Hay una revolución en el fútbol pero no incluye a la directiva de la FIFA | Opinión

La revolución político-económico –el paso del sistema capitalista a otro— no ha sucedido y no creo que ocurra durante lo que me queda de vida. Empero, hoy estamos siendo testigos de una revolución que no es ni política ni económica, sino es una revolución en el deporte del fútbol.

Así es, en el fútbol también hay política; es decir hay una pugna por el poder. Nosotros estamos acostumbrados a ver esa pugna en los pasillos de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) y en sus diversas confederaciones regionales, en donde se crean y se mantienen las figuras que van a dirigir el deporte más importante del planeta.

En el pasado tuvimos verdaderos dictadores que dominaron la dirigencia de la FIFA. Uno de sus grandes líderes, el brasileño João Havelange, estuvo al frente de esta organización mundial desde 1974 hasta 1998 y dirigió con poca ética y con mucha hipocresía: fomentó el nepotismo y el prebendalismo.

Havelange se rodeó de amigos e incluso familiares para llevar a cabo sus proyectos deportivos. Debido a que hizo crecer al fútbol, nadie se animó a denunciar sus descaros y actos de corrupción. Como esos actos delictivos ocurrieron dentro de una jurisdicción nacional, las cortes locales nunca se dignaron en procesarlo.

Más tarde su sucesor, Sepp Blatter, actúo también con prepotencia y, al igual que Havelange, abusó de su poder. Lo procesaron en Suiza por el delito de corrupción, pero la corte de este país lo declaró inocente.

No obstante, muchos de sus compinches de las diversas federaciones regionales, como Jeffrey Webb, ex presidente de CONCACAF; Eduardo Li, ex dirigente de Costa Rica; Rafael Esquivel, ex dirigente de Venezuela; entre otros tantos líderes de fútbol en América Latina, fueron procesados por corrupción, evasión de impuestos, soborno y tráfico de influencia por las cortes de Estados Unidos.

Sin embargo, esa revolución a la que hago referencia no está sucediendo a nivel institucional de la FIFA; no es una revolución que se lleva a cabo en sus pasillos o en las sedes de las confederaciones que la componen.

La revolución está sucediendo en el campo de juego. Los equipos “chicos” están ganando a los equipos “grandes” en Catar por convicción propia y no por los azares del deporte.

A tempranas horas de la mañana del martes, Arabia Saudita le ganó a la Argentina, una de las candidatas al título. El miércoles perdió Alemania a manos de Japón.

Lo anterior nos dice que el fútbol está cambiando y evolucionando. Eso es una buena noticia. ¡Qué les digo! La revolución sería consumada si un equipo chico se sube al altar de la gloria de la FIFA en Catar.

Humberto Caspa, Ph.D., es investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com.