El régimen de Daniel Ortega está apagando lo poco que queda de democracia en Nicaragua | Opinión

Llegué al aeropuerto de Dulles el 9 de febrero, junto con otras 221 personas a bordo de un “vuelo de la libertad” fletado por el gobierno estadounidense para sacarnos de Nicaragua.

Todos habíamos estado encarcelados en la infame prisión nicaragüense de El Chipote, acusados de traición por intentar supuestamente derrocar al gobierno de Daniel Ortega y de su vicepresidenta Rosario Murillo, quien es su esposa.

Todos habíamos sido juzgados y declarados culpables por tribunales irregulares, a pesar de que ninguno de nosotros era culpable de la acusación.

A mí me condenaron a ocho años de cárcel, además de los 18 meses que ya había cumplido, pero salimos bien parados en comparación con los más de 330 nicaragüenses asesinados y los miles más heridos por la policía antidisturbios durante las masivas marchas pacíficas contra el régimen.

Desde febrero, la dictadura Ortega-Murillo nos ha despojado de nuestra ciudadanía nicaragüense, prohibida por la Constitución, y confiscado nuestros bienes. En mi caso, me confiscó mi casa y una pequeña finca que poseía.

¿Cuál es la situación actual en Nicaragua?

Desde el punto de vista político, el régimen sigue acabando sin piedad con lo poco que queda de democracia, sociedad civil y estado de derecho. En el proceso, ha desmantelado décadas de construcción nacional: por ejemplo, confiscó los bienes de La Prensa, el periódico más importante de Nicaragua, así como los de las dos instituciones de enseñanza superior más prestigiosas del país.

Una es INCAE, la principal escuela de negocios de América Latina, fundada en 1963 con el apoyo de Harvard Business School, y la otra es UCA, universidad privada jesuita que es considerada la mejor del país.

El régimen también cerró la mayoría de las ONG del país, amputando la sociedad civil. Yo fui presidente de una de las ONG, la sección local de los Caballeros de Malta. Recaudábamos unos $12 millones anuales en medicinas y material hospitalario y educativo —como pupitres y sillas de ruedas— y los distribuíamos entre las personas más necesitadas, independientemente de su afiliación política.

La dictadura también ha declarado la guerra a la Iglesia Católica. El nuncio papal —el equivalente al embajador del Vaticano en un país— fue expulsado de Nicaragua en 2022, convirtiéndola en el único país del hemisferio occidental sin lazos diplomáticos con la Santa Sede.

Ortega y Murillo también expulsaron a uno de los obispos de Nicaragua y han encarcelado a otro; igualmente, expulsaron a los jesuitas de Nicaragua e incluso obligaron a exiliarse a las monjas de la orden de la Madre Teresa, que dedicaron su vida a luchar contra la pobreza entre los más indigentes de Nicaragua.

En materia económica, la dictadura volvió al socialismo, tiene una merecida fama de corrupta y demolió el clima inversor del país. Esto era previsible. Ortega, quien lleva 28 años en el poder en total y 17 de forma consecutiva, siempre se ha opuesto al sector privado y a la economía de mercado.

De acuerdo con la Administración de Comercio Internacional de Estados Unidos (ITA), Nicaragua es el segundo país más pobre del hemisferio occidental con un PIB per cápita de aproximadamente $2,100 en 2021.

La pobreza devastadora y la intolerancia política de Nicaragua explican por qué más de medio millón de nicaragüenses viven en el vecino Costa Rica, incluso cuando un número récord de refugiados nicaragüenses están llegando a la frontera sur de Estados Unidos. En 2022, 165,000 nicaragüenses cruzaron a Estados Unidos, un aumento de 52 veces con respecto a 2020.

Ortega es un enemigo declarado de Estados Unidos. Se refiere a él, despreciablemente, como el “imperio” y se negó a aceptar a un embajador estadounidense en Managua, ello a pesar de que Estados Unidos es por mucho el mayor socio comercial de Nicaragua; además, según el Departamento de Estado estadounidense, casi el 20% de los $3,200 millones en remesas que los nicaragüenses envían anualmente a su país procede de Estados Unidos.

El régimen de Ortega también mantiene malas relaciones con los demócratas latinoamericanos y con la Unión Europea, especialmente con España. Ortega critica con frecuencia al presidente de Chile Gabriel Boric, sin duda porque el joven jefe de estado chileno, un socialista, ha lamentado la falta de democracia en Nicaragua.

¿Quiénes son los amigos de Nicaragua? Los de siempre: China, Cuba, Venezuela, Irán y Corea del Norte. Esto ayuda a explicar por qué Nicaragua fue el único país latinoamericano que votó en contra de la reciente resolución de la Asamblea General de la ONU que le pedía a Rusia que se retirara de Ucrania.

Esta es la triste situación de Nicaragua.

Francisco Aguirre-Sacasa fue ministro de Asuntos Exteriores y embajador de Nicaragua en Estados Unidos, así como director de Asuntos Exteriores del Banco Mundial, en donde trabajó durante 28 años.

Aguirre-Sacasa.
Aguirre-Sacasa.