Con un rol clave en la guerra en Ucrania, Polonia se convierte en un nuevo “centro de gravedad” de Europa

El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, saluda a soldados polacos acompañado por el primer ministro Mateusz Morawiecki, en Varsovia. (Ukrainian Presidency/dpa)
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, saluda a soldados polacos acompañado por el primer ministro Mateusz Morawiecki, en Varsovia. (Ukrainian Presidency/dpa) - Créditos: @-

WASHINGTON.- “Gloria a Ucrania”, gritaba la multitud de polacos concentrados frente al Castillo Real de Varsovia. “Gloria a nuestros héroes”, les respondió el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, sonriendo con gratitud. Su visita del miércoles a la capital de Polonia fue la ocasión de reunirse con amigos y aliados, un vínculo que no ha dejado de fortalecerse desde la masacre desatada por Rusia el año pasado.

Más temprano ese día, el presidente Andrej Duda condecoró a su contraparte de Ucrania con la mayor distinción de Polonia, la Orden del Águila Blanca, mientras Zelensky le agradecía por el activo rol del gobierno polaco para encolumnar el apoyo a la resistencia ante la invasión rusa y por haber recibido a más de 1,5 millones de refugiados ucranianos. “Usted no abandonó a Ucrania y se mantuvo a nuestro lado codo a codo, y por eso les estamos tan agradecidos”, dijo Zelensky.

Volodimir Zelensky y el premier Mateusz Morawiecki, en Varsovia. (Ukrainian Presidency/dpa)
Volodimir Zelensky y el premier Mateusz Morawiecki, en Varsovia. (Ukrainian Presidency/dpa) - Créditos: @-

Pero no solo el presidente ucraniano aprecia toda esa ayuda. Durante más de un año de guerra, Polonia se fue convirtiendo en un baluarte crucial del enfrentamiento de Occidente con Rusia. Además de recibir y albergar a los refugiados ucranianos, Polonia ha sido el gran conducto de asistencia y abastecimiento de Ucrania, una abierta defensora de la voluntad de Kiev de ingresar en la OTAN, y una crítica furibunda de lo que percibe como “blandura” de Europa Occidental hacia el Kremlin.

Y esa convicción política no se quedó en palabras, sino que se tradujo en fierros: mientras otros países de la OTAN siguen con problemas para aumentar su presupuesto de defensa para cumplir con el mandato de que llegue al 2% de su PBI, está previsto que este año el gasto militar de Polonia alcance el 4%. Antes que otras naciones europeas, Polonia le envió rápidamente a Ucrania algunos de los tanques alemanes Leopard 2 que tenía su arsenal, y más recientemente se convirtió en el primer país que prometió enviarle aviones de combate para apuntalar el esfuerzo bélico de Kiev. Y hace poco, Estados Unidos, en conjunto con la OTAN, establecieron en Polonia una nueva guarnición militar permanente, junto a un gigantesco depósito de armas y municiones, repleto de cientos de tanques y vehículos de infantería norteamericanos. Como dijo recientemente un comandante militar de Estados Unidos, “Polonia es el eje de la seguridad regional”.

El discurso de Volodimir Zelensky en Varsovia, seguido por muchas personas en una pantalla gigante frente al castillo real. (AP/Michal Dyjuk)
El discurso de Volodimir Zelensky en Varsovia, seguido por muchas personas en una pantalla gigante frente al castillo real. (AP/Michal Dyjuk) - Créditos: @Michal Dyjuk

En cuanto a la amenaza de Rusia, el gobierno ultranacionalista de Polonia se siente reivindicado. “Hoy vemos lo que el pueblo de Polonia, y los pueblos de toda Europa, vienen viendo desde hace décadas”, reconoció el presidente Joe Biden en el discurso que dio durante su visita de febrero a Varsovia, en referencia a las ambiciones del Kremlin.

De hecho, la guerra en Ucrania impulsó un giro geopolítico “que cambió el centro de gravedad de la OTAN en Europa” –como lo enunció Chels Michta, oficial de la inteligencia militar norteamericana y miembro de Centro de Análisis de Políticas Europeas–, alejándolo de Francia y Alemania, sus anclas tradicionales, y empujándolo hacia el este, a países como Polonia, sus vecinos del Báltico y otras naciones de la antigua Unión Soviética.

Hace casi cuatro décadas, el gran historiador británico Norman Davies escribió que Polonia era “el corazón de Europa”, no simplemente por su centralidad geográfica, sino porque era el punto de cruce de todas las corrientes políticas que surcaban el continente. Y el momento actual también hizo emerger un sentimiento cultural profundo, como expresó Neal Ascherson, veterano periodista sobre el mundo soviético: “El sentimiento de que Polonia es más europea que nadie –por su mítico rol de bastión de la civilización occidental cristiana contra la barbarie del este– está más vivo que nunca”.

“Nuestro sentimiento de superioridad moral es muy fuerte en este momento”, dijo Piotr Buras, director de la oficina de Varsovia del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. “Teníamos razón sobre Rusia, teníamos razón sobre la seguridad energética del continente y en advertir que no debíamos depender tanto de Rusia. Y fuimos ignorados, por los alemanes y por el resto. Les demostramos a todos que teníamos razón, y ahora queremos que se sepa”.

Antes de la invasión rusa, el gobierno iliberal de derecha de Polonia era un caso atípico en Europa, y fue objeto de una moción de censura oficial de la Unión Europea (UE) por una reforma de su poder judicial que, según los críticos, socavó el Estado de derecho y la democracia en el país. Los máximos dirigentes del gobernante partido Ley y Justicia (PiS) son acérrimos críticos de la tecnocracia de Bruselas.

“El año pasado les demostramos que somos confiables, que teníamos razón, que la política de Alemania era perjudicial para Europa”, dijo el viceministro de Justicia polaco, Sebastian Kaleta, en referencia a la excesiva dependencia de Berlín de las importaciones de energía rusa.

“Punto de inflexión histórico”

El mes pasado, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, pronunció un importante discurso en la Universidad Heidelberg, Alemania, donde declaró que Europa se encontraba en un “punto de inflexión histórico”. Son palabras que en el contexto de la guerra de Ucrania ya habían usado otros, en particular el canciller alemán, Olaf Scholz, pero en la versión de Morawiecki, la situación actual debería terminar de disuadir a los que desde Bruselas “pretenden convertirse en un gobierno de super-Estado a cargo de una pequeña élite”, un tópico recurrente entre los nacionalistas de derecha en Europa.

“Para los países de Europa, con su cultura, su seguridad social, económica, política y militar, no hay mejor salvaguarda que los Estados nacionales”, dijo Morawiecki. “Cualquier otro sistema es utópico o ilusorio”.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, y el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, estrechan manos durante su encuentro en Kiev el 9 de septiembre del 2022. (AP Foto/Efrem Lukatsky)
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, y el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, estrechan manos durante su encuentro en Kiev el 9 de septiembre del 2022. (AP Foto/Efrem Lukatsky)

La visión de Morawiecki, tal como es, “choca con la de sus contrapartes occidentales, que creen que el camino a seguir es más integración y mayor eficacia en la toma de decisiones”, señala Monika Sus, profesora adjunta de la Academia de Ciencias de Polonia. Más allá de sus dardos a países como Francia y Alemania y de buscar refugio en el paraguas de seguridad que brinda Estados Unidos, la visión de Morawiecki no propone una verdadera agenda para una Europa independiente.

Y de todos modos tal vez no importe, porque Morawiecki puede quedar fuera de su cargo si el partido gobernante de Polonia y sus aliados no ganan las elecciones de este año. Las encuestas sugieren una reñida carrera con la oposición. Sin embargo, sea cual sea el resultado, es muy improbable que Polonia cambie su postura en cuanto a Ucrania. “Vladimir Putin terminó de soldar a Polonia con Occidente”, escribió Ascherson. “Y si en las elecciones de este año ganara la oposición liberal, el vínculo será aún más fuerte”.

Traducción de Jaime Arrambide