“Si no repudiamos los actos de violencia, se pueden repetir”: selfies, dedos en “v” y militancia copan la Plaza de Mayo

“Si la tocan a Cristina, qué quilombo se va armar”, la arenga que se escucha en la movilización
“Si la tocan a Cristina, qué quilombo se va armar”, la arenga que se escucha en la movilización - Créditos: @Santiago Filipuzzi

“Que día hoy, ¿no?”, dijo Paula, que es cantante en la línea D del subte, mientras el vagón llegaba a la estación Callao, luego de interpretar una canción. Los pasajeros, enmudecidos, asintieron con la cabeza en referencia a la marcha para repudiar el ataque a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En la calle, la sensación es otra: manifestantes con bombos, banderas y redoblantes, y muchas familias con sus hijos, que, alrededor de las 12.30, comenzaron a agruparse en las inmediaciones del obelisco.

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Las banderas argentinas son las protagonistas del día. Algunas tienen impresas el nombre de alguna agrupación política, y otras, la inscripción “Cristina”. Al respecto, Marcelo, vendedor de banderas en Diagonal Norte, no supo precisar a LA NACION cuánto llevaba vendiendo. Con una sonrisa y sin poder tomarse un minuto para conversar, meneó la cabeza en señal de no saber, y continuó con su oficio de comerciante ante las personas que le preguntaban el costo de los diferentes tamaños.

“Es el estandarte que nos representa y moviliza”, señaló Florencia luego de comprar una bandera. Se encontraba a una cuadra de la Plaza de Mayo, con su pareja Roberto y sus hijas Paloma, de 10, y Ana, de 8. “Es necesario manifestarnos pacíficamente en un momento en el que la democracia está siendo maltratada por actos de violencia”, añadió.

Los carritos de bebidas y comidas comenzaron a aparecer alrededor de las 13. Se abren paso entre una multitud que conversa entre sí. “Somos nietos de una generación que perdió a 30.000 personas por querer vivir en una sociedad mejor y creo que cualquier acto en contra de la democracia tenemos que repudiarlo para demostrar que no es algo que pasamos por alto. Si no salimos a la calle a repudiar cualquier acto de violencia, tal vez se pueda repetir”, opinó Santino, de 16 años, que caminaba junto a su tío Hernán por Diagonal Norte hacia la Casa Rosada.

La misma imagen se repetía a lo largo de toda esa zona: familias que conversaban, parejas de la mano, chicos que se sacaban fotos con los dedos en ve, adultos mayores enfocados en su caminata e incluso algunos con bastones y trípodes de asistencia.

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Virginia, de 68, y Oscar, de 72, vinieron desde Ushuaia a la ciudad por motivos personales y se toparon con un día atípico : un feriado que les cambió los planes. No obstante, decidieron movilizarse. “Esperamos explicaciones”, sentenció él, sobre el hecho de violencia perpetrado anoche contra la vicepresidenta, mientras que Virginia opinó: “Hay mucho enojo por cómo se está manejando la causa contra Cristina”.

Alrededor de las 15, un hombre con un parlante en los hombros se paró en el medio de Diagonal Norte, a la altura de Florida, para reproducir la canción “Avanti morocha” de Los Caballeros de la Quema. La multitud empezó a cantar, a levantar los dedos en ve y a silbar, en un claro apoyo a la vicepresidenta.

Laura Navarro, y Paola Pellegrino, ambas de 32, estaban apoyadas contra una pared de los históricos edificios de la zona. “Estamos acá para acompañarnos entre todos después de lo que pasó. Juntarse es una forma de aliviar las cosas horribles que sentimos ayer, además de manifestar un repudio concreto y delimitar los límites de lo que no puede volver a ocurrir”, destacó Navarro.

Entre la multitud, se escuchaba también la arenga: “Si la tocan a Cristina, qué quilombo se va armar”.

Viviana, de 42 años, y Rubén, de 46, decidieron irse de la Plaza de Mayo, justo cuando una columna de La Cámpora avanzaba en dirección contraria por la avenida Rivadavia. “Teníamos miedo de no poder salir después”, señaló Viviana a LA NACION. Y agregó: “Hace un rato se veía gente de a pie, pero ahora todos se están yendo y están llegando las agrupaciones. Ya no se podía respirar ahí”.

Alrededor de las 17.30 y luego de la lectura del documento titulado “La paz social es una responsabilidad colectiva”, por parte de la actriz Alejandra Darín, comenzó la desconcentración.