¿Los republicanos abandonarán su triunfo médico?

Hace 20 años, el Partido Republicano comenzó la que podría ser la iniciativa gubernamental que más vidas haya salvado en la historia moderna. Cambió el rumbo del sida en todo el mundo y hasta hoy ha salvado 25 millones de vidas, el equivalente a toda la población de Australia.

Así que es un reflejo de la insensatez que ha infectado al Partido Republicano que hoy algunos conservadores repudien lo que quizá sea lo mejor que han hecho, al estar en contra de la reautorización de este programa.

El PEPFAR, la sigla del Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del Sida, tiene una autorización legislativa que expira a fin de mes. Y los republicanos están en contra de que se vuelva a autorizar.

Los republicanos deberían sentirse extremadamente orgullosos de la valentía que mostraron al crear el PEPFAR, que proporciona medicamentos antirretrovirales a los pacientes de sida y opera en más de 50 países.

La devastación del sida en las décadas de 1990 y 2000, en especial en el sur de África, puede ser difícil de entender en la actualidad. La intimidad se volvió letal. Se calculaba que el sida mataría a 100 millones de personas en los próximos 20 años.

El PEPFAR cambió todo eso. Controló la enfermedad y devolvió a los países su futuro.

El ataque al PEPFAR se aceleró en mayo tras un informe de la Fundación Heritage, una organización conservadora, que advertía, sin tener pruebas, que el gobierno de Biden estaba utilizando el programa para promover una “agenda social radical”, que incluía la liberalización del aborto.

Los críticos conservadores, al ver que se estaba formando una cruzada, se apresuraron a unirse a ella. Señalaron que algunos dólares del PEPFAR se habían destinado a organizaciones sin fines de lucro que también, con otros recursos, apoyaban la interrupción del embarazo. Eso es cierto. Pero las políticas públicas de Estados Unidos garantizan desde hace tiempo que las cuentas están separadas y que los dólares estadounidenses no paguen abortos. No hay nada nuevo aquí y resulta bastante irritante que los republicanos se jacten de ser “provida” por atacar un programa que salva vidas a una escala sin precedentes.

Por desgracia, algunas organizaciones conservadoras han dicho que sus tarjetas de puntajes políticos para calificar a los miembros del Congreso incluirán un voto para reautorizar el PEPFAR en su forma actual como un voto a favor del derecho al aborto. Esto lo convierte en algo tóxico para muchos congresistas republicanos que temen dejar de tener un historial “provida” perfecto.

La crítica de la Fundación Heritage también argumentó que el sida es sobre todo una “enfermedad de estilo de vida” y como tal “debería suprimirse mediante la educación, la persuasión moral y las sanciones legales” en lugar de los medicamentos. Esa frase apesta a mojigatería. Durante lo peor de la epidemia, conocí a mujeres zambianas cuyos maridos trabajaban como mineros lejos de casa; las mujeres tenían terror de que cuando sus maridos, a los que amaban, volvieran a casa de vacaciones, tuvieran que acostarse con ellos y arriesgarse a morir si sus maridos habían tenido un desliz.

En aquel entonces, se decía que lo más peligroso que una mujer en ese país podía hacer era casarse. Si los conservadores estadounidenses quieren combatir el sida señalando con el dedo en lugar de con antirretrovirales, esas mujeres volverán a estar en gran peligro.

Esta crisis sobre la reautorización tiene que ver con la fiebre que ha acosado a elementos del Partido Republicano, que provoca que algunos senadores y miembros de la Cámara de la Representantes estén sumidos en lo que parece ser un delirio. Una encuesta del PRRI de 2021 reveló que el 23 por ciento de los republicanos está de acuerdo en que “el gobierno, los medios de comunicación y el mundo financiero de Estados Unidos están controlados por un grupo de pedófilos adoradores de Satán que dirigen una operación mundial de tráfico sexual de menores”. Incluso ahora, unos dos tercios de los republicanos creen que el presidente Joe Biden no fue elegido de manera legítima. Solo el 40 por ciento de los republicanos dicen que los beneficios de las vacunas contra la COVID-19 superan los riesgos (razón por la cual la investigación indica que esta enfermedad puede haber matado a un número desproporcionado de republicanos).

Los críticos republicanos, en principio, dicen que siguen estando a favor del PEPFAR, pero solo si hay cambios o un periodo de reautorización más corto, lo que minaría la confianza en el programa (hay que pensarlo como una muerte por cada 1000 dólares en recortes). Si el PEPFAR no es reautorizado antes de su vencimiento a fin de mes, aún continuaría si el Congreso le asigna más fondos por separado, pero con dificultades.

Las denuncias del PEPFAR horrorizan a los adultos del Partido Republicano, que reconocen lo importante que ha sido el programa.

“Esto es lo que mejor hace Estados Unidos”, dijo Condoleezza Rice, asesora de seguridad nacional y secretaria de Estado durante la presidencia de George W. Bush.

“No echemos por la borda uno de los momentos realmente grandiosos, cuando Estados Unidos asumió este extraordinario reto de la gente que estaba muriendo por esta pandemia e intervino y empezó a salvar vidas”, señaló Rice. “Simplemente, no entiendo por qué no querríamos seguir haciéndolo”.

El PEPFAR es una razón por la que las encuestas muestran que África es una de las partes del mundo que más a favor está de Estados Unidos. China compite por los corazones y las mentes de los africanos y la lucha de Estados Unidos por reautorizar el PEPFAR equivale a un regalo para Xi Jinping.

A principios de este año, reprendí a los demócratas por no reconocer el heroísmo de Bush al crear el PEPFAR. Escribí esa columna porque todos tenemos prejuicios cognitivos que nos llevan a adoptar narrativas autocomplacientes en las que nuestro propio bando lucha virtuosamente contra los idiotas del otro bando. El PEPFAR nos recuerda la complicada verdad de que, en 2003, Bush inició una guerra catastrófica que mató a cientos de miles de personas y, al mismo tiempo, puso en marcha un programa que salvó 25 millones de vidas.

¿Esto nos vuela la cabeza? Por supuesto que sí. Pero eso no es necesariamente malo. La capacidad de desenvolverse en un mundo desordenado y contradictorio es una señal de madurez y de buen gobierno.

Ahora son los republicanos los que necesitan reunir la madurez para gobernar. Y en ese sentido, la reautorización del PEPFAR es una prueba para un partido político antaño grandioso que ahora a veces parece estar luchando contra la psicosis.

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