Los sacerdotes disidentes rusos perseguidos por el Estado y la Iglesia por apoyar la paz en Ucrania

El pasado mes de septiembre, cuando el presidente Vladimir Putin ordenó una movilización parcial de reservistas, el Patriarca Cirilode Moscú exigió a sus clérigos que rezaran por la victoria. La decisión del reverendo Ioann Koval, de sustituir la palabra "victoria" por "paz", le costó el ser expulsado del clero por la cúpula de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

"Con la palabra 'victoria', la oración adquirió un significado propagandístico, moldeando el pensamiento correcto entre los feligreses. Iba en contra de mi conciencia", dijo Koval.

Ahora Koval se encuentra en una antigua iglesia ortodoxa de Antalya, donde dirigió uno de sus primeros servicios en Turquía después de haber sido expulsado tras su oración por la paz en Ucrania. El reverendo apeló al Patriarca Ecuménico Bartolomé de Constantinopla, que en junio decidió restituirle su rango sagrado.

La influencia del patriarca va mucho más allá de las fronteras de su país y sus órdenes se aplican incluso a los sacerdotes que prestan servicio en el extranjero. En febrero, Cirilo suspendió durante tres meses al reverendo Andrei Kordochkin, en Madrid, por su postura contra los combates.

"Creo que tengo el deber de alzar la voz cueste lo que cueste. Pero, por supuesto, no puedo llamar a mis hermanos que están en Rusia a ponerse en peligro", declaró Kordochkin.

La Iglesia ortodoxa rusa explica las represiones como un castigo por su supuesto compromiso con la política.