Robinhood de Surinam, la increíble historia de un equipo de leyenda en la Champions League de la Concacaf
El mundo del fútbol es rico en equipos de leyenda. Todos conocemos sus nombres -el Santos de Pelé, el Real Madrid de Di Stéfano, el Ajax de Cruyff…- pasando por todos los de nuestro país, que es mejor no enumerar para no herir ninguna susceptibilidad. Pero son muy pocos los que ya nacen con la leyenda marcada en el escudo. Uno de ellos tiene su sede en Paramaribo, capital de Surinam, el país que se encuentra en el centro de las tres Antillas recostadas sobre el Atlántico, entre Venezuela y Brasil.
Allí, en la antigua colonia que los antes denominados holandeses poseían en plena Sudamérica, tiene su casa un club que es legendario sólo por el hecho de mencionarlo: el Sport Vereniging (Asociación Deportiva) Robinhood, campeón en 2023 de la liga de su país, de la Caribbean Shield o Copa del Escudo del Caribe, y de la primera Copa Caribeña de la Concacaf, logro este último que le permitió ingresar directamente a los octavos de final de la Champions League de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. Por dicha ronda, este miércoles se jugará en su estadio el pase a cuartos cuando dispute el partido revancha frente al Sport Herediano de Costa Rica, que llega con la ventaja del 2 a 0 obtenido en la ida.
Nadie sabe a ciencia cierta porqué se llama como se llama la entidad que Anton Blijd fundó en febrero de 1945 con el noble deseo de darles la oportunidad de practicar deporte a los niños y jóvenes pobres del centro de Paramaribo. Hay quienes afirman que fue J. Nelom, primer presidente del club, el promotor de la idea. ¿Puede ser que el hecho de brindarles a los más humildes un espacio para disfrutar del juego que ya por entonces practicaban las clases altas de la sociedad local lo haya movido a rescatar la memoria del controvertido arquero del bosque de Sherwood para bautizar la flamante institución? La hipótesis suena bien, hasta con un toque de romanticismo, pero nunca pudo ser demostrada. Lo único concreto fue que, desde el primer día, el Robinhood de camiseta rojiverde supo ganarse el afecto de las clases populares de la ciudad.
Los colonos neerlandeses llevaron desde muy temprano su pasión futbolera al otro lado del océano. La federación nacional fue creada en 1920, y los nativos se dejaron cautivar por ese juego “gringo” en el que no importaba la condición social o económica para destacar entre los mejores. Como alguna vez relató Jerrel Floyd Hasselbaink, aquel potente delantero que brilló en el Atlético de Madrid y Chelsea, entre otros equipos, “el fútbol es el deporte nacional, algo que debe venir en los genes, y que la gente ve como la mejor salida económica para disfrutar de una vida mejor”.
Hasselbaink, como Clarence Seedorf y Edgard Davids, nacieron en Paramaribo; mientras que jugadores de la talla de Ruud Gullit, Frank Rijkaard, Patrick Kluivert o Virgil Van Dijk son descendientes de madres y/o padres antillanos, aunque todos ellos hayan preferido ser internacionales defendiendo la casaca naranja de la metrópoli europea.
Como corresponde a su denominación, las dificultades económicas y las hazañas comenzaron a caminar a la par desde los primeros tiempos del Robinhood surinamés (existe otro club con el mismo nombre en la isla de Bermuda). Afiliado a la federación en 1946, disputó ese año el torneo de Tercera división, y lo ganó. Sin embargo, no le permitieron ascender de categoría porque sus futbolistas jugaban descalzos y las reglas establecían la obligatoriedad de usar botines en Segunda. La prohibición no amilanó a los herederos del célebre arquero de Nottingham: volvieron a ser campeones al año siguiente, y el premio fue una docena de pares de botines con sus correspondientes tapones que cumplían con las normas. Desde ese momento, el progreso fue imparable. Robinhood triunfó en la temporada de su estreno en la liga de Segunda, debutó en la máxima categoría en 1949 y cosechó el primero de sus 26 títulos apenas tres años más tarde.
Nación independiente desde 1975, Surinam se siente espiritualmente un país caribeño, lo que explica su afiliación a la Concacaf, al margen de lo que pueda indicar la geografía. La elección, por otra parte, le permite competir con alguna posibilidad de éxito mayor de la que tendría en Sudamérica, y aunque a nivel de selección nunca consiguió destacar (actualmente es 144º en el ranking FIFA), gracias al Robinhood el fútbol surinamés conoció una época dorada entre los años 70 y 80.
En aquella época, las noticias de lo que ocurría en el centro y norte del continente prácticamente no llegaban hasta el sur, y el escaso nivel que alcanzaba el juego en esas latitudes tampoco ayudaba a desviar las miradas hacia allí. Sin embargo, faltó muy poco para que en Argentina nos enteráramos de la existencia de un club con un nombre tan peculiar. La Copa Interamericana entre los campeones de la Libertadores y la Copa de Campeones de la Concacaf se instituyó en 1969 (Estudiantes venció a Toluca, de México, en la edición inaugural), y, aunque de manera intermitente, continuó disputándose hasta 1998.
En 1973, Independiente se quedó con el trofeo al vencer a Olimpia de Honduras; y cinco años después Boca sería derrotado por América (México). En ambos casos, el rival pudo haber sido el sorprendente Robinhood de Surinam, que entre 1972 y 1983 alcanzó cinco veces la final del máximo torneo de clubes de su confederación, aunque nunca pudo ganarlo. Además de Olimpia y América, Águila de El Salvador, Pumas y Atlante de México fueron sus verdugos, pero la gesta al menos le dejó a la entidad de Paramaribo el por ahora nunca superado récord de cinco subcampeonatos.
SV Robinhood!
The new #CaribbeanCup Champions! 🏆 🎉 pic.twitter.com/8XdwptCBc0— Concacaf Champions Cup (@TheChampions) December 7, 2023
Con el nuevo siglo, y a medida que se iban alejando los tiempos gloriosos, Robinhood atravesó la crisis que le cabe a cualquier grande que se precie. En 2014, y después de 65 años consecutivos en Primera, los rojiverdes descendieron de categoría. Recuperarían su lugar doce meses más tarde y a partir de entonces sumaron tres nuevas ligas a su currículum, hasta que en 2023 volvieron a brillar a nivel internacional.
En agosto, el conjunto dirigido por el técnico local Roberto Gödeken goleó 5-1 a Golden Lion de Martinica para alzar por segunda vez en su historial la Caribbean Shield (la primera había sido en 2019), con el volante ofensivo Shaquille Cairo como máxima figura al marcar 10 de los 21 tantos que el equipo festejó durante los cinco partidos del torneo. La consagración absoluta llegaría tres meses después. Clubes de Jamaica, Trinidad y Tobago, República Dominicana, Surinam y Martinica participaron en la Copa Caribeña, una competición de mucho más nivel.
👀 Game Highlights:@csherediano1921 🆚 SV Robinhood pic.twitter.com/lOEw6mxhFl
— Concacaf Champions Cup (@TheChampions) March 6, 2024
Robinhood superó con cierta comodidad la fase de grupos (3 victorias y 1 derrota), pero debió sufrir en semifinales ante el Moca triniteño (3-2 en la definición por penales luego de alcanzar la igualdad en el minuto 93 del encuentro revancha). La final, frente al Cavalier jamaiquino, fue algo más sencilla: 1-0 en Paramaribo y 2-0 en Kingston. El título les dio a los surinameses el pase a los octavos de final de la Champions.
La semana pasada, en la ida, Sport Herediano pudo haber sentenciado la eliminatoria, pero como no podía ser de otra manera, el mejor del Robinhood fue su arquero, Jonathan Fonkel, al que solo pudieron vencer en dos acciones de pelota parada. “Podemos levantar la serie, pero los jugadores deben aprender de los errores cometidos en la ida y saber que será un partido más difícil en comparación con los anteriores rivales”, dijo el técnico Gödeken.
En Paramaribo, un Robinhood caribeño y futbolero, muy lejano del que se hizo célebre en los neblinosos bosques de Nottingham, prepara sus flechas para acertar en la red del Herediano costarricense y lograr que en la copa más importante del norte de América se siga escribiendo la leyenda.