¿Sabotaje o corrupción? Lo que hay detrás del apagón que paraliza a Venezuela

Residentes cruzan una calle en la oscuridad tras un apagón en Caracas, Venezuela, el jueves 7 de marzo de 2019. (AP Foto/Eduardo Verdugo)
Residentes cruzan una calle en la oscuridad tras un apagón en Caracas, Venezuela, el jueves 7 de marzo de 2019. (AP Foto/Eduardo Verdugo)

Venezuela no había vivido nunca una interrupción del servicio eléctrico tan larga y generalizada.

Veintidós de los 23 estados del país quedaron a oscuras desde las 17:40 del 7 de marzo en una noche que pareció eterna. Al amanecer, la luz no había llegado en muchas ciudades, incluida Caracas, en un país con 32 millones de habitantes.

El gobierno revolucionario responsabilizó por el gran apagón a un sabotaje de las fuerzas que intentan derrocarlo. Pero expertos en energía han advertido que el colapso total del sistema eléctrico era sólo una cuestión de tiempo debido a la falta de mantenimiento y a la corrupción que ha dejado decenas de obras inconclusas en los últimos 20 años.

El presidente de facto Nicolás Maduro pidió “unidad a los patriotas” para derrotar la guerra eléctrica dirigida por el “imperialismo estadounidense”.

La vicepresidenta Delcy Rodríguez dijo vía Twitter que Maduro había suspendido las actividades laborales y escolares del viernes para ayudar con las labores de recuperación del servicio atacado por “la guerra eléctrica imperial”.

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El responsable directo del sector eléctrico, Luis Motta Domínguez, dijo a la televisora estatal VTV que el ataque de los enemigos del gobierno ocurrió en el sector de “generación y transmisión en el estado Bolívar, específicamente en el Guri, la columna vertebral de la electricidad”.

Motta Domínguez, quien preside el monopolio eléctrico estatal Corpoelec y es el ministro de Energía Eléctrica, aseguró que su gobierno “moralizado” triunfaría en la nueva intentona por mantener apagado al país. Pero su promesa de restituir el servicio eléctrico en 3 horas quedó en las palabras y en la mañana del viernes gran parte de Venezuela había pasado 16 horas sin acceso a la electricidad y con un mínimo acceso a la telefonía.

El sufrimiento humano y las pérdidas económicas del apagón son incalculables. Al menos 10 mil enfermos renales crónicos habían dejado de recibir sus tratamientos de diálisis. Los hospitales funcionaban con plantas eléctricas que sólo cubrían las emergencias y algunos servicios esenciales.

Las descomposición de alimentos que necesitan ser refrigerados también afectará a la población que atraviesa una de las crisis más severas de su historia, con escasez de comida, medicamentos y una inflación que alcanzará los 10.000.000 % al cierre del año, según el Fondo Monetario Internacional.

Desde el jueves en la tarde, cientos de personas se habían visto obligadas a caminar por las principales avenidas de Caracas debido a la interrupción del Metro.

El Guri está infartado

El presidente de la Asamblea Nacional y presidente encargado, Juan Guaidó, ha replicado a Maduro, acusándolo de ser incapaz de gerenciar adecuadamente al país y de saquear el dinero del estado.

El economista y diputado de la Asamblea Nacional José Guerra también respondió a los altos funcionarios del gobierno acusándolos de “ladrones” y señalando que si hubiesen invertido los 25.000 millones de dólares aprobados para el sector eléctrico en 2009 hubiese sido suficiente para iluminar a toda América del Sur.

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Hasta el ex presidente de Petróleos de Venezuela y el ministro de Energia, Rafael Ramírez, responsabilizó al gobierno de Maduro por la falta de mantenimiento del sistema eléctrico, en un intento por evadir su responsabilidad directa en el grave deterioro de la infraestructura venezolana.

Periodistas especializados habían advertido desde hace años que la falta de mantenimiento y de planificación en el sector eléctrico presagiaban un “colapso total del sector”.

El abandono de las líneas de gran tensión que se alimentan de la represa del Guri, que fue mencionado por Motta Domínguez como “el centro del ataque imperialista”, ha sido desde hace años uno de los puntos débiles que pudieran generar un gran apagón nacional como el que ha padecido Venezuela desde el jueves 7 de marzo.

“El Guri” se llama en realidad la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, una colosal estructura de concreto , inaugurada en 1974, de 1.300 metros de longitud y 162 metros de altura, considerada el noveno embalse en agua represada y el cuarto centro de generación hidroeléctrica del mundo, con una capacidad instalada de 10.235 MW.

Pero la desinversión en el sector en los últimos años ha reducido su potencial de generación eléctrica a la mitad y pedirle más de lo que puede dar también podría generar un colapso, advirtió en octubre del 2018 el consultor eléctrico José Aguilar al portal informativo Efecto Cocuyo.

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“De su total, tiene solo 5 mil 200 mw máximo de trabajo actualmente. El Guri es el corazón del sistema, que ahora tiene un pulso debilitado. Sobrecargarlo, es jugar con candela”, expresó Aguilar.

El apagón del 7 de marzo se habría producido justamente en el corazón del sistema eléctrico, “en la línea de 800kv que surte de luz todo el sistema de distribución de energía del país” dijo un experto al diario digital El Pitazo.

Aguilar reforzó a El Pitazo la declaración que hizo a otros medios meses atrás sobre la gravedad de una falla en el sur: “Si el problema es de generación en el Guri fue porque falló una unidad y el sistema no tiene respaldo para soportar una falla como esta”.

¿Cómo llegó Venezuela a la oscuridad total?

Antes de la llegada de la Revolución Bolivariana en 1999, Edelca era la empresa que operaba en el sur del país y contaba con una red de transmisión de 5.700 kilómetros con líneas de ultra alta tensión de 800 mil voltios, del total de 30.000 kilómetros de tendido eléctrico del país. Junto a otras represas tenían una capacidad conjunta instalada de 15.500 megavatios.

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Pero en julio de 2007, el presidente Hugo Chávez decidió reorganizar el sector y unificó las 14 compañías eléctricas regionales en la Empresa Eléctrica Nacional Corpoelec, con la finalidad de “garantizar la prestación de un servicio eléctrico confiable, no excluyente y con sentido social”.

Expertos en la materia han asegurado que la peor decisión que tomó Chávez durante su mandato fue la creación de Corpoelec y la centralización del sector ya que es imposible manejar y tomar decisiones técnicas de complejas pantas hidroeléctricas desde Caracas.

La primera gran crisis energética de Venezuela ocurrió en 2009 debido a una prolongada sequía que mermó los niveles de los embalses del Guri y otras importantes represas del país y a la incapacidad del gobierno de tomar medidas de prevención y restricción de los recursos.

La mano peluda de Derwick y Odebrecht

La necesidad de generar energía de manera inmediata fue la oportunidad de oro que aprovechó la empresa Derwick, fundada por el empresario residenciado en Madrid Alejandro Leopoldo Betancourt.

Fue así como el principal accionista de la empresa de gafas Hawkers ganó contratos sin licitación para generar energía eléctrica con plantas termoeléctricas que funcionaban con motores diésel.

Lista de contratos de la empresa Derwick con empresas del estado venezolano. (Fuente: Transparencia Venezuela).
Lista de contratos de la empresa Derwick con empresas del estado venezolano. (Fuente: Transparencia Venezuela).

Un informe técnico de Transparencia Venezuela determinó que Derwick participó en 11 proyectos por 5.044 millones de dólares, con un sobreprecio total de 2.933 millones de dólares, “lo que representa un sobreprecio promedio (simple) de 162%”.

Ninguno de los proyectos fue cumplido en cuanto a hacer efectiva la capacidad de generación prevista. En el caso de la contratación para el supuesto plan de autosuficiencia eléctrica de PDVSA, primero en la lista del cuadro anterior, la Contraloría General de la República (CGR) descubrió contrataciones realizadas con esa empresa en las que la improvisación y el desorden administrativo se juntaron para favorecer la corrupción y el despilfarro de fondos públicos de PDVSA y sus filiales”, dijo el informe de Transparencia Venezuela sobre la firma Derwick.

Pero Derwick no fue la única empresa en incumplir contratos o vender al estado con sobreprecios.

La empresa argentina Industrias Metalúrgicas Pescarmona (IMPSA), la brasileña Odebretch, la italiana Impregilo y la venezolana Vincler firmaron contratos con Corpoelec para construir la central hidroeléctrica Tocoma, bautizada como Manuel Piar por el fallecido presidente Hugo Chávez, con una capacidad de 2.160 MW para producir una energía promedio anual de 12.100 GWh.

“Su costo inicial fue de 3.061 MM$, financiados parcialmente por el BID98. Los trabajos se iniciaron en 2005. Al 2011 la inversión total alcanzaba 5.995,61 MM$99 (un incremento de 96%), y al 2014 el costo de la obra superaba ya los 10.371 MM$ (un incremento de 239% respecto al costo inicial previsto)”. Para el 2019, aún no se encuentra en funcionamiento.

“La eterna espera por la represa de Tocoma deja correr más rumores que agua al sureste del país. Su culminación genera expectativas y hartazgo, todavía no la energía para alivianar las carencias de la población venezolana. Su reactivación es un mero cuchicheo entre obreros; su paralización, un secreto a voces; su mala ejecución, un tema oculto. Y entre entuertos, cantidades exorbitantes de dineros públicos se esfumaron”, escribió la periodista Andrea Tosta para El Estímulo.

Lista parcial de las empresas con contratos inconclusos con el estado venezolano. (Fuente: Transparencia Venezuela)
Lista parcial de las empresas con contratos inconclusos con el estado venezolano. (Fuente: Transparencia Venezuela)

Para Transparencia Venezuela el deterioro del servicio eléctrico venezolano es producto de la mala gestión de los fondos públicos. También considera una mala práctica que se designe a una misma persona para liderar la empresa eléctrica estatal y el ministerio que la supervisa.

“La magnitud de la corrupción habida en los casi veinte años de gobiernos chavistas, hacen ver insuficientes las penas establecidas en la Ley contra la corrupción como castigo por el daño causado a la Nación, no tanto por la malversación de fondos públicos –cuyo monto pareciera remontarse a varias centenas de miles de millones de dólares –sino por la destrucción ocurrida en todas las áreas de la economía, por el costo que representa para la Nación el no haber aprovechado los cuantiosos ingresos habidos para el desarrollo del país.”

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