¿Qué podemos aprender de los Amish sobre el coronavirus?
WASHINGTON — Mientras los estadounidenses se preparan para celebrar el Día de Acción de Gracias y la llegada del invierno los obliga a realizar esas reuniones en el interior, un brote de coronavirus en una comunidad rural Amish ofrece una advertencia sobre lo que podría suceder en otras partes de la nación.
El brote fue relativamente limitado: solo 30 personas se infectaron al inicio, de las cuales tres fueron hospitalizadas y una murió. Todos vivían en una zona rural del condado de Wayne, en el centro norte de Ohio.
Aunque la pandemia comenzó en grandes ciudades como Nueva York y Seattle, durante el verano el coronavirus devastó comunidades rurales. Ahora parece estar regresando a las ciudades, aunque prácticamente ninguna zona del país será inmune a la última ola devastadora de la pandemia.
Las comunidades rurales plantean una serie de desafíos preocupantes, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, que el jueves publicaron un estudio sobre el brote vinculado a los Amish. “Los residentes de zonas rurales podrían tener un mayor riesgo de sufrir un cuadro grave de COVID-19 porque, como media, son mayores, tienen más afecciones médicas subyacentes y poseen un acceso más limitado a los servicios de atención médica”, escribieron los investigadores. (COVID-19 es la enfermedad que causa el coronavirus).
El brote en el condado de Wayne afectó a miembros de la comunidad Amish del sitio, quienes evitan las trampas de la vida moderna y viven separados de los demás. Los servicios religiosos y otras reuniones sociales son un aspecto importante de la cultura Amish, que tiene sus raíces en los valores anabaptistas tradicionales.
El brote se produjo en mayo. Podría haber sido más grave en los meses de invierno, ya que algunos virus, como la gripe, suelen vivir más en ambientes fríos y secos. Ese mismo clima frío tiende a hacer que las personas se refugien en el interior, donde es mucho más probable que se propague un patógeno transmitido por el aire como el coronavirus, en comparación con los espacios al aire libre.
El brote comenzó con los servicios religiosos del 2 y 3 de mayo y parece haber sido causado por un matrimonio que informaron sus síntomas más de una semana después. El esposo, que tenía una enfermedad respiratoria preexistente, fue hospitalizado. Otro miembro de la misma familia, que tenía cáncer, murió de COVID-19.
Después de las primeras siete infecciones, el Departamento de Salud del Condado de Wayne intervino y estableció una clínica de pruebas el 20 de mayo. Treinta personas se sometieron a una prueba de coronavirus en la clínica y 23 de ellas dieron positivo al coronavirus, lo cual arrojó una tasa de positividad excepcionalmente alta del 77 %.
En aquel momento ya se habían realizado otras reuniones sociales, además de los servicios religiosos del 2 y 3 de mayo: servicios religiosos dos domingos consecutivos (10 y 17 de mayo), una boda (12 de mayo) y un funeral (16 de mayo).
“Las comunidades Amish mantienen fuertes vínculos sociales y actividades comunitarias”, escribieron los investigadores de los CDC. “La importancia de las reuniones religiosas y sociales y el compañerismo comunitario entre los Amish han supuesto un reto de cara a los esfuerzos por prevenir la infección durante la pandemia de COVID-19”.
El brote es un indicador de lo que sucede cuando las personas se reúnen en situaciones sociales a pequeña escala, algo que millones de estadounidenses cansados del confinamiento están ansiosos por hacer, independientemente de que sean Amish o no. Los funcionarios de salud pública han advertido que tales reuniones deben ser pequeñas, celebrarse al aire libre siempre que sea posible y seguir las precauciones bien conocidas sobre el uso de mascarillas y el distanciamiento social.
Los investigadores del condado de Wayne descubrieron que algunos miembros de la comunidad Amish tenían “conceptos erróneos de que el uso de mascarillas podría causar daño”. Ese tipo de conceptos desacertados también han hecho eco en comunidades que no son Amish.
Más tarde, durante los meses de mayo y junio, se hicieron pruebas a 39 personas más de la comunidad Amish y se descubrió que 25 de ellas habían contraído el coronavirus. Eso significa que, varias semanas después de que se detectaran los casos iniciales, la tasa de transmisión se mantuvo alta.
Los investigadores enfatizaron en el hecho de que los funcionarios de salud pública deben construir “relaciones de confianza” con las comunidades Amish, en parte porque estos grupos evitan los medios modernos y quizá no están al tanto de las campañas de salud pública difundidas en periódicos, medios de comunicación en Internet y redes sociales.
Los estadounidenses que no son Amish pueden enfrentar el problema exactamente opuesto: un exceso de información sobre el virus, parte de la cual es confusa o incorrecta. De hecho, una parte de esa información proviene directamente del presidente Trump, quien ha demonizado las mascarillas y el distanciamiento social mientras promociona curas ineficaces y, en ocasiones, abiertamente peligrosas, como el consumo de lejía.