Aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para atizar a Rafael Nadal

Rafa Nadal sujetando una pelota de tenis
El tenista Rafa Nadal. Foto: Aurelien Meunier/Getty Images.

Te has enterado de lo de Naomi Osaka, ¿no? Seguro que sí, porque últimamente todo el mundo, le interese o no el tenis, está opinando del tema, tenga o no algo razonable que aportar. No es para menos: ocurre con poca frecuencia que la número 2 del mundo se retire de Roland Garros alegando problemas mentales y vinculándolos a la ansiedad que le genera estar obligada a hablar con la prensa tras los partidos.

Hablando de tenis de élite, del estrés de la alta competición, de la relación posterior con los periodistas y del torneo francés en particular, pocas voces hay más autorizadas que la de Rafa Nadal. El mallorquín, a quien mañana mismo habrá que felicitar por su 35º cumpleaños, es profesional desde 2002, acumula (por ahora) a lo largo de su carrera un total de 209 semanas en el primer puesto del ranking de la ATP, y suma, entre otros muchos trofeos, 20 títulos de Grand Slams, de los que 13 han sido en la tierra batida de París. Aunque sea por experiencia, algo sabe del tema.

A Nadal le pidieron su opinión sobre el asunto de Osaka, y como es un señor educado, cuando le preguntan, contesta. Y la respuesta que dio tampoco fue particularmente incendiaria: "La entiendo, pero en mi opinión, sin la gente que escribe las noticias y nuestros logros por el mundo, probablemente no seríamos los deportistas que somos hoy en día". Intentó, en definitiva, mostrarse conciliador y comprensivo tanto con los problemas que sufre la japonesa como con los compromisos, tan inevitables como necesarios, que tienen los competidores de alto nivel con los medios de comunicación, que no dejan de ser quienes sustentan el negocio al acercar sus gestas al público.

El mensaje de Nadal suena incluso bastante sensato. Sin embargo, por algún motivo, algunos lo consideran una especie de afrenta inaceptable. Redes sociales como Twitter, esa gigantesca barra de bar virtual donde cada cual suelta lo que le parece, se inundaron con reproches de este calibre:

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Estos críticos tan mordaces no han tenido en cuenta el detalle de que las declaraciones del balear son del 28 de mayo, es decir, varios días antes de que Osaka informara (vía Twitter) de los problemas mentales por los que está pasando, cuando lo único que se sabía es que simplemente no quería ir a las ruedas de prensa. Tampoco han querido valorar las palabras posteriores del propio Rafa, en las que da todo su apoyo a Naomi y recuerda la importancia indiscutible que tiene la preparación psicológica y mental como "una parte más del deporte".

Porque en el fondo les da lo mismo. Tienen su opinión preconcebida sobre el manacorí y le van a atacar diga lo que diga y haga lo que haga. ¿Qué motivos hay para que en según qué sectores una figura como la suya cause tanto odio? No hace mucho nos atrevimos a teorizar sobre algunas posibles causas. Dado el perfil mayoritario de los críticos tan exaltados, cabe pensar que la hipótesis con más fuerza es la política: se ha venido a vincular la figura de este tenista con posiciones ideológicas tendentes a la derecha, de manera más o menos acorde a la realidad, y ese argumento basta para que un sector que se hace llamar izquierdista, probablemente no muy abundante pero sí excesivamente ruidoso, retuerza y saque de contexto cualquier cosa en la que él participe para ponerle en la diana.

A Nadal no le hacen falta abogados defensores. A estas alturas de película tiene callo como para que semejantes provocaciones le resbalen. Lo lamentable de todo esto, en realidad, es la munición que estos milicianos de la moral usan en sus disparos. Porque el problema de salud mental de Osaka es realmente grave, merece una reflexión profunda y un análisis serio y sosegado en el mundo del tenis acerca de sus implicaciones y las posibilidades de actuación para evitar, en lo posible, llegar a extremos como el que está sufriendo la japonesa. Desviar el foco del tema en lo mala persona que resulta ser Rafa simplemente porque les cae mal no solo es contraproducente para el fondo del debate, sino que, lejos de la "visibilización" que proclaman pretender, constituye hasta una falta de respeto hacia la propia Naomi y los incontables anónimos que sufren el mismo mal. Eso sí, sus decenas de megustas y de retuits, que no se los quiten.

Vídeo | Ejecuta un saque tan extraño como único en el mundo del tenis

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