Los republicanos usan en el Capitolio ataques llenos de intolerancia contra sus adversarios políticos

El senador republicano de Arkansas, Tom Cotton, interroga a un testigo durante una audiencia del Comité Judicial del Senado sobre la explotación sexual infantil en línea, en el Capitolio de Washington, el 31 de enero de 2024. (Anna Rose Layden/The New York Times)
El senador republicano de Arkansas, Tom Cotton, interroga a un testigo durante una audiencia del Comité Judicial del Senado sobre la explotación sexual infantil en línea, en el Capitolio de Washington, el 31 de enero de 2024. (Anna Rose Layden/The New York Times)

WASHINGTON — Cuando la representante republicana de Georgia, Marjorie Taylor Greene, tomó la palabra ante la Cámara Baja este mes para dar a conocer su propuesta de censura a la única congresista nacida en Somalia, comentó que estaba pidiendo castigo para la “representante de Somalia… digo, de Minnesota, Ilhan Omar”.

Antes, esa misma semana, el representante republicano de Texas, Troy Nehls, llamó “rufián” al esposo negro de otra mujer demócrata de color, la representante de Misuri, Cori Bush. Luego, dijo que Bush, quien también es negra, había recibido tantas amenazas de muerte debido a que siempre era “muy escandalosa”.

En una audiencia del Capitolio, el senador republicano por Arkansas, Tom Cotton, interrogó al director general de TikTok, Shou Chew, acerca de su país de origen. Cotton exigió en repetidas ocasiones saber si Chew, quien es de Singapur y de ascendencia china, era chino, si tenía pasaporte chino o si pertenecía al Partido Comunista de China.

“No, senador, le repito que yo soy singapurense”, respondió Chew con inquietud después de afirmar varias veces que no era chino.

Casi al mismo tiempo, los republicanos de la Cámara Baja publicaron su informe sobre la aprobación del juicio político a Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Nacional nacido en Cuba que es el primer latino en encabezar ese departamento. Con un lenguaje inusualmente cargado para ser un informe del comité, el panel hablaba de esta medida con el fin de “deportar de su puesto al secretario Mayorkas”.

El lenguaje fue más feo en privado. En una reunión a puerta cerrada de los representantes republicanos, según Politico, el representante de Tennessee, Mark Green, presidente del panel, se refirió a Mayorkas como un “reptil sin pelotas” debido a su negativa de renunciar a su puesto. Un funcionario de la Casa Blanca reprobó esa declaración y señaló que Mayorkas es judío y que el comentario reflejaba un tono antisemita.

El representante republicano de Texas, Troy Nehls, habla con los reporteros en el Capitolio de Washington, el 24 de octubre de 2023. Nehls le llamó “rufián” al esposo negro de la representante demócrata de Misuri, Cori Bush. (Valerie Plesch/The New York Times)
El representante republicano de Texas, Troy Nehls, habla con los reporteros en el Capitolio de Washington, el 24 de octubre de 2023. Nehls le llamó “rufián” al esposo negro de la representante demócrata de Misuri, Cori Bush. (Valerie Plesch/The New York Times)

Y todo eso sucedió en apenas una semana.

El discurso racista de los congresistas republicanos, tanto en comentarios informales como en declaraciones oficiales, se ha vuelto un lugar tan común que ahora es frecuente que se deslicen sin ninguna verdadera crítica por parte del Partido Republicano. Muchas veces los demócratas solicitan disculpas, pero ya no esperan ninguna respuesta y esas acusaciones inútiles pronto desaparecen dentro del pantano de contenido polarizado de las redes sociales.

Este patrón se está desarrollando mientras el Partido Republicano se vuelve a fusionar detrás del expresidente Donald Trump, quien de manera sistemática hizo declaraciones intolerantes en su primera campaña para llegar a la Casa Blanca y durante su presidencia. Su método ha alentado a algunos republicanos a usar libremente una retórica que denigra a la gente por su origen étnico, religión o nacionalidad.

“La naturaleza del trumpismo es alentar las posturas extremas”, señaló el representante demócrata negro de Nueva York, Ritchie Torres. “Ya sea que estén increpando a un testigo asiático por sus lealtades étnicas, deshumanizando a un miembro del gabinete, acusando a una mujer musulmana de traición o describiendo a un negro como rufián, los congresistas republicanos están traspasando límites que nunca deberían cruzar”.

Torres mencionó que la triste realidad era que “los grupos extremos han concluido que tal vez el racismo es moralmente malo, pero políticamente bueno”.

“En vez de representar a lo mejor de Estados Unidos, el Congreso cada vez más representa a lo peor”.

Si los republicanos del Capitolio tienen intereses similares, casi nunca los ventilan públicamente. La oficina del portavoz Mike Johnson no hizo comentarios sobre estos incidentes recientes.

El Partido Republicano, que durante décadas ha dependido principalmente de los electores blancos, por mucho tiempo ha explotado el temor y el prejuicio para activar sus bases, ya sea que Barry Goldwater rechace abiertamente la Ley de Derechos Civiles de 1964 o que George H. W. Bush use al convicto negro Willie Horton en un anuncio de su campaña para la presidencia en 1988.

Trump sobrealimentó esa estrategia e ingresó a la conversación política nacional impulsando la mentira racista de que el expresidente Barack Obama, el primer mandatario negro del país, no había nacido en Estados Unidos.

Como presidente, Trump sistemáticamente hacía comentarios racistas abiertos y llamaba a las naciones africanas “países de mierda”, decía que había “gente muy buena en ambos lados” de un mitin de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, y afirmaba que las cuatro congresistas demócratas de color conocidas como “el escuadrón” “regresaran” de donde vinieron. (De las cuatro, Omar es la única que no nació en Estados Unidos).

En fechas recientes, Trump se refirió a Nikki Haley, su rival para la nominación republicana que es hija de inmigrantes indios, como “Nimrada”, al deletrear mal su nombre de pila Nimarata. También amplió las publicaciones en redes sociales afirmando sin fundamento que ella no había nacido en Estados Unidos.

Un vocero de la campaña de Trump, Steve Cheung, no se disculpó por el lenguaje de Trump cuando dijo que “El presidente Trump dice la verdad y cuantas más personas sigan su ejemplo y digan lo que piensan, mejor”.

Los comentarios racistas se identifican con la coalición política de Trump, la cual es 85 por ciento blanca en un país donde el 59 por ciento de las personas son blancas y cada vez son menos. Los congresistas republicanos también han querido capitalizar los agravios de sus bases.

Stuart P. Stevens, un exestratega republicano que ha calificado al Partido Republicano como “un partido blanco de agravios”, atribuyó la reciente oleada de discursos racistas directamente a Trump.

“No se tiene que argumentar que Trump hizo que la gente fuera más racista, pero no creo que se pueda rebatir el hecho de que sí le dio permiso a la gente para externar sus opiniones racistas”, señaló Stevens en una entrevista.

“Tenemos a una persona que está contendiendo para la nominación republicana para presidente que se burla de la herencia étnica de su oponente”, señaló, refiriéndose al uso incorrecto que hizo Trump del nombre de pila de Haley. “No hay ningún grupo del Partido Republicano que castigue esto”.

Tal parece que las denuncias de los demócratas solo envalentonaron a los republicanos.

En su resolución de censura, Greene acusó a Omar de hacer “declaraciones traidoras” y de actuar como un agente extranjero del gobierno somalí. Greene estaba reaccionando a un video de Omar en el que hablaba en somalí, el cual circuló en las cuentas de redes sociales de la derecha citándola de manera incorrecta cuando dijo que era “somalí primero” e impondría la política estadounidense con respecto a Somalia.

Desde entonces, muchos medios de comunicación independientes han desmentido esa traducción. De hecho, los comentarios de Omar estaban en consonancia con la postura oficial del gobierno hacia Somalia.

“Durante el tiempo que yo esté en el Congreso, nadie tomará el mar de Somalia”, señaló. “Y Estados Unidos no apoyará a nadie para que nos robe”.

No obstante, eso no logró que Greene siguiera avanzando con su propuesta, la cual cita la traducción errónea. Aunque algunos republicanos decían que era poco probable que la apoyaran, Greene insistió en que no iba a “revocarla ni a dar marcha atrás”.

Sus acciones provocaron una denuncia del representante demócrata de Massachusetts, Jim McGovern, la cual desencadenó un conflicto en las redes sociales. Después de que Greene se burló de los hábitos de McGovern en el baño, él respondió: “¿No se le está haciendo tarde para la reunión del Klan?”.

Mientras tanto, los demócratas dijeron que el comentario de “reptil” para referirse a Mayorkas era una prueba de que el proceso de juicio político en sí estaba motivado por el racismo.

“Los comentarios del presidente Green son producto del fanatismo”, señaló la representante demócrata de Illinois, Delia Ramirez. “Todo este proceso de juicio político ha sido una gran escena de intolerancia y prejuicios”.

Los republicanos no ofrecieron ninguna prueba de delitos importantes ni menores en su cometido por que Mayorkas sea el primer secretario del gabinete en funciones en la historia de Estados Unidos en ser destituido. Más bien lo acusaron de alentar de manera deliberada una “invasión” de inmigrantes y aprobaron su juicio político en una segunda votación después de que fracasara su primer intento.

El AAPI Victory Fund, un comité de acción política que apoya a los candidatos asiático-estadounidenses, tachó el interrogatorio de Cotton de “vergonzoso, abiertamente racista y sumamente peligroso”. Pero el senador lo defendió en una entrevista con Fox News.

“Es totalmente lógico seguir una línea de interrogatorios acerca de si él mismo, al igual que su empresa, está sujeto a la influencia del Partido Comunista de China”, afirmó Cotton.

El representante demócrata de Nueva York y líder de la minoría Hakeen Jeffries comentó que el comentario de “rufián” de Nehls era “lamentable” y “lanzado sin duda en un lenguaje racialmente incendiario”. Jeffries exigió una disculpa.

Pero no la hubo.

c.2024 The New York Times Company