Rehén israelí liberado relata el horror y la humillación que sufrió bajo el cautiverio de Hamas

Rehén israelí liberado relata el horror y la humillación que sufrió bajo el cautiverio de Hamas

En su primera entrevista desde su liberación, el exrehén israelí Omer Wenkert relató los aterradores momentos de su secuestro por combatientes de Hamas, donde se salvó por poco de morir quemado, y describió el trato brutal que sufrió en Gaza.

Wenkert fue secuestrado en el festival de música Nova el 7 de octubre y pasó 505 días en cautiverio.

Se había refugiado tras el ataque, que inicialmente creyó que fue obra de “tres o cuatro terroristas” y esperaba que “en un instante, las Fuerzas de Defensa de Israel llegaran y los neutralizaran”. En cambio, se encontró con una implacable “sinfonía de Kalashnikovs” y explosiones de granadas.

“No se detuvo. Largos minutos, decenas de ellos, sin un solo segundo de pausa”, declaró al Canal 12 de Israel, en referencia a los tiroteos.

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Dentro del refugio, se desató el caos con la detonación de granadas, que dejó cuerpos esparcidos por todas partes, y Wenkert creyó que la muerte era inminente. “Tres granadas ya habían explotado dentro del refugio. Pude ver cuerpos en el borde. La gente gritaba; uno gritaba: ‘¡Me han cortado la pierna, que alguien venga a ayudarme!’”.

Con 22 años en ese momento, se enfrentó a la sombría perspectiva de ser quemado vivo, un destino que describió como “la peor muerte posible”. Con el refugio lleno de humo y lo que describió como granadas cargadas de sustancias químicas, respirar se volvió casi imposible.

Recurrió a colocar cadáveres sobre su cabeza para protegerse en caso de que hubiera más disparos.

“Simplemente los puse sobre mi cabeza… Quería hundir la cabeza lo máximo posible, pero iba quedando expuesta poco a poco, porque cada vez que colocaba un cuerpo, explotaba otra granada y todo se movía”, dijo.

Describió la histeria con la gente gritando, y tras sentir la sensación de ser quemado vivo, decidió abandonar el refugio, donde fue capturado.

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“Mis padres no merecen que regrese incompleto. No estaba dispuesto a quemarme ni a asfixiarme; no estaba listo para morir así”, explicó.

En su viaje a Gaza, intentó asegurar que su familia conociera su destino. Desnudo y exhibido en un camión entre una multitud de civiles, encontró cientos de teléfonos grabando su difícil situación.

“Tengo que mirar todas las cámaras”, pensó, con la esperanza de que una sola imagen llegara al mundo exterior como prueba de que estaba vivo.

En la clandestinidad, inicialmente creyó ser el único rehén hasta que descubrió que estaba retenido con otros cautivos tailandeses.

Lo golpeaban con cañones de pistola y palancas, y recibía escasas raciones de dátiles y pan de pita, con medio litro de agua compartido entre dos personas al día.

En su cumpleaños número 23, lo golpearon con una barra de hierro, un “regalo” que lo llevó a un punto de quiebre emocional donde lloró antes de desearse feliz cumpleaños.

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Los acuerdos fallidos con los rehenes alimentaron aún más la ira de sus captores, quienes lo obligaban a hacer flexiones y sentadillas mientras le lanzaban queso mohoso a la cara o rociaban repelente de insectos sobre sus pertenencias.

Para Wenkert, el momento más humillante fue que le dieran comida en un plástico sucio y mohoso.

“Y piensas que lo mínimo de humanidad es que me traigan la comida como es debido. En concreto, eso fue lo más humillante para mí”, dijo.

CNN se comunicó con Hamas para solicitarle comentarios sobre las afirmaciones de Wenkert.

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