Los republicanos ponen fin al estancamiento del Congreso de EE.UU. con la elección de un aliado de Trump como presidente
WASHINGTON.- Luego de casi un mes de caos y parálisis, el Congreso de Estados Unidos se prepara para volver al trabajo y discutir el paquete de asistencia militar para Israel y Ucrania de la Casa Blanca. Mike Johnson, un congresista de Louisiana ignoto para la gran mayoría del país, logró poner punto final a la “guerra civil” del Partido Republicano y reunió los votos necesarios para convertirse en el nuevo presidente de la Cámara de Representantes, despejando el camino para retomar la agenda legislativa.
Johnson se convirtió en el nuevo presidente de la Cámara baja del Congreso y la tercera figura en la línea de sucesión presidencial luego de una agria disputa interna del Partido Republicano, a quienes les llevó 22 días y varias votaciones a puertas cerradas encontrar a la persona capaz de cerrar la grieta que divide a la oposición entre los legisladores moderados y los trumpistas.
Al final, Johnson, un férreo conservador, aliado de Donald Trump, quien llegó a invocar a Hugo Chávez para deslegitimar el triunfo del presidente Joe Biden en la elección presidencial de 2020, logró reunir el respaldo necesario.
“A mis colegas, quiero agradecerles a todos por la confianza que me han dado para liderar en este momento histórico y sin precedentes en el que nos encontramos. Los desafíos son grandes, y el momento para la acción es ahora, y no los defraudaré”, dijo Johnson, luego de tomar el martillo, al brindar su primer discurso como 56to presidente de la Cámara de Representantes desde el podio de la Cámara baja.
Unos minutos antes, Biden había difundido un comunicado renovando su predisposición a trabajar en conjunto con los republicanos para tejer acuerdos bipartidistas. La prioridad de Biden es evitar un nuevo shutdown a fines de noviembre, y lograr que el Congreso apruebe un megapaquete de 105.000 millones de dólares en gastos adicionales para ampliar la asistencia militar a Israel y Ucrania, enviar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, fortalecer la seguridad en la región Indo-Pacífico –dominada por las tensiones con China–, y reforzar la seguridad en la frontera con México, un frente sensible donde la Casa Blanca mantiene una dura disputa con los republicanos.
El nuevo paquete llega cuando el gobierno de Biden intenta sostener el respaldo decisivo de Estados Unidos en los dos principales conflictos globales: la guerra en Ucrania desatada por la invasión de Vladimir Putin, y el nuevo enfrentamiento entre Israel y Hamas en Medio Oriente que abrió el último ataque de la organización terrorista. El plan busca además “desalentar” otro conflicto en Taiwán o en el Mar de la China Meridional en medio de la creciente rivalidad entre Washington y Pekín.
“Como dije cuando comenzó este proceso, quienquiera que sea el presidente [de la Cámara], intentaré trabajar con él de buena fe en nombre del pueblo estadounidense”, dijo Biden en su comunicado. “Es un principio al que siempre me aferré y por el que he actuado: promulgar una importante legislación bipartidista sobre infraestructura, superar a China, reformar las armas y brindar atención a los veteranos”, agregó.
A Biden lo espera un arduo trabajo con Johnson, que llegó al cargo luego de que los propios republicanos montaran una rebelión en contra del anterior presidente, Kevin McCarthy, molesto por las concesiones que había acordado con la Casa Blanca para evitar un cierre del gobierno federal. El ala dura de la oposición busca reducciones de gastos mucho más profundas, y ha puesto reparos para continuar con la ayuda militar a Ucrania.