La novelesca historia de la princesa y exmodelo de Playboy enfrentada con sus hijastros por el palacio de Caravaggio

La princesa Rita Boncompagni Ludovisi, que nació y se crió en Texas pero ha vivido en la Villa Aurora, una joya inmobiliaria y artística de la capital italiana con el único mural de techo de Caravaggio, durante 20 años, contó que Bill Gates había estado alguna vez interesado en comprar la propiedad, así como un emir de Qatar. (Photo by Vincenzo PINTO / AFP) (Photo by VINCENZO PINTO/AFP via Getty Images)

No todos los cuentos de hadas se cumplen con un "felices para siempre", a veces hay situaciones que hasta los aristócratas (que puede alegarse son una especie al borde de la extinción) no pueden evitar, como es el irse a la ruina o pelear vulgarmente y en público.

Este es el caso de la princesa italiana de origen texano Rita Boncompagni Ludovisi, que en otra época fue cantante, actriz, modelo y playmate de 'Playboy', que ha vuelto a los medios después de mucho tiempo de estar dedicada a su vida privada y obras filantrópicas, porque sus hijastros quieren dejarla en la vil calle y apartarla de la que hasta ahora ha sido su mansión, una villa que es también un recinto de arte y que quieren poner en subasta muy barata, para no dejarle nada a la pobre madrastra.

La princesa Rita Boncompagni Ludovisi (alias Rita Jenrette) posa bajo el único mural pintado por Caravaggio en el mundo, en Villa Aurora, Roma, donde ha residido desde 2001. (REUTERS/Remo Casilli)
La princesa Rita Boncompagni Ludovisi (alias Rita Jenrette) posa bajo el único mural pintado por Caravaggio en el mundo, en Villa Aurora, Roma, donde ha residido desde 2001. (REUTERS/Remo Casilli)

Los conocedores de las beldades que desfilaron en su época de oro por las páginas de la revista creada por Hugh Hefner seguramente recordarán a Rita, que era una rubia sensacional y vivaz cuando estuvo casada con el diputado John Jenrette, un popular político estadounidense de Carolina del Sur, más conocido por su participación en el escándalo de corrupción Abscam, cuando era miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. En diciembre de 1980, Jenrette tuvo que renunciar en medio del escándalo cuando se supo que había aceptado sobornos y fue descubierto por el FBI.

Ni tarda ni perezosa, la astuta Rita —que lo había conocido en 1975 cuando lo entrevistó en una estación de TV local de San Antonio, Texas, donde ella nació, y se casaron a los pocos meses— le aplicó el divorcio, lo dejó sin blanca, y además escribió un artículo que contaba con pelos y señales no solo la corrupción de su ex, también hablaba de sus particularidades sexuales, incluyendo su afición por los tríos con otro hombre y ella (detalle salaz que causó furor durante el juicio) y su alcoholismo.

El artículo se publicó en la famosa revista del conejito en 1981 y no solo eso, en la cubierta apareció Rita cubierta únicamente por una boa de plumas (en interiores venía un pictorial en el que enseñaba hasta la laringe, naturalmente); a partir de ahí, Rita logró lo que tanto deseaba: alcanzar la celebridad y andar en boca de todos. Pronto decidió que iba a ser actriz y apareció en un manojo de películas en las que enseñaba sus atributos, entre ellas una de zombis filmada en Jamaica, donde aprovechó para grabar el single 'Di Reggae Picnic' con el que quería alcanzar el tope de las listas de popularidad, cosa que para su desencanto (pero para beneficio de los oídos de muchos radioescuchas) no sucedió.

Este tropiezo no obstó para que Rita siguiera su persecución de los reflectores y cuando en Hollywood no logró ser un hit, se fue a Nueva York donde se reinventó como comentarista política, anfitriona de fiestas y socialité de tiempo completo. Pronto fue fácil verla a lo largo de los 80 y 90 en todas las fiestas de la ciudad y en las columnas de chismes en las que figuró por hablar pestes (¡qué visionaria!) del millonario Donald Trump y su esposa Ivana (la que ahora vive en discreción total después de verse obligada a firmar un contrato de confidencialidad so pena de perder todo lo que le sacó en su divorcio), por tomarse hasta el pulso en cocktail parties y por participar en diversas obras benéficas.

Rita dejó de figurar prominentemente en la nota rosa hasta ahora, porque se casó en 1999 con el príncipe Nicolò Boncompagni-Ludovisi, que murió en 2018 y con quien se empezó a relacionar en Manhattan unos años antes, siendo ella parte de lo que algunos llaman "glitterati", y cuentan los diarios que el príncipe, que era viudo, cayó rendido a sus pies, para disgusto de sus hijos adultos que nunca aceptaron del todo a Rita, a la que veían como una oportunista rubia oxigenada de dudoso pasado e intenciones funestas.

La princesa Rita Boncompagni Ludovisi posa frente a un retrato de ella con su difunto esposo, el príncipe Nicolo Boncompagni Ludovisi. (Photo by VINCENZO PINTO/AFP via Getty Images)
La princesa Rita Boncompagni Ludovisi posa frente a un retrato de ella con su difunto esposo, el príncipe Nicolo Boncompagni Ludovisi. (Photo by VINCENZO PINTO/AFP via Getty Images)

Resultó que en algo tenían razón: Rita ES una rubia oxigenada de dudoso pasado (aunque ni tan dudoso, está expuesto a ojos del mundo para que la vean y cualquiera puede conocerlo), pero sus intenciones fueron honestas y como ella dijo al 'Correre de la Sera', el diario más prestigiado de Italia, en ocasión de la muerte de su marido, "fuimos muy felices 19 años. Niccolò fue el verdadero amor de mi vida".

Nunca le fue infiel, se mantuvo a su lado hasta el fin y además ayudó a restaurar la Villa Aurora, que por generaciones perteneció a la familia, abriéndola para el estudio de historiadores del arte de todo el mundo que pudieron admirar la vasta colección de arte renacentista y manierista en la propiedad — que incluye una colección de cartas manuscritas por María Antonieta y el único techo-mural conocido del artista barroco italiano Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio.

En 1597, el cardenal Del Monte, diplomático y mecenas del arte, encargó a Caravaggio, que entonces tenía 20 años, que pintara el techo de una pequeña habitación del primer piso que utilizaba como laboratorio de alquimia. El mural, de 2,75 metros de ancho, fue pintado al óleo directamente sobre el yeso y muestra una escena alegórica con los dioses Júpiter, Neptuno y Plutón representando la transformación del plomo en oro. Caravaggio pintó su propio rostro y cuerpo en cada una de las tres figuras. Sólo el mural está valorado en 310 millones de euros. (Photo by VINCENZO PINTO/AFP via Getty Images)

El que Rita convirtiera la masía familiar en una especie de museo (¡de acceso gratuito!) ofendió a la noble parentela de su marido y en cuanto éste estiró la pata, comenzó la batalla campal por la adjudicación de la propiedad que no pertenece al estado sino a la familia, y Rita clamó su derecho a una parte de la misma como viuda de uno de los propietarios (los otros son un hermano y los hijos del difunto).

Princess Rita Boncompagni Ludovisi poses for a photograph outside Villa Aurora, a building that boasts Caravaggio's only ceiling mural, which is up for auction in January with an opening bid set at 471 million euros, in Rome, Italy, November 16, 2021. REUTERS/Remo Casilli
Rita Boncompagni Ludovisi (alias Rita Jenrette) posa en los jardines de Villa Aurora. (REUTERS/Remo Casilli)

El resultado no fue favorable en las cortes y se decidió que la villa, ubicada en la zona conurbada de Roma, sería subastada con todo lo que tiene en su interior (incluyendo las obras de arte y el mobiliario) y que se dividiría entre los deudos en partes porcentuales lo reunido.

Rita trató, inútilmente, de apelar y/o de donar al estado la propiedad o su contenido — los otros no se lo permitieron, actuando como si fueran filisteos— y se tuvo que resignar a la subasta: el precio inicial serían 471 millones de euros. Pero... ¿qué creen? ¡Nadie se presentó!

Fotografías de la princesa Rita Boncompagni Ludovisi y su difunto esposo Nicolo Boncompagni Ludovisi. (Photo by Vincenzo PINTO / AFP) (Photo by VINCENZO PINTO/AFP via Getty Images)
Fotografías de la princesa Rita Boncompagni Ludovisi y su difunto esposo Nicolo Boncompagni Ludovisi. (Photo by Vincenzo PINTO / AFP) (Photo by VINCENZO PINTO/AFP via Getty Images)
La villa es lo que queda de un refugio campestre establecido en el siglo XVI por el cardenal Francesco Maria del Monte y vendido posteriormente a sus actuales propietarios, la noble familia Ludovisi. (Photo by Laurent EMMANUEL / AFP) (Photo by LAURENT EMMANUEL/AFP via Getty Images)
La villa es lo que queda de un refugio campestre establecido en el siglo XVI por el cardenal Francesco Maria del Monte y vendido posteriormente a sus actuales propietarios, la noble familia Ludovisi. (Photo by Laurent EMMANUEL / AFP) (Photo by LAURENT EMMANUEL/AFP via Getty Images)
Foto de la entrada de la Villa Aurora en Roma. (Photo by Laurent EMMANUEL / AFP) (Photo by LAURENT EMMANUEL/AFP via Getty Images)
Foto de la entrada de la Villa Aurora en Roma. (Photo by Laurent EMMANUEL / AFP) (Photo by LAURENT EMMANUEL/AFP via Getty Images)

Ahora la propiedad vuelve a subasta con un sustancial (muy sustancial) descuento, con el fin de que se venda, Rita reciba una parte —mucho menor de lo que habría recibido aún en vida de su marido— y ostensiblemente deje el que fue su hogar por 20 años. La guerra de declaraciones ha sido agria y los hijos de Niccolò Boncompagni-Ludovisi han dejado claro que su madrastra es persona non grata entre ellos.

La villa alberga un maravilloso fresco realizado por el pintor barroco Giovanni Francesco Barbieri, llamado el “Guercino”. Este representa el Carro de la Aurora arrastrado por dos caballos tobianos realizado a principios del siglo XVII en el cielorraso de unos de los salones de un lugar, testigo de un pasado glorioso. (Photo by VINCENZO PINTO/AFP via Getty Images)

¿Volverá Rita a los Estados Unidos a pasar sus años crepusculares lejos de la maledicencia y recordando sus buenos tiempos cuando la correteaban zombis por el trópico? Es posible. O lo mismo se queda en Italia, donde, salvo por su familia política, ha sido bien recibida, sobre todo como patrona de las artes. El destino es incierto para esta muchacha texana nacida en 1949, que quiso tenerlo todo. Pero visto lo visto, seguramente volverá a salir indemne, como de todas las situaciones extremas que la formaron.