Quiten este obstáculo para desarrollar medicamentos revolucionarios que me liberen del cáncer | Opinión

El cáncer es la principal causa de muerte entre los hispanoamericanos, responsable de una quinta parte de todas las muertes, según la American Cancer Society. Aproximadamente 50,000 hombres y mujeres hispanos mueren de cáncer cada año.

Como latina y sobreviviente de cáncer, quiero que las muertes por cáncer en nuestra comunidad disminuyan en las próximas décadas. Por desgracia, una estipulación aparentemente menor de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) del año pasado pudiera dificultar mucho más la consecución de ese objetivo, al impedir que medicamentos revolucionarios contra el cáncer lleguen a los pacientes.

Esta es mi historia. En julio de 2017, me diagnosticaron linfoma de células B grandes, un cáncer de la sangre mortal y de rápida evolución. Tras varios ciclos de quimioterapia, entré en remisión ese mismo año.

En los años siguientes, mi cáncer regresó no una, sino dos veces. Gracias a más quimioterapia, a trasplantes de médula ósea y a un innovador tratamiento contra el cáncer conocido como terapia de células T CAR, estoy más que agradecida de poder decir que llevo más de tres años sin cáncer.

Deberíamos trabajar juntos para que historias de éxito como la mía se convirtieran en algo común. Pero la IRA disuade a las empresas de invertir en la investigación y el desarrollo necesarios para acabar con el cáncer tal y como lo conocemos.

La legislación faculta a Medicare para reducir determinados precios de los medicamentos mediante la negociación y las penalizaciones. El problema es que la nueva ley no trata a todos los tipos de medicamentos de la misma manera.

La comunidad investigadora distingue entre fármacos de moléculas pequeñas, que suelen ser píldoras, y fármacos de moléculas grandes o biológicos, que se fabrican a partir de células vivas y suelen administrarse por vía intravenosa o inyectados en las clínicas. Ambos son esenciales para la medicina moderna, pero los de moléculas pequeñas suelen ser más baratos y cómodos para los pacientes.

Ambos tipos de fármacos están exentos de negociación de precios durante un período determinado tras la aprobación de la FDA, lo que da tiempo a las empresas y sus inversionistas para recuperar lo que han gastado en investigación y desarrollo. Pero mientras que los biológicos están exentos durante 13 años, los medicamentos de moléculas pequeñas solo lo están durante nueve.

No hay razones médicas que justifiquen esta diferencia de cuatro años, pero supone una enorme diferencia financiera para los fabricantes. Según un análisis del banco de inversión Jefferies, durante los 13 primeros años tras el lanzamiento de un nuevo medicamento, aproximadamente la mitad de las ventas se producen entre los años 10 y 13. Esto hace que esos últimos años sean cruciales. Esto hace que los últimos años sean cruciales. Sin ellos, los fabricantes de medicamentos pueden llegar a la conclusión de que no tienen tiempo para obtener utilidades y renunciar por completo a determinadas investigaciones.

De hecho, desde que se aprobó la IRA en 2022, docenas de empresas farmacéuticas han expresado su preocupación por que las nuevas normas puedan cambiar las prioridades de los proyectos.

Esto supone un problema para los enfermos de cáncer, para quienes los fármacos de moléculas pequeñas pueden ser opciones de tratamiento fundamentales. Muchos de los tratamientos convencionales contra el cáncer que tenemos hoy en día son biológicos, y tienen que administrarse mediante inyecciones o sesiones de infusión en hospitales o clínicas. En cambio, los fármacos de moléculas pequeñas pueden tomarse en pastillas o comprimidos cómodamente en casa.

En muchos aspectos, los fármacos de moléculas pequeñas representan la vanguardia de la atención oncológica. Debido a su gran tamaño molecular, las terapias biológicas tradicionales pueden afectar tanto a las células sanas como a las tumorales, lo que provoca efectos secundarios no deseados –y a veces insoportables– para los pacientes. En cambio, las terapias de moléculas pequeñas son capaces de viajar por el interior de las células enfermas y atacar directamente la causa subyacente del cáncer con daños colaterales mínimos.

Necesitamos tratamientos más innovadores, pero los medicamentos contra el cáncer son especialmente vulnerables a las negociaciones de precios de la IRA. Los ensayos clínicos de terapias contra el cáncer suelen durar mucho más que los de otras enfermedades, lo que puede encarecer y hacer más arriesgado el proceso de desarrollo. Además, los investigadores del cáncer suelen tener problemas para reclutar suficientes participantes para los ensayos.

La IRA, tal como está redactada actualmente, crea otro obstáculo al desarrollo. Muchas empresas de ciencias de la vida pudieran verse obligadas a congelar terapias oncológicas de moléculas pequeñas a causa de la IRA. Cada uno de estos proyectos de desarrollo de fármacos en pausa pudiera traducirse en cientos de vidas trágicamente truncadas.

Los hispanoamericanos ya enfrentan obstáculos para obtener una atención sanitaria de alta calidad. En todo el país, alrededor del 28% de los adultos latinos de entre 18 y 64 años carecen de seguro médico, la tasa más alta para cualquier grupo racial o étnico en la nación. Nuestras comunidades no deberían tener que enfrentar una desaceleración en la búsqueda de curas para nuestra principal causa de muerte.

Afortunadamente, sería relativamente fácil aplicar una solución. Los legisladores pudieran actualizar la IRA para eliminar la penalización a las moléculas pequeñas y, en su lugar, eximir a todos los medicamentos de la negociación de precios durante 13 años. Así se restablecerían los incentivos para llevar a cabo la tan necesaria investigación sobre el cáncer.

Además de haber superado yo misma un linfoma, he visto sufrir de cáncer a demasiados amigos. Lo último que necesitan los pacientes hispanos es una nueva barrera a la buena salud.

CiCi Rojas, de Kansas City, es presidenta de la Latino Coalition, una organización sin ánimo de lucro 501(c)(6) que aboga por las empresas de propiedad hispana. No cabildea.