Reseña: Vuelven los Juegos del Hambre con bastante impulso

Dos horas y 37 minutos es bastante tiempo para una “balada”, pero esa es la duración de “The Hunger Games: The Ballad of Songbirds & Snakes” (“Los Juegos del Hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes”).

La concisión nunca estuvo muy a favor en las cuatro películas de “The Hunger Games” (“Los juegos del hambre”), que alcanzaron un aparente final con “Mockingjay — Part 2” (“Sinsajo – Parte 2”) de 2015. Los años que pasaron desde entonces no han hecho nada para reducir las ambiciones de esta serie distópica y atractiva, donde las muertes brutales de jóvenes son vistas como un espectáculo por los habitantes del Capitolio vestidos estrafalariamente como Effie Trinket.

Ese choque entre una alegoría juvenil y una paleta de colores vistosa es igual de pronunciado, si no más, en “The Ballad of Songbirds & Snakes”, una precuela ambientada 64 años antes de los libros originales, adaptada de la novela homónima de Suzanne Collins de 2020.

El filme, que se estrena a nivel internacional este fin de semana, es una historia sobre el origen de los Juegos del Hambre, así como de numerosos personajes, principalmente el cruel presidente Coriolanus Snow, interpretado por Donald Sutherland en las primeras cuatro películas. Aquí, Snow es un estudiante pobre y ambicioso de 18 años interpretado por Tom Blyth.

Al igual que en las películas de “The Hunger Games” protagonizadas por Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), el nuevo filme demuestra cuánto puedes sacrificar en una historia cuando tienes a un protagonista joven y emocionante en pantalla.

La precuela dirigida por Francis Lawrence a menudo se tambalea, especialmente al principio. Y, sin embargo, al final, “The Ballad of Songbirds and Snakes”, impulsada por la actuación de Blyth, logra ser la expresión más profunda hasta el momento del melodrama de la adolescencia de la serie. En Panem, lo único más trágico que el sufrimiento infligido por los adultos a los jóvenes puede ser que un chico brillante se transforme perversamente en uno de esos mayores.

Esa división generacional siempre estuvo en el centro del atractivo de “The Hungers Games”, una fantasía en la que no se puede confiar en ningún adulto o institución, y en la que las presiones normales de la adolescencia se amplifican en un moderno Coliseo Romano televisado, un “American Idol” pero con asesinatos, inventado por los mayores. Es una locura que se ignora diciendo: “Así son las cosas”.

En “The Ballad of Songbirds and Snakes” vemos cómo se dieron las cosas para que fuera así. La 10ª edición anual de los Juegos del Hambre se aproxima, pero se parecen más a los tiempos previos al Super Bowl, cuando la NFL y la AFL jugaban en ligas separadas. La transmisión es de bajo costo, los índices de audiencia son bajos y los juegos se llevan a cabo en un estadio en ruinas.

Coriolanus vive con su prima Tigris (Hunter Schafer) y su abuela (Fionnula Flanagan) con poca comida en la nevera. Su familia ha atravesado tiempos difíciles, en parte debido a una rivalidad familiar con Casca Highbottom (Peter Dinklage), el decano de la academia que odia a los Snow. (Dinklage, cuya irónica presencia añade un toque especial a la película, aparece una vez más en una fantasía extravagante con un hombre llamado Snow).

Mientras los estudiantes se reúnen entre edificios con arquitectura del Tercer Reich (el diseño de producción de Uli Hanisch es estelar) y la fundadora de los juegos, Volumnia Gaul (Viola Davis, majestuosa con un ojo turquesa) observa, a Coriolanus se le asigna su tributo, Lucy Gray Baird, una joven audaz del Distrito 12 (también el hogar de Katniss) que viste una falda colorida y tiene un dudoso acento sureño. Durante la ceremonia de cosecha, ella causa una impresión inmediata, colocando una serpiente en la espalda de un rival y rompiendo a cantar ante las cámaras. Ahí hay algo de concisión, pensé, tienes tu pájaro cantor y tu serpiente, de inmediato.

La Katniss de Lawrence era una guerrera emocionante cuyo papel estelar tuvo repercusiones fuera de la pantalla, allanando el camino para protagonistas femeninas de gran éxito. La Lucy Gray de Rachel Zegler es inevitablemente una decepción en comparación. La película de Francis Lawrence, con guion de Michael Arndt y Michael Lesslie, da por un tiempo da la sensación rancia de un recauchutado innecesario. Las fluctuaciones tonales, siempre un equilibrio complicado en Panem, pueden ser ridículas. El estadio es bombardeado abruptamente por rebeldes invisibles. Una vez que comienzan los juegos, un tributo inventa tener rabia.

Lo que llama nuestra atención es Lucretius Flickerman, interpretado por Jason Schwartzman, un presentador de televisión con bigote a la Salvador Dalí que quiere terminar los juegos sólo para poder hacer una reservación para cenar. Este ha sido un muy buen año para Schwartzman, quien se transformó en “Asteroid City” de Wes Anderson y en “Spider-Man: Across the Spider-Verse” (“Spider-Man: A Través Del Spider-Verso”)

Pero “Songbirds and Snakes” comienza furtivamente a defenderse. La relación entre Coriolanus y Lucy Gray es convincentemente compleja. Él busca desesperadamente ayudarla a sobrevivir a los juegos porque cree en ella y tal vez la ama, pero también porque su éxito lo beneficia a él. Si Lucy Gray es tan pura de corazón como sus canciones es un tema para debatir. Creemos que ambos están jugando astutamente con las cartas que les han dado, buscando una ventaja donde pueden. Cuando Coriolanus comienza a hacer sugerencias para los juegos a Volumnia, demuestra ser un mercader nato.

Que haya tensión en el personaje de Coriolanus, considerando que sabemos cómo termina en última instancia, es muestra del talento de Blyth. Hasta ahora hemos visto muchas precuelas que nos muestran cómo algún villano famoso se hizo malo, pero no hay nada en la actuación de Blyth que indique su futuro. Es un luchador sincero (lo apoyamos por su pobreza y su impulso) que opera en la sociedad en la que se encuentra. Es un villano nacido enteramente de las circunstancias.

“The Ballad of Songbirds and Snakes” extiende la saga por un tercer acto que se desarrolla en el Distrito 12, un añadido que otra franquicia podría haber guardado para la próxima entrega. Pero también es donde la tragedia de “The Hunger Games” y el destino de Coriolanus obtienen algunos de los toques shakesperianos. “Coriolano” (“Coriolanus” en inglés) de Shakespeare trata también sobre un guerrero ambiguo ambientado en tiempos de hambruna y lucha de clases.

“The Hunger Games” inició una moda cinematográfica centrada en los jóvenes que tuvo sus altibajos, pero que se extinguió hace varios años. Queda por ver si “The Ballad of Songbirds and Snakes” será suficiente para reavivar esas brasas. Por lo menos es un recordatorio de cuán buena plataforma ofrecieron a los actores jóvenes. Es un ritual al que vale la pena regresar.

“The Hunger Games: The Ballad of Songbirds & Snakes”, un estreno de Lionsgate, tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por su fuerte contenido violento y material perturbador. Duración: 157 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.