Rusia y la desinformación: una guerra silenciosa que llega a América Latina


Con la globalización de la información gracias a la internet y las redes sociales, las batallas por influir en la manera en que percibimos la realidad ha cambiado. Rusia, por ejemplo, ha hecho de la desinformación un arma para influir en diversos países y regiones, y entre estos América Latina tiene especial atención.

En la Fundación Naumann recién estrenamos nuestro informe sobre la desinformación en América Latina. Más que exponer lo que ya está en ese documento, quiero compartir lo que aprendí como editor de este. Lo primero que debo señalar es que la desinformación está presente en todas partes, no solo en las cadenas extrañas de WhatsApp; ahora que me he vuelto (más) paranoico en cuanto a desinformación, me resulta complicado entrar en las redes sociales, pues todo lo quiero revisar contra fuentes fidedignas.

Creo que a nadie le sorprende que las fake news sean tan comunes como tomar café por la mañana. Quienes navegamos en la internet o utilizamos redes sociales nos hemos habituado a encontrar cada vez más cosas raras que, a simple vista, parecen ser desinformación. Sin embargo, las tácticas de desinformación se están volviendo cada vez más sofisticadas y difíciles de detectar.

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De hecho, recién en septiembre se dio a conocer que la operación Doppelgänger (personas que parecen gemelos), orquestada por el Estado ruso, ha estado en marcha en Estados Unidos y Europa. En Alemania, por ejemplo, se observó un esfuerzo por influir negativamente en la percepción pública sobre la invasión rusa en Ucrania, ya que este país es el que más le apoya en términos de porcentaje de su PIB.

LA DESINFORMACIÓN DE RUSIA ALCANZA A MÉXICO

A menudo pensamos que operaciones como esta son muy lejanas a nosotros en América Latina, pero estaríamos cometiendo un error. Doppelgänger tuvo un componente en México. En nuestro país su objetivo fue explotar el sentimiento antiestadounidense para influir en las elecciones de Estados Unidos.

El mecanismo consistió en crear sitios web con inteligencia artificial generativa (como la de ChatGPT) para que no pudieran ser distinguidos de medios reales. Incluso utilizaron nombres de periodistas para confundir al electorado.

Lo que quiero señalar es que, aunque solemos pensar que los países de América Latina estamos muy lejos de ser objetivos de Rusia, la realidad y la desinformación nos presentan un panorama muy diferente.

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Tras la pandemia de covid-19 se ha vuelto común ver información de medios como Russia Today (RT), también conocida como Actualidad RT en español. Este medio se presenta como una fuente fidedigna de información bajo la premisa de que muestra las noticias que reciben poca cobertura. No obstante, nada más lejos de la realidad: RT es una herramienta de propaganda del Kremlin. No lo digo desde una perspectiva conspirativa, sino retomando las palabras de Margarita Simonyan, su redactora en jefe.

Simonyan declaró en un programa ruso que RT forma parte de la defensa rusa en Ucrania y que sus esfuerzos los realizan también en el mundo árabe y latinoamericano. Esta declaración cobra sentido cuando sabemos que RT tiene corresponsales en Cuba, Colombia, México, Estados Unidos, Venezuela y Argentina y que desde la pandemia de covid-19 su audiencia en redes sociales ha crecido al menos 50 por ciento en nuestro país, Venezuela, Colombia y Argentina.

EL IDEAL DEL PERIODISMO NO ES INFLUIR EN LA POBLACIÓN

La declaración de Simonyan resuena con nuestro análisis “Desinformación: cómo entenderla, combatirla y protegerse de sus efectos”, pues ella se expresa con una actitud cínica, llamando a los medios de comunicación actores que buscan influir en las elecciones al moldear el pensamiento de las personas.

Y aunque uno puede estar o no de acuerdo con la línea editorial de los distintos medios de comunicación, lo cierto es que el ideal del periodismo no es influir en la población. Los medios no deben ser máquinas de propaganda, sino aparatos que presentan la realidad, con los sesgos que todos podemos tener, pero con la meta de ser lo más objetivos posible.

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Pasar de la objetividad, como ideal (aunque con sesgos en la práctica), a la búsqueda deliberada de influir en elecciones y políticas extranjeras son dos cosas totalmente diferentes, y Rusia ha desplegado un gran esfuerzo para influir en países que considera clave.

Ante este difícil panorama que presenta la comunicación actual podemos defendernos preventivamente desconfiando de aquellas noticias o piezas de información que intenten explotar nuestros sesgos apelando a la emoción o la confirmación. De manera reactiva, podemos contrastar la información y buscar diversas fuentes que nos permitan tener una dieta informativa mucho más sana.

Sigamos luchando por medios de alta calidad, y a aquellos que sí cumplan con estos estándares de objetividad e imparcialidad hay que apoyarlos con suscripciones o compartiendo su contenido. N

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Alfredo Suárez es coordinador de Comunicación de la Fundación Friedrich Naumann para América Latina. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.

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