"Me regañaban por actuar como niño", dice profesor de Ingeniería

María Cabadas

CIUDAD DE MÉXICO, julio 3 (EL UNIVERSAL). - Freder Bidegain nació como Frida hace 39 años. Hace nueve meses inició su proceso de transición y confiesa que dar este paso fue muy liberador en su vida. Ahora, busca visibilizar el tema de la transexualidad.

Freder actualmente es profesor en las facultades de Ingeniería y de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde dice que encontró un gran apoyo y respaldo.

"Cuando tenía cuatro o cinco años de edad, me hacía llamar Carlos y jugaba con varios niños que vivían en la vecindad. Incluso, las mamás de mis amigos me identificaban como Carlos. Y de alguna forma sabía que las estaba engañando. Porque mi mamá ya me empezaba a explicar que había niñas y niños, pero yo insistía en que no", comenta.

Platica que en varias ocasiones fue regañado. Y narra que cuando tenía seis años, los señalamientos de los adultos fueron más duros y violentos al insistirle que era una niña, no un niño. Dice que no se le restringían los juegos, ni su manera de vestir.

"Eso sí, mi mamá era feminista de la tercera ola, por lo que creía que las mujeres tenían que desarrollarse como quisieran. Eso para mí fue muy importante porque tuve una madre que, si bien le asustaba toda esta idea de que yo no me identificaba como niña, me dejaba jugar futbol, usar shorts, permitió que trajera el cabello corto. Fueron cosas que fui negociando con mi mamá a los cinco o seis años", refiere.

Cuenta que cuando ingresó a la primaria, vino la imposición de utilizar la falda del uniforme. Y recuerda que fue ahí donde se enfrentó al primer conflicto con él mismo.

"Me di cuenta de que tenía que ser una niña. De hecho, se me premiaba si usaba la falda, el moñito en el cabello y era sancionado y regañado cuando decía que era un niño. Claro, me enfrenté al rechazo de mis compañeras y compañeros, porque las niñas me insistían en que debía de tener el pelo largo y los niños me decían que no podía jugar con ellos porque era una niña. Eso me generaba mucho malestar.

"Llegó ese momento en mi vida en el que ya no podía decir que era un niña porque el uniforme así me lo dictaba y el cómo tenía que comportarme en la escuela. Pero al llegar a casa, mi mamá me permitió andar de shorts, gorra, jugar a las canicas. Empecé a preocuparme si algún día podría ser papá, si me iba a poder casar. También supe que me gustaban las niñas desde muy chiquito. Y fue a finales de la prepa que me declaro abiertamente lesbiana y conocí a lesbianas masculinas", dice.

Ese paso lo dio en el año 2000, cuando era censurado tener una orientación sexual diferente.

"Ser lesbiana era todo un tabú. Eso le generó mucho estrés a mi mamá, no porque no me aceptara, sino porque temía que alguien me fuera a hacer algo en la calle", platica.

El profesor universitario comenta que hasta hace poco tiempo comenzó a estudiar lo que es el feminismo, así como otros estudios de género que le permitieron adentrarse en el machismo, la misoginia y el patriarcado.

"Ahora sé que no me quiero identificar con esta masculinidad hegemónica. Simplemente quiero ser yo, verme y sentirme como quiero", precisa.

Cuenta que estaba enterada sobre la transición, pero agrega que no había tenido el valor para dar ese importante paso en su vida.

"Ya era algo que tenía que hacer, era algo que me debía desde hace muchos años... Entonces, empecé con el tratamiento de testosterona y me sentí como cuando Santa Claus pasa a dejarte tus regalos. Creo que tuve la madurez y el valor suficientes para tomar esa decisión. Lo mejor que me he regalado en mi vida, es mi proceso de transición que comencé hace 10 meses", acota.

— ¿Y por qué Freder?

— Esa es una historia muy interesante que te platicaré. Por ahí de los años 20 existió una mujer lesbiana de origen francés, cuyo nombre de pila era Suzanne, pero se hizo llamar Frede. Fue la primer mujer abiertamente lesbiana, podría decir que fue transmasculina y fue amante de la actriz María Félix. Se vestía de traje, de smoking y manejaba cabarets. Fue precisamente en uno de ellos donde se permitía que las chicas bailaran entre ellas mismas.