral) y la Casa del Frontispicio que acoge el Museo del Carnaval junto al funicular (plano inclinado) para bajar a la Ciudad Baja, a orillas de la bahía. Atravesando esta plaza llegamos al Hospital de la Misericordia, de los mejores conservados de la ciudad, con rico mobiliario y espectaculares vistas de la bahía y, en frente, la fundación Pierre Verger, exhibe y estudia la obra del fotógrafo francés que residió durante años en Salvador.

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Viene luego la plaza del Palacio de Gobierno con el célebre elevador Lacerda (que no funcionó durante mi estancia), así como el palacio Rio Branco, antigua sede del Gobierno y hermoso edificio Belle Epoque francés hoy cerrado. La calle de Chile baja hasta la Plaza Castro Alves y posee edificios de gran valor arquitectónico construidos durante la primera mitad del siglo XX como los actuales hoteles cinco estrellas Fasano Salvador y Fera Palace, el edificio Braulio Xavier (con fachada cubierta por un panel escultural de 1964 del artista Carybé) y el cine Glauber Rocha.

Demostraciones callejeras de capoeria en el Terreiro de Jesus de Salvador de Bahía.
Demostraciones callejeras de capoeria en el Terreiro de Jesus de Salvador de Bahía.

La plaza termina en la Av. Sete de setembro que bordea la monumental iglesia Sao Bento (el trapiche de guarapo de su plazuela es una maravilla) y continúa por el barrio comercial más moderno de Campo Grande hasta los jardines así llamados. Luego, más alejados del centro, vienen los barrios Barra y Rio Vermelho, residenciales y selectos.

La comida de Bahía es patrimonio de Brasil, y la famosa moqueca de camarones o pescado es deliciosa en el restaurante Tropicalia (calle Portas do Carmo), a pocos metros de la Catedral. Los acarajés de camarones que venden en puestos ambulantes dicen que son los mejores. Y en el Mercado Sao Joaquim, a orillas de la bahía, vibra la ciudad con frutas y especias desbordantes de aromas y colorido.

Se va a la parte baja de Salvador para visitar el antiguo Mercado Modelo (con restaurantes y puestos de artesanía), la impresionante basílica Nuestra Señora de Praia con sus dos torres octogonales y para tomar el barco en la Terminal Náutica, al lado del fuerte-islote San Marcelo y atravesar la bahía rumbo a la isla Itaparica.

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Hay mucho más que ver, y como mi visita coincidió con el periodo previo al Carnaval había comparsas y conciertos gratuitos en todo el casco antiguo. Etapa imprescindible de un viaje a Brasil, Salvador de Bahía no puede dejarnos indiferentes.

William Navarrete, escritor establecido en París. @williamnavarrete.tourdumonde