“El régimen es medieval”: fuertes denuncias contra Daniel Ortega de los presos políticos nicaragüenses deportados a Estados Unidos

El excandidato presidencial Félix Maradiaga abraza a su hija Alejandra, tras su arribo al aeropuerto internacional de Washington. (AP/José Luis Magana)
El excandidato presidencial Félix Maradiaga abraza a su hija Alejandra, tras su arribo al aeropuerto internacional de Washington. (AP/José Luis Magana) - Créditos: @Jose Luis Magana

WASHINGTON.- Los presos hablan. Liberados del régimen de Daniel Ortega, los nicaragüenses que pasaron los últimos años encerrados dejaron atrás el horror de la tortura, el aislamiento y el silencio, y se reencontraron en Estados Unidos con sus familias y la libertad. “El régimen de Ortega terminará”, desafía Juan Sebastián Chamorro, uno de los candidatos presidenciales arrestado por Ortega. “Lo que viene es trabajar por una Nicaragua libre y democrática, donde nadie jamás vuelva a ser encarcelado por lo que dice”, sigue.

Félix Maradiaga, otro candidato liberado, refuerza: “El régimen se comporta de forma medieval”. Y promete: “No vamos a descansar en ningún momento mientras no veamos a una Nicaragua que tenga justicia, que tenga libertad, y que tenga la libertad de los otros hermanos y hermanas que quedaron secuestrados en Nicaragua”.

Juan Sebastián Chamorro, en Chantilly, Virginia, tras ser liberado. (AP Photo/Jose Luis Magana)
Juan Sebastián Chamorro, en Chantilly, Virginia, tras ser liberado. (AP Photo/Jose Luis Magana) - Créditos: @Jose Luis Magana

Chamorro y Maradiaga fueron arrestados –“secuestrados”, dicen ambos– por el régimen de Ortega el mismo día, el 8 junio de 2021. Fueron juzgados sin siquiera tener un abogado. Desde entonces, quedaron encerrados en la oscuridad, la tortura y el silencio, hasta la madrugada del último jueves, cuando, sin decirles nada, los subieron a uno de los ómnibus que los llevó desde la prisión de El Chipotle junto a otros de los 222 detenidos a un avión que los trasladó a Washington, al destierro –ilegal, denuncian–, a sus familias y a la libertad. Pensaban que los llevarían a otra prisión, y solo se enteraron de su destino poco antes de montar en vuelo, cuando firmaron los papeles y aceptaron irse a Estados Unidos. En el avión, cantaron el himno.

Fue un momento agridulce dejar el país en ese avión, dejar Nicaragua. Pero a la vez, estábamos libres. No sabíamos que nos expulsaban del país y de la ley que sacaron ese mismo día para sacarnos la ciudadanía, y que básicamente nos expulsaban de nuestro propio país. Muy típico de una dictadura demencial”, dice Chamorro.

Fuimos desterrados, expatriados, es una situación orwelliana. Fuimos tomados en el medio de la noche y llevados a lo que nosotros suponíamos podía ser otro centro de detención, y ya cuando los ómnibus se acercaban al aeropuerto internacional en Managua ya suponíamos que veníamos para algún país. Nos dimos cuenta de que era Estados Unidos muy pocos minutos antes, cuando se nos entregó un documento y nosotros aceptábamos salir del país con una firma. Muchas horas después nos enteramos del destierro. No tiene ningún sentido, y jamás lo tendrá”, completa Maradiaga.

“Somos nicaragüenses, cada una de las personas que pasamos por este secuestro, tanto los que estábamos en El Chipotle como en otras instalaciones. Y lo seguiremos siendo siempre”, cierra el excandidato.

Chamorro pudo postear un video en Twitter que muestra un abrazo con su mujer, Vicky Cárdenas, y su hija en el momento en el que se reencontraron en el aeropuerto de Dulles, en Washington. La esposa de Maradiaga, Berta Valle, y la hija de ambos, Alejandra, volaron desde Florida a Washington para una reunión que esperó tres años. Maradiaga también publicó varios fotos y videos de sus primeras horas en Estados Unidos.

Ya liberados, Chamorro y Maradiaga hicieron sus primeras declaraciones y brindaron una conferencia de prensa junto a sus esposas en la cual prometieron seguir luchando por la libertad de los 44 prisioneros políticos que quedaron en Nicaragua, y la restauración de la democracia en el país centroamericano.

“Sería suicida volver”

“Soy nicaragüense, amo mi país, sé que este momento es extremadamente difícil. Ahora mi prioridad es estar con mi familia. Perdimos casi dos años, necesitamos estar juntos. Esa es mi prioridad. Obviamente si las condiciones persistieran, sería suicida volver al país, porque terminaría en la cárcel. Me veo viviendo en una Nicaragua libre y democrática. Tengo una fuerte esperanza de que sucederá. Ya pasó antes, varias veces. Desafortunadamente es un país con una larga tradición de dictaduras, pero siempre terminan. Siempre tienen un final. Ortega no será la excepción. Su régimen terminará, esperamos más temprano que tarde. Solo la historia nos dirá”, dice Chamorro. “Lo que viene es trabajar por una Nicaragua libre y democrática, donde nadie jamás vuelva a ser encarcelado por lo que dice”, completa el economista y empresario.

El tiempo en la cárcel no afectó su convicción; al contrario. “Se refuerza. Se ha reforzado esa necesidad de seguir luchando por los derechos después de haber sufrido en carne propia el castigo de esa institucionalidad amañada, un sistema político que hay que cambiarlo”, afirma.

Policías de Nicaragua se toman una foto con el presidente Daniel Ortega, en Masaya, Nicaragua. (AP Foto/Cristobal Venegas, Archivo)
Policías de Nicaragua se toman una foto con el presidente Daniel Ortega, en Masaya, Nicaragua. (AP Foto/Cristobal Venegas, Archivo)

“En 200 años de vida independiente de Nicaragua no hubo generación que no haya sufrido guerra, secuestro, violación a los derechos, exilio o asesinato, y eso tiene que cambiar”, insiste Chamorro. “Estábamos en una situación de total aislamiento”, recuerda Maradiaga. “No estoy preparado para hablar con detalles sobre las condiciones en El Chipotle, pero simplemente diré que ningún ser humano debería estar en esas condiciones. Por haberlas vivido, estoy más comprometido que nunca para que en Nicaragua se terminen ese tipo de arbitrariedades”, insiste.

Para Chamorro, la presión política por su liberación se convirtió en una carga para el régimen de Ortega, incluso para los sandinistas, que estaban cansados de los abusos, y por eso la decisión fue el exilio, al destierro. “Quería enviar un mensaje de que estaba perdonando a los presos políticos al liberarlos y enviarlos a Estados Unidos, lo cual es consistente con el argumento de que Estados Unidos es el imperio contra la humanidad. Usa esto para reforzar su relato”, sentencia.

Maradiaga analiza la liberación y el destierro de los presos políticos desde una perspectiva histórica. Antes, relata, era la alternativa a la pena de muerte cuando el costo de asesinar opositores era demasiado alto. “Algo que ya fue borrado del derecho internacional, como es el destierro, está siendo establecido en Nicaragua de una forma ridícula. ¿Por qué lo hace el régimen? Porque el régimen se comporta de forma medieval”, afirma.

Una y otra vez desde que llegó, Maradiaga repitió el mismo mensaje: es nicaragüense y siempre lo será. “Nicaragua se lleva en la sangre y vamos hacer nicaragüenses siempre”, le dijo a un grupo de compatriotas ya en Estados Unidos, en medio de aplausos. Le preocupa el colapso del país, y que el mundo pierda interés en Nicaragua.

Nuestra preocupación es el colapso de las instituciones democráticas y los derechos fundamentales de los nicaragüenses. Que haya una pérdida de interés global en Nicaragua, esa es mi principal preocupación. Que las voces se sumen es fundamental, y no solamente porque sea el país que amo y al que le voy a dedicar mi vida entera, sino porque lo está pasando en Nicaragua es un caso de estudio de colapso institucional”, define.