El ritmo de la villa

Los dos Mitsubishi que descansan en el porche de la casa, el GT3 rojo y el Eclipse amarillo, son de Pablo Lescano; el Ford Escort blanco con la tigresa pintada en el capó, también. Los autos le dan un poco de color a un paisaje gris de día y negro de noche. La casa donde vive Pablo es tan humilde como las que la rodean: está en San Fernando, sí, pero en un San Fernando que nada tiene que ver con el Yacht Club ni con la amable vida de los countries. El frente de la casa de Pablo -sobre la calle French, casi en la esquina con Rivadavia- da al barrio La Esperanza; la pared del fondo, a la villa La Esperanza. Cuando hay algún operativo policial, los pibes que tienen algo que ocultar saltan la pared y pasan corriendo por el fondo: con el transcurrir de los años, Pablo se acostumbró a los sonidos de esa huida desesperada -siempre distinta, siempre la misma- de esa carrera contra un destino que parece inevitable. A todo se acostumbra uno. A todo.

Ahora Villa La Esperanza es, gracias a Pablo, el epicentro de un nuevo y polémico movimiento cultural, la capital de la cumbia villera. Pablo tiene 23 años y ya formó cuatro grupos que interpretan sus temas: Flor de Piedra, Damas Gratis -el único de los cuatro en el que canta-, Amar y Yo y Jimmy y su Combo Negro. La música que Pablo compone y produce vende miles de discos, suena en las radios y se baila en las bailantas.

-Si los negros bailan, es porque hago buena música, porque ellos no te bailan cualquier cosa. Es muy jodido hacer bailar a los negros. Muy jodido. Muchos lo intentan y no les sale…

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Baila cumbia, cumbiambero

que llegó el fumanchero

fumancheando de la cabeza

empinando una cerveza

Nos pinta el indio fumanchero

estamos hechos unos pistoleros…

("El fumanchero", de Damas Gratis)

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Apenas entras en la casa de Pablo, lo primero que te deslumbra es un televisor gigante, de 60 pulgadas, con cuatro parlantes portátiles. Si ubicás dos a cada costado, ponés sillas en el medio y apagás la luz, como hace Pablo, podés imaginarte que estás en un microcine. Nada de Gran Hermano ni de Santo Biasatti: vamos a ver una película de terror. No, no es un video, es un dvd. Pablo ya la vio varias veces: pertenece a esa clase de espectadores entusiastas que te recomiendan sus escenas favoritas. La orquesta, majestuosa, advierte sobre la inminencia del peligro. El instinto te lleva a acurrucarte en tu asiento, Pablo insiste, mirá lo que pasa ahora, el tipo se acerca con el puñal, la chica está leyendo el diario, mirá, mirá, absorta en el avión, y mirá, mirá esto, se acerca más, mirá eh, ella lo descubre cuando ya es demasiado tarde, el tipo le hunde el puñal en la espalda, atención, eh, ella se despide del mundo con un grito, su camisa se tiñe de rojo, mirá ahora, el director dice corten. Pablo festeja, qué bien la hacen estos turros, el plano se abre y jugamos al cine dentro del cine: el avión no era un avión sino un simulador de vuelo, la sangre era tintura roja, el director felicita al psicópata y le ordena a la víctima que grite más en la próxima toma.

Acabás de ver una alegoría sobre el lugar que Pablo Lescano ocupa en el mundo. Un tipo que mueve los hilos, un cerebro que exprime a los demás hasta sacarles todo el jugo, hasta que le sirvan para contar la historia que le interesa. Su historia. Alfred Hitchcock decía que los actores son como ganado. Pablo Lescano, salvando las distancias, enuncia una idea bastante similar.

-Los músicos son como muñequitos de metegol. Lo importante es el que los mueve, que soy yo. Primero escribo buenos temas, después les enseño, les digo qué tienen que tocar y cómo, nota por nota.

Salimos a hacer unas fotos en la casa de los tíos de Pablo, en la villa. Aunque la distancia hasta allí es de una cuadra y media, vamos y venimos en la misma combi que traslada a los músicos de Damas Gratis durante sus intensas giras de los fines de semana. El que maneja es el Ruli, compañero de colegio, asistente personal y amigo inseparable de Pablo.

Pablo está vestido con un conjunto de gimnasia y un par de zapatillas Fila. La ropa deportiva es la base de su guardarropa: más adelante, lo veré con otros equipos de gimnasia, con otros pares de zapatillas de marca. A pesar del atuendo, es demasiado flaco para parecer un deportista, aunque pensándolo bien, por su cabello largo y su estatura mediana, podría pasar como uno de esos punteros derechos de la década del 70. De acuerdo con la tradición familiar, es hincha de Boca y de Tigre. A contrapelo de la tradición familiar, no le interesa el fútbol.

Su primo Rodrigo, en cambio, tiene 11 años y lleva el gol en la sangre. Rodrigo ya ganó decenas de trofeos jugando para diferentes clubes de barrio, ya fue goleador y el mejor jugador de varios campeonatos. Acaba de saltar a las divisiones inferiores de Platense. El padre de Rodrigo nos cuenta que el pibe la rompe en todas las canchas, que es un fenómeno. Luego le pide al fotógrafo de Rolling Stone que retrate a Pablo junto a su hijo, con los trofeos en el fondo. No parece una simple foto de familia: quién sabe qué valor simbólico le otorga este hombre al encuentro. Tal vez quiere indicar que Pablo y este proyecto de futbolista que es Rodrigo han venido a traer algo de la esperanza que falta en Villa La Esperanza.

Regresamos a la casa de Pablo. Romina, su hermana, lava una cacerola en la cocina. La fricción de la esponjita de acero contra la cacerola le inspira una broma cruel.

-Está aprendiendo a tocar el güiro, viste… -se burla. Romina sigue en lo suyo. Pablo abre la heladera, toma una Coca-Cola helada y sirve un vaso para mí, otro para el Ruli y otro para Gabriela, una amiga del Ruli que busca datos sobre Bon Jovi en Internet.

-Tengo ganas de comer pescado -notifica.

Le pregunta a Gabriela si sabe cocinar pescado: filet de merluza. Gabriela le contesta que sí. Le pregunta a Romina si iría a comprar pescado. Su hermana le dice que sí. Las chicas van juntas al supermercado en el Mitsubishi amarillo, el Eclipse. Pienso en los muñequitos de metegol.

-No te muestro la casa porque están los viejos en la pieza: mi viejo vino recién de laburar y mi vieja está engripada, capaz que en un rato se levanta. Yo nací acá. O sea, nací en el hospital de San Isidro, pero es como si hubiera nacido acá, en esta casa que es esta cocina comedor, el baño, la pieza de mis viejos y la otra pieza del fondo. En la pieza del fondo dormimos mi hermana y yo. Antes dormía también mi hermano, pero murió en enero del año pasado.

-…

-Se le complicó la pulmonía… y alpiste. Tenía 17 años.

Junior S. Lescano nació con un retraso madurativo y una salud muy frágil. Pablo le dedica todo lo que hace. Todo. Hace un año y medio que se murió y todavía le cuesta mucho superarlo. La mayor de las heridas de Pablo es bien visible en todos sus trabajos. En cada uno de los discos que produjo después de la muerte de Junior S., grabó al menos una frase para expresar su dolor por la ausencia : "Para vos, Junior S.", "Junior S., vos sos el angelito que me guía", "Esta canción es para un amor que nunca voy a olvidar… Para vos, Junior S.", o "Para vos, Junior S., y para todos los vagos de la esquina".

-La muerte de mi hermano me pegó como el orto -confiesa-. Es un hermano: no es un teclado, ni un televisor ni un auto. No podés comprarte otro. Te querés matar y decís por qué a mí, laconchadesumadre… Y ahora, para estar mejor, lo único que me queda es hacer música, porque no sé hacer otra cosa. Trabajar, no sé.

El padre de Pablo, Luis Lescano, trabaja como repartidor de Coca-Cola: el éxito de su hijo no alteró en nada su rutina de laburante. Norma, la madre, se ocupa de encargar la ropa para las presentaciones de su hijo y le da una mano con los números. Cuando eran novios, Norma y Luis sólo escuchaban cumbia -los Wawancó, el Cuarteto Imperial- en las fiestas: si tenían que comprarse un disco, preferían a Creedence, a los Beatles y a los melódicos argentinos como Juan y Juan o Katunga. Pablo conoció la música tropical en la casa de su tío, en los pasillos de la villa y en el Tropitango de Pacheco, "la capital de la cumbia", que todavía frecuenta, a veces arriba y a veces abajo del escenario. Hoy es un erudito en la materia: a través de Internet encarga discos que le envían desde Colombia, México y los Estados Unidos. Conoce vida y obra de artistas como Andrés Landero y Aniceto Molina, que para él son infinitamente más importantes que John Lennon o Keith Richards.

La mayor parte de las veces que hablás de minas en tus canciones, te referís a las mujeres de los demás…

-Sí, soy medio gavilán… (Se ríe.) Acá, a esa clase de gente le decimos gavilán…

-Contále del quilombo en la Metro [Metrópolis, de Palermo] -propone el Ruli.

-Fue hace poquito. Qué culpa tengo yo, pa’ qué la lleva a bailar… La mina se separó un cachito del chabón, yo la llamé y vino. La culpa es de ella, no mía… Apareció el chabón, todo mal, la cazó de los pelos y se la llevó. Después me dijo:

"-No te quiero ver ni cerca de mi novia.

"-Qué te pasa a vos, cara de goma, salame, entonces no la lleves a bailar… Yo no la fui a buscar a la mina, ella vino, rescatála a ella, a mí no me jodás…

"Quedó ahí. Si seguía jodiendo, le metía un viandazo. Lo que pasa es que si le metía un viandazo me echaban de la Metro o me llevaban preso. Y no daba para tanto.

Las maestras particulares le ayudaron a terminar la primaria; la tozudez de su madre sirvió para que terminara la secundaria. Pablo era un pibe bravo: desde su más tierna infancia se las arregló con el Ruli para entrar gratis en el circo.

-El chabón del circo necesitaba perros cachivaches para tirarle a los leones. Nosotros le conseguíamos perros y el chabón nos regalaba las entradas.

Contra una de las paredes del comedor, detrás de la tele, se apilan las cajas de sonido, los teclados y la portaestudio de Pablo. En otra pared están el mueble con la computadora y el modular, sede de una muestra permanente sobre los hermanos Lescano. Las fotos cuentan la historia de Pablo, en los diferentes grupos que integró; de Romina, niña y adolescente; del recordado Junior S. Dejada como al descuido entre las fotos, una pistola negra de considerables dimensiones afea la galería familiar.

La segunda vez que lo visito, el remisero no dobla en la esquina adecuada. Nos pasamos un par de cuadras. Andamos despacio, a paso de hombre, hasta que logramos orientarnos y retrocedemos. Ignoramos que alguien nos observa.

Cuando, finalmente, llegamos a su casa, Pablo está en la puerta de calle, vestido con un equipo de gimnasia distinto del de la vez anterior. Saluda, qué tal, todos piolas, y se levanta la campera para que todos vean que lleva encima la pistola. Entramos en su casa, sirve un vaso de Coca y le hago la única pregunta posible, para empezar.

-¿Por qué andás armado?

-(Sorprendido) Por costumbre… Estamos acostumbrados a este tipo de vida y…

Desde la cocina, la madre de Pablo, que escuchó la pregunta, interrumpe a su hijo:

-Porque una vez la pasamos mal. Pablito estaba despidiendo a los pibes del fans club y se metieron adentro. Se llevaron cosas, nos asustaron, tuvimos mucho miedo…

-Por acá pasa gente de todos lados -retoma Pablo-. Está todo piola con el barrio, pero qué pasa si viene alguien de otro barrio, me entendés, lo tenemos que sacar volando, para que se vaya a bardear a otro lado.

-…

-Yo te vi a vos antes que llegaran. Estábamos viniendo para acá en la combi, con el Ruli. En una esquina los habían fichado unos vagos.

-¿Sí?

-Ustedes se pasaron, iban despacito. Ellos estaban a la pesca. Si llegaban a parar para preguntarles, íbamos a tener que ir a rescatarlos…

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Hace tiempo que anda ganando

y la yuta no la puede atrapar

Altochorro, ladrón de bancos

y polenta por demás.

("El altochorro", de Amar y Yo)

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-¿Alguna vez saliste a robar?

-No, mis viejos me educaron para que no lo hiciera. Tuve la oportunidad, pero no me dio para hacerlo. Animarse a meter caños es lo más simple, pero no da… Llegás a meter caños y te sale mal y terminás matando a una persona, o te matan a vos.

-¿Le pasó a alguno de tus amigos?

-(Sonríe)… Tengo varios amigos que están… privados de su libertad. Cinco años por robarse unos ositos en una Shell… Tengo otro amigo preso por robo de automotor… Este año los pibes del barrio nos fuimos de vacaciones a Gesell: éramos quince, veinte, un montón… De esos pibes hay tres que están presos: el Chino, que está en Boulogne; el Chucky -no sé dónde lo mandaron, al Cabeza de Gato ése-, y otro pibito más, el Sucio… Yo te largo por acá a la noche y no sé si llegás a hacer dos cuadras. Es heavy el barrio.

-Hace poco fuimos a bailar -interviene el Ruli- y a la salida compartimos un taxi con unos pibitos que conocíamos de la Metro. Llegamos acá, nos bajamos y resulta que los pibitos le metieron un caño al taxista…

Es heavy el barrio, sí. Por eso es comprensible que circulen rumores y extravagantes leyendas en torno del más popular de los vecinos. El lunes 4 de junio, llamé a Pablo para concertar nuestro tercer encuentro en su casa. Atendió él.

-¿Qué hacés, guachín?

-Bien, ¿vos?

-Acá estoy, en cana…

-¿Eh?

-No, por la tele andan diciendo que estamos en cana los de Damas Gratis… Están en pedo.

Con inexplicable ligereza, varios canales de televisión difundieron la noticia de que Pablo Lescano, el sonidista y el baterista de Damas Gratis habían sido detenidos por un asalto. Lo que sucedió fue tragicómico: en la madrugada del domingo 3 de junio, la policía detuvo a tres ladrones al cabo de un robo en Once, a la misma hora en que Pablo regresaba de sendos conciertos en Tandil y en Azul. Uno de los cacos llevaba una remera de Damas Gratis, como las que Pablo acostumbra regalar en sus presentaciones. Para ver si podía zafar, se le ocurrió decir que tocaba en el grupo. Algún policía no muy despierto creyó el dato y le avisó a la prensa. Algún periodista no muy despierto le creyó y mandó al aire el dato.

-Llegué a mi casa muerto, a la mañana… Apenas me acuesto, me despierta mi vieja.

"-Pablo, ¿qué hiciste?

"-¿Qué hice de qué?

"-En la tele dicen que estás preso…

"-Cómo voy a estar preso si estoy acá…

"Al rato estaban llamando los periodistas… Nos hicieron salir en todos los noticieros…

Más allá del fastidio que provoca el malentendido, a Pablo le molestó que la periodista de tn que lo entrevistó para desmentir el rumor no lo conociera muy bien que digamos:

-Cuando seas famoso y toques en todos lados -le dijo-, acordáte de mí…

-No le dije nada. Pobre: no sabe que ya soy famoso y que ya estoy tocando en todos lados…



Hola, hola…

Hola, ¿Doña Norma?

¿Sí?

¿Sabía que su hijo se anestesia todo el día?

Vive anestesiado.

Vago, atorrante, no trabaja, no hace nada.

Eso, y encima es chorro.

Sí, yo lo vi.

Chorro, chorro de Once.

Salió por "Crónica", salió por todos lados.

(Contestador automático de la casa

de pablo Lescano.)

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Norma de Lescano tiene 42 años y está muy orgullosa de su hijo. Nos sentamos a conversar en el porche de su casa. Más que la madre, parece la hermana mayor de su hijo. Saco cuentas: tenía sólo 19 años cuando lo tuvo. Dice que Pablo es muy dócil, muy mamero, que nunca sale sin avisar adónde va, que ella siempre fue muy absorbente pero que a él jamás le molestó. Dice que recibe llamados anónimos: le dicen que su hijo está anestesiado, que es un vago y Dios sabe cuántas pavadas más, pero que los ignora porque confía en su hijo, porque sabe que no tiene vicios. Que ni siquiera fuma, que sólo piensa en trabajar.

Como buena parte de los músicos tropicales, Pablo inició su carrera musical cuando era chiquito. A los 12 años participó en Sueño de Amar, el germen de lo que hoy es Amar Azul. Cuando cuenta su historia omite este detalle, tal vez porque Sueño de Amar no funcionó, tal vez porque era demasiado chiquito para tomarlo en serio. Pasó, luego, por Capricho de Luna. Se fue antes de que lo echaran, cuando se enteró de que la banda estaba buscando otro tecladista. Entonces entró en Amar Azul. Compuso algunos hits del grupo, con especial predilección por las canciones pícaras.



Quiero confesarte amigo mío

no tomes a mal lo que te digo

Es que tu mujer me vuelve loco

me fue enloqueciendo poco a poco.

("quiero confesarte", de Amar Azul)

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Mientras tocaba en Amar Azul, Pablo tuvo una idea, lógica, básica y perfecta. Si la cumbia es, desde siempre, el género musical más escuchado en la villa, ¿por qué no componer cumbias realistas, ásperas, que describan, precisamente, la dura vida en la villa? Cumbias que hablen de policías y ladrones, de gente que inhala Poxi Ran, de patovicas que le pegan a los chicos en la bailanta… Pablo escribió esas cumbias pioneras y les puso una música tan directa como las letras, bien al grano, despojada de todo ornamento. A fines de los 80 y principios de los 90, de la mano de artistas como Ricky Maravilla y Alcides, la cumbia se había emprolijado, se había vestido de gala para salir en televisión. Así fue asimilada por sectores sociales que hasta entonces la despreciaban. La invención de Pablo representó una enorme patada en el culo de ese estereotipo de cumbia de salón, de negro que pide permiso para que la burguesía le permita entrar en sus fiestas y lo difunda en sus discotecas.

-Cuando armé Flor de Piedra, me trataron de loco, me dijeron que estaba tirando abajo a la cumbia, con lo que nos costó adornarla, ponerle volados… Nadie me daba bola. Entonces ahorré hasta que pude formar un grupo y grabar una producción independiente. Me pagué el estudio de mi bolsillo, produje a Flor de Piedra y le di el master a un pirata para que lo editara él… Recién cuando vieron que vendía, las compañías se empezaron a calentar…

Un fantasma recorre la industria discográfica: el fantasma de la piratería. Todas las fuerzas de la vieja, decadente industria, se han unido en esta santa cruzada para acosar a ese fantasma: la capif (Cámara Argentina de Productores de la Industria Fonográfica), los artistas más vendedores, la sociedad de autores y la asociación de intérpretes. Con tal de detener a su peor enemigo, las compañías pagan costosas solicitadas en los diarios y llenan las calles de gigantografías de músicos con la boca vendada por la maldita piratería. Promueven juicios contra los que fabrican o venden cds truchos, se rasgan las vestiduras por ese espantoso atentado a la propiedad intelectual. Las compañías están dispuestas a cualquier cosa para detenerlos, cualquier cosa menos bajar los absurdos precios de los discos, mucho más caros en la Argentina que en los Estados Unidos. Pablo Lescano es el primer artista de venta masiva de la historia de la música popular de este país que reconoce que les facilita los masters de sus trabajos a los piratas.

-Cuando le cedí el disco de Flor de Piedra a un pirata, lo hice de onda, para que se escuchara. Recién después Leader Music se interesó en el material. Los discos de Damas Gratis, de Amar y Yo y de Jimmy… también circulaban en la calle mucho antes de salir oficialmente a la venta. La piratería no es mi problema, es un problema de las compañías. A ellas les duele más el bolsillo por el asunto. Por mí, que se vayan a cagar. Me dan dos mangos por disco, entonces, que se los metan en el culo… No me interesa. Prefiero dárselos a un pirata y que lleguen a la gente.

-¿Nunca pensaste en armar tu propio sello?

-(Duda)… No sé, bah, no me animo, no tengo tiempo… Yo soy músico, no me jodan. De eso, que se encargue otro. Para mí la moneda no está en los discos, está en los shows y, sobre todo, en sadaic…

La cumbia villera es ahora -al menos, en la Argentina- un subgénero de la cumbia. Los grupos "villeros" brotan como hongos: Guachín, Yerba Brava, Meta Guacha, El Indio… A cada rato aparece uno nuevo, pero Pablo -que no disimula su resentimiento con los imitadores- fue el primero de todos.

-Ahora aparecen los rastreros que me copian todo. Cuando digo todo, es todo… Las letras, las melodías…

-Todo mal con los de Yerba Brava, ¿no?

-Uno de ellos, Damián, es mi amigo, sale a bailar con nosotros y todo. Con los demás, todo mal. Ellos no curten bailanta, son amargos. Donde vive el cantante de Yerba Brava, aparte, no hay villa. Ellos hicieron un tema que dice soy borracho y haragán ("El Pibe Cantina"), y ahora me paseo en mi auto… Está bien, puede ser, pero yo no me gané la lotería: si hice plata, la hice laburando, ¿me entendés? Me llaman El Pibe Cantina. ¿Cuál es el problema? El Pibe Cantina es el más desacatado de todos, el que curte todas, drogas, alcohol, todo lo que sea alucinógeno. Eso es ser cantina. Viste que cuando vas a una cantina están los chabones alucinados, remamados…

-¿ Vos sos "cantina"?

-Y, sí…

-¿Cuál es la droga del barrio?

-Acá, en la provincia… aguante jalar Ran, ¿me entendés? Acá les sacás la ficha porque los vagos tienen las manos, los pantalones todos pegoteados. Aunque ahora al Poxi Ran le sacaron el tolueno, que es la sustancia que te hace alucinar, que te rompe los pulmones. Ahora la onda es el Forté, otra marca que sí tiene tolueno. Además, el tolueno pega mejor…

Cada vez que hablamos sobre su relación con las drogas -una cuestión ineludible, habida cuenta de que unas cuantas letras de los grupos de Pablo se refieren al asunto, tan explícitamente como cualquier canción de Andrés Calamaro- Pablo se define de una manera diferente. Y así como la primera vez que nos vimos asumió su condición de cantina, la segunda vez, se contradijo:

-Yo no curto ninguna. Yo trabajo. Cuando me retire de todo esto, no sé qué va a ser de mi vida, pero estoy en una etapa de producción, de generar cosas… Ya vendrá el tiempo de la joda.

Seguramente, en algún momento el autor de "Quiero Vitamina" ha vivido intensamente como para saber de qué habla cuando escribe sus temas. Sin embargo, Pablo Lescano parece hoy mucho más profesional que descontrolado, un pibe lúcido que sabe que éste es su momento y que es más fácil aprovechar todas las posibilidades que se le presentan si está careta que si está cantina.

La primera vez que me pregunté cómo contar esta historia, en febrero pasado, se me ocurrió compartir un afiebrado sábado de rotation con Damas Gratis. Arranqué a las 12 de la noche en Mundo, de Puente La Noria; terminé a las 6 y media de la mañana en S’ Combro, de José C. Paz. Entre una punta y otra del recorrido, estuve en la cancha de Claypole; en Reflex, de Solano, y en Metrópoli. Inculto en materia de giras por bailantas, soñaba con una noche de sexo, drogas… y cumbia villera: viví, en cambio, una noche de… cumbia villera. Ya te contaré cómo es Damas Gratis en vivo: primero te digo que, antes y después de los conciertos, no hay mucho -casi se diría que no hay nada- para contar. Los músicos llegan al lugar, tocan, se van; llegan-tocan-se van y así durante toda la noche. No tienen camarines. ¿Para qué? No tienen tiempo para tomar un Fernet, ni para apretar con una minita ni para nada. Cuando llegamos y cuando nos vamos, las chicas se le tiran encima a Pablo, lo besan, se sacan fotos con él. En los viajes entre un boliche y otro, los músicos duermen.

Arriba del escenario es otra cosa. Si estás acostumbrado a los conciertos de rock y te vas puteando cuando duran menos de 90 minutos, entonces no vayas a ver a Damas Gratis ni a ningún otro grupo de cumbia, villera o no. Los conciertos de Damas Gratis están programados para durar 22 minutos, el tiempo exacto para que el grupo pueda cumplir con todas sus obligaciones. Si no te alcanza y pretendés más, tratá de averiguar cuál es el último de los shows que el grupo tiene previsto para esa noche. Como ya no tienen que ir a otro lado, como ya nadie los corre, el último show es siempre el más largo.

Siempre es igual. Pablo se calza un teclado rojo en el pecho, ocupa el frente del escenario. "Vamos los pibes", agita, y la banda arranca con el mayor de sus éxitos, "Quiero vitamina". Cuando el público canta el estribillo, desaparece la leve pretensión alegórica de la letra original.

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Yo quiero tomar

cocaína

Me compro una bolsa

y estoy pila pila.

("Quiero vitamina", de Damas Gratis, según la relectura del público)

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Romina Lescano, morocha de pelo lacio, 21 años, hermana de Pablo, es la bomba sexy, la chica del grupo. Es probable que si Pablo la presenta con demasiada pompa, el público pida que la tiren a la hinchada. Richard, el guitarrista de Damas Gratis, está vestido como un músico de reggae. Luce un gorro rasta de lana y una remera de Bob Marley, y juguetea con un cigarrillo, como si estuviera fumando un porro. En la intro del segundo tema, casi siempre Pablo levanta los brazos y dice: "Arriba las palmas de todos los negros cumbieros, este es el show de Damasss Gratisss, este es el show de Damasss Gratisss". Así le marca el tempo de las canciones a sus compañeros. Entonces el noventa y cinco por ciento de los negros cumbieros levanta los brazos y bate las palmas.

A menudo, el segundo tema del show es "Sólo aspirina". Adiviná por qué palabra reemplaza el público a la "aspirina" de la canción. Pablo y Carlos Segovia, el timbaletero, son los únicos músicos esenciales en el sonido de Damas Gratis. No te digo que el resto esté pintado, pero casi. No por casualidad, Segovia toca en todas las grabaciones de Lescano: maneja el touch rítmico cumbiero a la perfección. Los temas de Damas Gratis tienen un leve, hipnótico delay respecto de la cumbia tradicional.

Por lo general, el tercer tema del show es el otro gran hit de la banda: "Se te ve la tanga". Si Pablo está contento con la reacción del público, posiblemente repita su clásico "Vamos los pibes". A veces le reclama al público que modifique la letra:

-Vamos a hacer un cambio. Donde la letra de la canción dice "Tanga", ustedes canten "Zanja".

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Laura…

siempre cuando bailas

se te se te ve

la zanja…

("Se te ve la tanga", de Damas Gratis, versión en vivo.)

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Antes del cuarto tema, casi siempre Pablo pide que levanten la mano todos los que quieren una remera de Damas Gratis. Todo el mundo levanta la mano. Cuando Pablo tira la remera, abajo se pudre. ¿Alguna vez fuiste a la cancha uno de esos días en que, al final del partido, a los jugadores se les ocurre tirarle sus camisetas a la hinchada? ¿Viste los quilombos que se arman? Bueno… El cuarto tema puede ser "El fumanchero" o "Los dueños del pabellón". Si los agarraste con tiempo, tocan los dos y alguno más, y capaz que repiten "Vitamina…" o "La Tanga…" Cuando termine el show vas a estar todo chivado y vas a haber bailado, excepto que no te guste la cumbia, en cuyo caso esta larga descripción te habrá resultado innecesaria.

-A mí me parece que Damas Gratis y la cumbia villera son a la cumbia lo que el punk es al rock -arriesga el guitarrista Richard en la combi, entre Reflex de Solano y Metrópoli de Palermo, mientras sus compañeros duermen. Fijáte: cualquiera puede tocar, no hace falta saber música para tocar esto. Si sonás para la mierda, no importa. Lo esencial es expresarte. Eso es el punk y eso es Damas Gratis.

Cuatro meses despues, camino de la casa de Pablo, se me ocurre que la analogía de Richard no es del todo exacta. Es cierto, sí, que en la Argentina del siglo xxi hay aún menos futuro que en la Inglaterra de 1977. Es cierto, también, que con un poco de voluntad, cualquiera puede tocar esta música, y que en las bailantas a nadie le preocupa si suena bien o para la mierda. La cumbia villera asusta a las tías, igual que el punk. No parece, en cambio, incitar a la rebelión a nadie. Más bien describe una dura realidad e invita a divertirse a pesar de ella.

Hoy no está uno de los Mitsubi-shi: se lo llevó Romina, que volverá dentro de un rato. Pablo invita al remisero a guardar el auto dentro del porche. El remisero lo reconoce: su hija es fan de Damas Gratis. Pablo le regala merchandising villero: calcomanías, pósters, etcétera.

Entramos en la casa, sirve gaseosa para todos y le comento la teoría de Richard. La toma con humor, y con pinzas.

-Si te ponés a comparar el rock con la cumbia, lo nuestro podría ser algo así como el rock stone, como Viejas Locas. De cualquier manera, no hay nada que comparar porque son géneros totalmente distintos. Si a un cumbiero lo comparás con un rockero, se va a enojar; si a un rockero lo comparás con un cumbiero, también se va a enojar.

-¿Te gusta el rock?

-No. A mi hermana, sí. Romina no tiene cabeza y escucha cualquier cosa. Yo soy etnocentrista: para mí es la cumbia y nada más que la cumbia. En cambio ella no, escucha a Roxette, así que te imaginás lo quemada que está … -Habla fuerte para que lo escuche su hermana, que deambula por la cocina.- Drogada de mierda, te voy a matar… Cuando salimos de gira, yo le tiro los discos por la ventana, pero ella no se hace drama. Como tenemos la grabadora de cds, cuando volvemos se los graba de nuevo.

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Refumado estoy flasheando

que Mick Jagger me saludó.

Qué flaco que estoy quedando

con tanto faso y rocanrol.

("La cumbia rollinga", de Amar y Yo)

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Estimulados por la admiración artística, por la intuición comercial o por las dos cosas, en los últimos tiempos, algunos músicos del palo rockero se acercaron a Pablo Lescano, con el propósito de invitarlo a sus grabaciones o a sus shows. Pablo dice haber recibido ofertas de grupos de rock barrial -no hace nombres- y dice que las rechazó porque no le interesaba la música de tales grupos, o porque no veía posible mezclar estilos tan disímiles. Pero si en algún caso era esperable que una banda de rock tocara con Pablo, ese caso es el de Los Auténticos Decadentes, que lo invitaron a grabar nuevas versiones de sus tropiclásicos "Vení Raquel" y "Entregá el marrón" y a compartir un par de apariciones televisivas y un par de shows.

-Siempre nos gustó la cumbia y siempre nos sentimos un poco parte de ese palo. No te olvides que nosotros debutamos en un programa de [el legendario animador bailantero] Pichi Landi -explica por teléfono Gastón Bernardou- y que La Tota Santillán [contemplálo, en toda su inmensidad, en la foto que abre esta nota] participó en el video de "El murguero". Era muy natural que nos acercáramos a Pablo, que compuso un montón de temas que nos gustan mucho.

La fusión Decadentes-Damas Gratis se cristalizó mediante dos apariciones en el programa Pasión Tropical, y en la disco Infierno, de Monte Grande. Allí también estuvo el ex punk y actual rastaman Fidel Nadal, con su banda Anbessa.



Yo tengo un amigo Rastaman

Yo tengo un amigo Rastaman

El es fumanchero de verdad

él fuma su chala

y yo jalo Ran.

("El pibe Rastaman", inedito)

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-¿Por qué no ponen a Pablito en la tapa de la Rolling Stone y se dejan de joder? -arrojará el guante Fidel. Siempre ponen a Charly, a Calama-ro y toda esa mierda…

El viernes 8 de junio, en el estudio Bunker, de la avenida Independencia al 1600, Pablo y Anbessa tienen previsto reunirse para grabar un tema que formará parte del próximo disco de la banda de Nadal. La cita es a las 11.30. A esa hora llegan el Ruli con los equipos y el timbaletero de Damas Gratis, Carlos Segovia. Fidel llega a las 13. Pablo, a las 15.30… ¡Cuatro horas después! Está vestido, como siempre, con un conjunto de gimnasia y un par de zapatillas flamantes: lo acompaña Noelia, una chica rubia que masca chicle y le susurra cosas al oído. El estudio es aséptico y gris. En la recepción hay un televisor clavado en tn, que no se cansa de repetir la noticia del día: Carlos Menem fue arrestado. Pablo envía a Noelia a comprar papitas y salamines para una picada y se sumerge en la pecera. Fidel está adentro, grabando una voz de referencia. Cuando ve a Pablo, cambia la letra de la canción, canta: " Pablito Lescano ha venido…" y abraza a su amigo más reciente.

¿Cómo llegaron a cruzarse dos mundos tan disímiles? Fidel lo detalla con su mística rastafari.

-Para mí, nosotros nos encontramos porque lo quiso El de Arriba. Iba con unos amigos en un auto y escuché en la radio la expresión "cumbia villera", sin saber qué era. Enseguida les dije a mis amigos que a lo mejor estaba bueno mezclar cumbia villera con reggae rasta y ellos no, dejáte de joder, y yo por qué, qué les pasa, y ellos es una mierda, y yo, por qué, y ellos, es grasa, dejáte de joder, con esas letras, y yo, pero qué tienen las letras, y ellos, no, son berretas, pero por qué, de qué hablan, y uno de los pibes dejáte de joder, hay una que se llama "Se te ve la tanga", y yo me empecé a imaginar que cantaba se te ve la tanga, se te ve la tanga, no permitas que usen tu cuerpo como una ganga, y me fui copando, así que no le di más bola a mis amigos. Averigüé cómo ubicar a Pablito, escuché su música; me encantó. Llamé a su representante, le propuse que grabáramos juntos, y acá estamos.

Vamos a robar

almas y corazones.

Nuestra arma es la inspiración

para hacer nuestras canciones.

("Vamos a robar", de Fidel Nadal)

Pablo asumió el mando en la grabación de "Vamos a robar". No sólo tocó su teclado y cantó una parte del tema, sino que, en los hechos, lo produjo. Con la anuencia de Fidel, eligió las mejores tomas de cada músico de Anbessa, propuso arreglos, dictó precisas indicaciones al ingeniero de sonido.

El estudio parece su hábitat natural, donde se siente más a gusto. Pablo es un productor por naturaleza: sabe lo que quiere y sabe cómo pedirlo para que lo entiendan y le den bola. No escuché la versión definitiva, pero "Vamos a robar" parece tener destino de hit. La curiosa fusión entre reggae y cumbia no suena como un experimento de laboratorio. Todo lo contrario: el tema es fresco y pegadizo. Pablo opina que las alusiones a Marcus Garvey [líder nacionalista negro jamaiquino de principios de siglo, ideólogo del panafricanismo] y a la condición rastafari de la letra atentan contra las posibilidades comerciales de "Vamos a robar"; Fidel, sin embargo, le tiene muchísima fe.

En el estudio se produce un auténtico cruce de culturas. El Ruli se explaya sobre uno de sus temas de conversación predilectos: las escenas de pugilato en la bailanta; los miembros de Anbessa lo escuchan fascinados.

-¿Qué tiene Fidel en la cabeza? -le pregunta Noelia a Pablo.

-No sé, preguntále. Che, Fidel, ella pregunta qué tenés en la cabeza. Para mí que son piojos…

Fidel se ríe. Sobre el final de la grabación, Pablo y el Ruli hacen docencia con un breve glosario villero. Nos enteramos que "jeder" quiere decir cargosear a alguien, pegotearse como las moscas, hinchar las pelotas; que "descansar" es provocar verbalmente al prójimo, y que un "meón" es un tipo que se manda una cagada detrás de la otra.

Con la unica excepcion de damas Gratis, donde él mismo se puso al frente, en todos los grupos que formó Pablo, el cantante es ignoto, o está en la mala, o las dos cosas. Daniel Lescano (no hay parentesco entre ellos) había grabado dos discos con el grupo La Charanga, mayor repercusión. Cuando Pablo lo convocó para Flor de Piedra, Daniel acababa de salir de la cárcel de Caseros, donde estuvo encerrado un año y medio por tenencia de drogas, hasta que lo declararon libre de culpa y cargo. Según su versión de los hechos, refrendada por el fallo judicial, el cantante fue víctima de una acusación falsa.

-No conseguía laburo en ningún lado: todo el mundo me daba la espalda -recuerda su calvario Daniel, que también vive en San Fernando, muy cerca de la casa de su ex productor. Pablo pensó que mi temperamento y mi look podían servir para Flor de Piedra. Cuando me mostró por primera vez las canciones, acostumbrado a la cumbia romántica, no me gustaron nada. Ahora estoy orgulloso, porque fuimos los primeros, pero cuando me mostró la letra de "Sos botón…" no quise saber nada. Imagináte que acababa de salir en libertad y no quería más problemas. Por suerte me convenció de grabarla y terminamos vendiendo 150 mil discos.

Le dicen gatillo fácil

para mí lo asesinó

a ese pibe de la calle

que en su camino cruzó.

Vos

sos un botón

Nunca vi un policía

tan amargo como vos.

("Gatillo fácil", de Flor de Piedra)

Ariel fernandez es un viejo amigo de Pablo que había tenido una breve experiencia como músico en Sueño de Amar. Hasta febrero del 2000, Ariel vivía con los 200 pesos mensuales del Plan Trabajar, que conseguía en Gualeguaychú haciendo changas como barrendero. Pablo prometió darle una mano: poco tiempo después, lo invitó a ser la voz de Amar y Yo. Ahora reparte su tiempo entre Gualeguaychú y Pacheco, ahí nomás de la casa de Pablo.

-Yo no lo podía creer, porque me hizo retomar el sueño de ganarme la vida como músico, que había abandonado. Escribió los temas, llevó al estudio a sus músicos, tocó varios instrumentos, me indicó cómo tenía que cantar, y yo hice lo que me decía. Pablo me dio una mano y me enseñó mucho de música. Por lo menos en este género, está un paso adelante de los demás: sabe muy bien lo que le gusta a la gente.

En febrero de 2000, un mes despues de la muerte de su hermano, Pablo Lescano se accidentó con la moto. Debió permanecer seis meses en cama. Por entonces, aún era el tecladista de Amar Azul. Pidió que el grupo le siguiera pagando durante su convalescencia. Amar Azul se opuso. Pablo dejó el grupo. Sin salir de su cama grabó parte del debut de Damas Gratis y escribió el repertorio para Amar y Yo y para Jimmy y su Combo Negro.

Jimmy, el del combo, vive en Pacheco, a diez minutos de la casa de Pablo, con su esposa y sus hijos. Tiene un dogo argentino tan blanco como el traje que usa en la tapa de su disco, que parece un homenaje al negro del viejo comercial de Chocolate Aguila. Había sido compañero de la secundaria de la madre de Pablo, y compañero de laburo del padre. Pablo se reencontró con él cuando Jimmy fue contratado como dj del Tropitango de Pacheco. En febrero del 2000, cuando Pablo tuvo su accidente, Jimmy lo visitó y le llevó unas letras que había escrito su esposa, Marina Sánchez.

-Vos que andás con la música, le dije, si ves que alguna te sirve, usála…

"-Hacéme un favor. -me pidió- Enchufáme el teclado y ponémelo en la falda, a ver qué pasa con estas letras…

-Enseguida le salió la música para un tema que se llamaba "La pollera", y me dijo -cuenta Jimmy-:

"-A ver, cantála un poquito, negro…

"-Estás loco. Yo no puedo cantar ni el arroz con leche.

"-Yo voy a estar cuatro meses en cama. Si me prometés que venís todas las semanas a ensayar, te enseño.

"-Bueno, está bien…

"Así fue que nos encerramos en un estudio y grabamos un disco de cumbia colombiana, bien tradicional, que está funcionando muy bien.

La piedra sobre la cual se edifico el suceso actual de Pablo Lescano, Flor de Piedra, acaba de disolverse. Daniel Lescano se independizó de Pablo. Ahora formó Dany Lescano y La Roca, y espera romper todo con el tema "La pipa de la paz". Cuando Daniel precisa las razones de la separación del grupo, no se priva de tirarle una Flor de Piedra a su antiguo patrón.

-Pablo me puso de nuevo en carrera y se lo voy a agradecer siempre, pero yo quiero cantar mis propios temas y no quiero ser más su empleado. Nosotros cobrábamos por show, y cobrábamos bastante poco: el trato no era justo. Por eso decidí armar La Roca, porque ya es hora de seguir mi propio camino.

El estilo de Amar y Yo es muy similar al de Amar Azul. El nombre del grupo tiene una inocultable carga irónica. Dicen que Miguel D’Aníbale, el cantante de Amar Azul, está ofendido por lo que considera una vulgar imitación de su banda. Fuentes allegadas a Amar Azul me informaron que existe un juicio por los derechos del nombre Amar y Yo.

Ajeno a las polémicas que suscita su persona, Pablo Lescano, el Dr. Dre de la bailanta, sigue su camino. En Villa del Carmen, a seis cuadras de donde vive actualmente, sin apuro, edifica la que será su primera casa propia. Lo único que le importa, dice, es vivir bien, tranquilo, sin tener que ocuparse de otra cosa que no sea la música. Salir de parranda con los amigos en su Mitsubishi y que canten sus temas todos los negros cumbieros. Ese es su homenaje cotidiano para Junior S., y para todos los vagos de la esquina.

Texto de Daniel Riera