Con la salida de Nikki Haley se proyecta una revancha entre Trump y Biden
Tras semanas de anuncios de campaña, discursos políticos y votaciones en más de dos decenas de primarias, los estadounidenses se enfrentan a una realidad que muchos han tratado de evitar: la revancha.
Durante meses, grandes grupos de votantes demócratas, independientes y republicanos moderados han pasado por etapas emocionales familiares, procesando la posibilidad de que el presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump se enfrenten, una vez más, durante meses. Han lidiado con la negación, creyendo que surgirían otros candidatos, y con la negociación, entreteniendo fantasías sobre participantes de última hora, candidatos viables a nivel nacional de otros partidos y rápidos procesos judiciales. Han luchado contra la depresión, al no materializarse esas opciones.
Y ahora, sin prisa pero sin pausa, ha empezado a llegar la aceptación.
“¿Has oído alguna vez a la gente decir: ‘Estás eligiendo, pero no es la elección que quieres’?”, dijo Shalonda Horton, de 50 años, mientras entraba en un centro de votación de Austin, Texas, para votar por Biden el martes. “Cuando entre ahí, diré: ‘Señor, ayúdame’”.
En Los Ángeles, Jason Kohler, quien se define como demócrata progresista, dijo que votará por Biden por resignación. Pero ha hecho las paces con eso.
“Ya toca votar por el menor de dos males a estas alturas, ¿sabes?”, dijo Kohler, de 47 años. “Votar es un deber para un ciudadano, así que siento que tienes que hacerlo”.
Las quejas sobre los políticos son tan antiguas como la propia política estadounidense. Pero los encuestadores y estrategas creen que este año está ocurriendo algo diferente. Pocas veces tantos estadounidenses han estado tan descontentos con la dirección del país durante tanto tiempo. Pocas veces tantos votantes han dicho durante tanto tiempo que quieren líderes diferentes. Se habla tanto de los votantes a quienes no les gustan ni Biden ni Trump, que ahora tienen su propio apodo político: los “odiadores dobles” (double haters).
Sin embargo, a medida que avanza el calendario de las primarias, cada vez está más claro que estos votantes pueden odiar una, dos e incluso tres veces, y aun así sus elecciones no cambiarán. Tras acumular delegados el martes por la noche, y con Nikki Haley, la última rival de Trump por la nominación, fuera de la contienda, ha llegado la revancha.
Muchos republicanos, por supuesto, celebraron. Trump ha mantenido un devoto apoyo entre los votantes de las primarias de su partido, y las encuestas muestran que casi la mitad del partido se siente entusiasmada con su nominación. Solo alrededor de una cuarta parte de los votantes de las primarias demócratas dijeron lo mismo de Biden, en la encuesta más reciente de The New York Times y el Siena College.
Pero, aunque no son entusiastas, sí parece que los demócratas han comenzado a aceptar a Biden. El 45 por ciento de los votantes de las primarias demócratas dijo que no debía ser el candidato de su partido, según la encuesta, en comparación con el 50 por ciento que expresó esa opinión en julio.
Las señales de que la resistencia se está disolviendo han llegado de todo el mundo político.
Una serie de demócratas y republicanos de alto perfil rechazaron a No Labels, un grupo que intenta organizar una candidatura de un tercer partido. Saturday Night Live ha pasado de parodiar los deseos de los demócratas de encontrar una alternativa a Biden a criticar la respuesta del partido a las preocupaciones por su edad.
El senador Mitch McConnell, republicano por Kentucky, quien una vez dijo que Trump había provocado a la turba que irrumpió en el Capitolio el 6 de enero de 2021, respaldó al exmandatario el miércoles.
Incluso el representante Dean Phillips, demócrata por Minnesota, pareció burlarse de su propio intento fallido de convertirse en la alternativa a Biden.
“Felicitaciones a Joe Biden, a ‘no comprometido’, a Marianne Williamson y a Nikki Haley por demostrar que atraen más a los leales al Partido Demócrata que yo”, escribió en X mientras se contaban los votos el martes por la noche, antes de enviar una segunda publicación mencionando a Jason Palmer, un empresario de Baltimore que venció a Biden por 11 votos en el caucus demócrata de Samoa Americana. Phillips puso fin formalmente a su candidatura al día siguiente.
Existen focos de descontento mucho más preocupantes para ambos candidatos. En Carolina del Norte, un estado clave en la contienda, Haley captó a casi una cuarta parte de los votantes republicanos en las primarias, y la opción “sin preferencia” obtuvo el 13 por ciento de los demócratas. Los esfuerzos por animar a los votantes demócratas a no apoyar a Biden votando “no comprometido” atrajeron a casi 1 de cada 5 votantes de las primarias en Minnesota.
Joaquin Villanueva, profesor universitario en Minneapolis de 43 años, estuvo entre ellos. A Villanueva le preocupa que Biden no esté haciendo lo suficiente para combatir la posibilidad de otro mandato de Trump y quería enviar un mensaje. Describe su estado de ánimo actual respecto a las elecciones como “sentirse un poco atrapado” por las opciones.
Y luego está la sensación familiar y agónica de que los demócratas marchan hacia otra derrota: “Parece como si estuviéramos reviviendo de nuevo 2016, en cierto modo”.
Villanueva no está solo: el 19 por ciento de los votantes registrados en una encuesta del New York Times/Siena College dijeron tener una opinión desfavorable de ambos candidatos. Esa cifra es superior a la de 2020, pero está a la par con el 18 por ciento que expresó opiniones negativas tanto de Trump como de Hillary Clinton, la candidata demócrata, en 2016.
Los historiadores rastrean el pasado en busca de más ejemplos de esa apatía generalizada hacia los favoritos del partido. Lindsay M. Chervinsky, historiadora presidencial y miembro del Centro de Historia Presidencial de la Universidad Metodista del Sur, señaló las elecciones de 1888 y 1892, cuando el senador Benjamin Harrison, de Indiana, se enfrentó al presidente Grover Cleveland. Harrison ganó en 1888. Cuatro años después, el expresidente Cleveland derrotó al presidente Harrison.
“Eran demasiado poco inspiradores como candidatos. Eran figuras de concesiones que no ofendían a nadie”, dijo. “Lo de no ofender a nadie no es un gran paralelismo. Pero en cuanto a la falta de entusiasmo, es lo más parecido”.
Los psicólogos afirman que la inminente revancha está provocando intensos sentimientos de impotencia y malestar entre los estadounidenses. Steven Stosny, terapeuta de parejas que acuñó la expresión “trastorno de estrés electoral” para describir los sentimientos de ansiedad y temor que sintieron muchos votantes durante las dos últimas elecciones presidenciales, afirmó que la contienda entre Biden y Trump será un “trastorno de estrés electoral con esteroides”: una contienda con todo el bagaje de 2020 junto con nuevos factores de estrés sobre cuestiones como la economía, la inmigración, el futuro de la democracia y el derecho al aborto.
“El cerebro humano intenta evitar pensar en cosas desagradables del pasado”, dijo. “Ahora que ya no podemos negarlo ni esperar la llegada de otra alternativa, la ansiedad y el resentimiento regresarán con fuerza”.
Incluso sin los recuerdos del pasado, los votantes tendrán motivos para estresarse. Las recientes contiendas presidenciales se han decidido por estrechos márgenes en unos pocos estados, y no hay motivos para pensar que ésta vaya a ser diferente. Los demócratas están especialmente preocupados por los candidatos de terceros partidos e independientes, quienes podrían achicar más la contienda con Trump captando unos pocos puntos porcentuales.
Y luego está la intensa división política, la desinformación y las desavenencias familiares que afloran en el periodo previo a unas elecciones presidenciales. Eso sin mencionar la amenaza de violencia que se cierne sobre la política de EE. UU. desde que los partidarios de Trump irrumpieron en el Capitolio.
“Será raro”, dijo Whit Ayres, un encuestador republicano que no trabaja para ninguno de los candidatos presidenciales. “Será inusual y no especialmente edificante o esclarecedor”.
Sarah Longwell, consultora política republicana que lleva años combatiendo contra Trump, dijo que había observado a los votantes de sus grupos de discusión moverse a través de las frases del dolor electoral.
“Aún no hemos llegado a la aceptación. Estamos en depresión. Quizá la aceptación plena sea cuando acepten la candidatura este verano”, dijo.
Longwell piensa dedicarse a ayudar a Biden: “Aceptación. Llevo más tiempo en aceptación”.
Lisa Lerer
es reportera de política nacional para el Times, radicada en Nueva York. Lleva casi dos décadas cubriendo la política estadounidense. Más de Lisa Lerer
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