Republicanos ponen en duda que DeSantis esté reiniciando su campaña

Varias medidas tomadas por el equipo político del gobernador Ron DeSantis en los últimos días está suscitando especulaciones sobre un reinicio de la campaña. Quizá sea más fácil decirlo que hacerlo.

Frente a una brecha persistente en las encuestas con su principal rival, el ex presidente Donald Trump, y los primeros indicios de problemas financieros, la campaña de DeSantis ha adoptado algunas medidas para corregir el rumbo y tranquilizar a los partidarios ansiosos ante las perspectivas presidenciales del gobernador.

El fin de semana pasado despidió a un puñado de empleados de bajo nivel, mientras que dos altos asesores dejaron la campaña la semana pasada para trabajar en una organización política sin fines de lucro que apoya la candidatura presidencial de DeSantis. El martes concedió una entrevista a Jake Tapper, de CNN, el tipo de medio noticioso al que ha criticado fuerte y públicamente durante años.

Sin embargo, algunos republicanos no están convencidos que un reinicio de la campaña esté en marcha, señalando que DeSantis tiene una propensión a redoblar sus esfuerzos en situaciones difíciles en lugar de cambiar de rumbo.

“No le veo reconfigurando nada”, dijo Ford O’Connell, un estratega republicano. “No cambiará el ADN de Ron DeSantis y de repente se convertirá en algo nuevo. Tiene que encontrar una manera de cambiar su mensaje sin cambiar quién es, porque eso no va a suceder”.

Jason Miller, asesor principal de la campaña de Trump, sugirió que DeSantis no podría corregir el rumbo, aunque quisiera.

“La verdadera historia es que la campaña de DeSantis no sabe cómo dar vuelta a las cosas”, dijo Miller en una declaración a reporteros.

Aunque su campaña despidió a algunos empleados el fin de semana, la estrategia y los equipos de comunicación de DeSantis permanecen en gran parte intactos. Y hay poca o ninguna evidencia que esté a punto de modificar su mensaje o su imagen pública.

En una escala de campaña en Tega Cay, Carolina del Sur, el lunes, el gobernador continuó arremetiendo contra el “adoctrinamiento de los niños” y volvió a atacar a Trump por no despedir a Anthony Fauci, ex asesor de Salud Pública de la Casa Blanca que estuvo al frente de la respuesta del gobierno federal al coronavirus.

El martes, DeSantis dio a conocer un plan para “erradicar el progresismo de las fuerzas militares”, en consonancia con su antiguo enfoque en asuntos de la guerra cultural y el llamado progresismo. Prometió reincorporar a los miembros del servicio que fueron despedidos por desafiar el mandato de la vacuna contra el COVID y poner fin a los programas de diversidad y equidad dentro de las fuerzas armadas.

El acercamiento directo de DeSantis a medios tradicionales también ha sido relativamente limitado. Su entrevista del martes en CNN no fue exactamente un asunto de máxima audiencia. Duró solo unos 15 minutos y se emitió a las 4 p.m., una franja horaria que suele atraer a una audiencia mucho menor que los noticieros nocturnos de mayor audiencia.

Su presentación en CNN estuvo notablemente libre del típico aire de queja y combatividad que ha definido la mayoría de las interacciones del gobernador con los medios hostiles. Pero DeSantis se ciñó en gran medida a sus trillados temas de conversación. Rechazó la sugerencia de que se había movido demasiado a la derecha para atraer a un electorado más amplio y rechazó las preguntas sobre sus bajas cifras en las encuestas.

“La realidad es que se trata de un proceso por estados. No estoy haciendo una campaña para intentar sacar jugo a donde sea que estemos en las encuestas nacionales”, dijo. “No pasa nada. Definitivamente lo estoy haciendo mejor que los demás”.

Los reinicios de campaña son también empeños notoriamente arriesgados. Alex Conant, que asesoró al senador federal Marco Rubio en su infructuosa candidatura a la presidencia por el Partido Republicano en 2016, dijo que es común que las campañas modifiquen su estrategia y niveles de personal, pero pocas lo han hecho con gran éxito.

Señaló al difunto senador John McCain, quien reorganizó su campaña presidencial en el verano de 2007 antes de ganar la nominación del Partido Republicano al año siguiente. Pero la reorganización de McCain es más la excepción que la regla, dijo Conant.

“Cada campaña es diferente. McCain sacudió su campaña porque tenía que hacerlo”, dijo Conant. “Pero no hay muchos ejemplos de candidatos que hagan eso. Ya es bastante difícil desarrollar una campaña presidencial. Es casi imposible desarrollar una segunda en medio de la temporada de campaña”.

DeSantis todavía enfrenta retos reales. Esperó mucho más que muchos candidatos para lanzarse a la contienda, lo que permitió que Trump lo criticara durante meses con poca o ninguna respuesta. Y cuando finalmente lanzó su campaña en mayo, no vio el tipo de repunte en las encuestas que los candidatos esperan en los días y semanas posteriores al anuncio de su candidatura.

A pesar de la confianza inicial de que era el candidato mejor posicionado para destronar a Trump como líder ostensible del Partido Republicano —especialmente después de su enorme victoria en la reelección por 19 puntos el año pasado—, DeSantis ha pasado apuros para salir de un distante segundo lugar.

Y aunque recaudó $20.1 millones en las primeras seis semanas de su candidatura presidencial, una declaración de financiación de campaña presentada el fin de semana mostró que había agotado en gran medida a los donantes de alto valor y gastado dinero a un ritmo vertiginoso. De los $12 millones que le quedaban en el banco a finales de junio, solo $9 millones pueden usarse en las primarias.

Andrew Romeo, portavoz de la campaña de DeSantis, se negó a decir si la operación política del gobernador está reevaluando su estrategia. En un comunicado, insistió en que DeSantis sigue siendo el candidato más fuerte para derrotar al presidente Joe Biden el próximo año y está bien preparado para “llegar hasta el final”.

“Los estadounidenses se están uniendo detrás de Ron DeSantis y su plan para revertir los fracasos de Joe Biden y restaurar la cordura en nuestra nación, y su impulso solo continuará a medida que los electores lo vean más en persona, especialmente en Iowa”, dijo Romeo. “Derrotar a Joe Biden y a los $72 millones que lo respaldan requerirá una campaña ágil e impulsada por el candidato, y estamos desarrollando un movimiento para llegar hasta el final”.

Cuando todavía faltan unos seis meses para los concilios políticos de Iowa, los republicanos reconocieron que la contienda de las primarias del Partido Republicano es fluida y señalaron que DeSantis todavía está en una posición mucho mejor que la mayoría de los aspirantes presidenciales del partido, la mayoría de los cuales han pasado apuros para superar 10%.

Aun así, dijo Conant, las “narrativas negativas” como las que rodean los apuros de campaña de DeSantis pueden desgastar a un candidato.

“El problema en la política presidencial es que las narrativas negativas pueden llegar a cumplirse”, dijo Conant. “Si existe la idea de que no le va bien, eso ahuyenta a los donantes, impulsa la cobertura negativa y hace que sea realmente difícil contar algo positivo”.