La puerta giratoria del Congreso: desentrañando el mito de la reelección en México (Parte 1)
En el colorido tapiz de la política mexicana, pocas hebras han sido tan controvertidas como la de la reelección inmediata. Lejos de ser una aburrida discusión de café entre politólogos, este tema toca el nervio vivo de nuestra historia y nos hace cuestionar la esencia misma de nuestra democracia. ¿Estamos ante un paso hacia adelante o un salto hacia atrás? Vamos a desenredar esta madeja.
Un vistazo al pasado
La alergia mexicana a la reelección tiene sus raíces bien plantadas en nuestra historia. Desde la Revolución de Tuxtepec en 1876 hasta el grito de guerra de la Revolución Mexicana “Sufragio efectivo, no reelección”, la idea de un político aferrado al poder ha sido el coco de nuestro sistema político.
En 1933, el entonces Partido Nacional Revolucionario (el abuelo del PRI) dio el golpe de gracia: prohibió la reelección en la Constitución. La excusa oficial era evitar que surgieran nuevos caudillos, pero entre nos, la verdadera intención era tener a las élites políticas bien controladas dentro del partido.
Después de décadas de prohibición, en 2014 el panorama político dio un giro inesperado: se aprobó una reforma que permitía la reelección inmediata. Los argumentos sonaban bonitos: profesionalizar a los legisladores, fomentar la rendición de cuentas. Pero del dicho al hecho…
Y aquí estamos en 2024, con la presidenta electa Claudia Sheinbaum proponiendo eliminar de nuevo la reelección de senadores y diputados. ¿Déjà vu histórico o giro necesario? Vamos a los datos.
¿Qué ha cambiado realmente?
Un equipo de investigadores se puso manos a la obra y analizó toneladas de datos: las biografías de 5,112 diputaciones, miles de iniciativas, debates y votaciones para poder tener una perspectiva objetiva del tema.
Históricamente, el 40 % de las diputaciones que entraban a la cámara habían tenido algún tipo de experiencia legislativa. Y con la reelección, este número saltó al 60 % en la LXV Legislatura (2021-2024). Pero en la siguiente legislatura (la que irá de 2024 a 2027) este porcentaje de nuevo bajará al 42 %. Parece que el entusiasmo de tener más congresistas con experiencia gracias a la reelección se enfriará un poco.
Porcentaje de diputaciones federales con algún tipo de experiencia legislativa (1997-2027)
Lo curioso es de dónde viene esa experiencia. Antes, los congresos locales eran la escuela de la cámara federal. Pero desde que se permitió la reelección, la mayor parte de esa experiencia proviene de la misma cámara. Algo así como si con la reelección, el Congreso se estuviera convirtiendo en su propio semillero.
Distribución porcentual de distintas fuentes de adquisición de experiencia legislativa (1997-2027)
El filtro partidista: más duro que el examen de admisión a la universidad
Aquí es donde la cosa se pone interesante. Los partidos políticos se han convertido en una especie de guardianes todopoderosos que deciden quién puede (y quién no puede) buscar la reelección. Y vaya que son exigentes.
En la LXIV Legislatura (2018-2021), el 89.6 % de las diputaciones querían reelegirse. ¿Cuántas recibieron el visto bueno de sus partidos? Solo el 44.2 %. Y al final, solo el 32 % lo logró. Para la LXV Legislatura, el interés inicial subió al 93.4 %, pero los partidos se pusieron aún más duros: solo aprobaron al 29.6 % de las diputaciones que querían reelegirse.
Porcentaje de diputaciones que pretenden, compiten y logran su reelección inmediata LXIV y LXV Legislaturas
Lo anterior no es cuestión menor, la puerta giratoria del Congreso tiene barreras selectivas. Un buen ejemplo de ello es que para la legislatura actual se proyecta que únicamente el 19 % de las 500 diputaciones originales volverán para el periodo 2024-2027 (a diferencia del anterior periodo cuando se reeligió el 32 %).
¿Qué buscan los partidos en sus candidatos?
Hemos visto ya que liderazgos partidistas realizan un “recorte sustantivo” en el porcentaje de candidaturas avaladas para competir por su reelección. La existencia de este riguroso filtro nos lleva a una pregunta crucial: ¿qué características buscan los partidos en sus candidaturas a la reelección? Para responder a esta interrogante, nuestro equipo de investigación ha llevado a cabo un análisis estadístico que revela algunos patrones en la selección de candidaturas.
Utilizando un modelo de regresión logística con efectos mixtos, hemos estimado la probabilidad de que una diputación sea aprobada por su partido para competir nuevamente en un distrito por mayoría relativa. Pero ¿qué significa esto exactamente? Imaginemos por un momento que estamos tratando de predecir si lloverá o no mañana. Para hacer esta predicción, consideraríamos varios factores como la temperatura, la humedad, la presión atmosférica, etc. Un modelo estadístico hace algo similar, pero en lugar de predecir la lluvia, predice la probabilidad de que ocurra un evento específico (en nuestro caso, que una diputación sea seleccionada para reelección) basándose en múltiples factores.
Este tipo de modelo nos permite entender cómo diferentes factores influyen en la probabilidad de reelección, mostrándonos cuáles son más importantes y cuánto aumentan o disminuyen las chances de una diputación para ser seleccionada por su partido para poder competir para su reelección.
Biografía, desempeño, instituciones y probabilidad de nominación a reelección inmediata
Los resultados del gráfico adjunto ofrecen una radiografía reveladora de los criterios de selección partidista. Contrario a lo que podría suponerse, factores como la educación superior o la experiencia en cargos de gobierno no parecen tener un impacto significativo en las posibilidades de reelección. Lo que realmente inclina la balanza es el desempeño legislativo y la participación activa en la estructura de gobierno de la Cámara.
El factor más determinante resulta ser la membresía en la Junta de Coordinación Política (JCP). Pertenecer a este órgano de dirección incrementa las probabilidades de reelección en un 43 %. Este dato subraya la importancia que los partidos otorgan a quienes ocupan posiciones de liderazgo dentro del aparato legislativo. En la misma línea, formar parte de la Mesa Directiva aumenta las chances de reelección en 22 puntos porcentuales. Esto sugiere que los partidos valoran significativamente a aquellas diputaciones que han demostrado capacidad para dirigir y coordinar los trabajos parlamentarios.
El desempeño legislativo también pesa considerablemente. Haber logrado la aprobación de al menos una iniciativa como ley eleva las probabilidades de reelección en 14 puntos. Este dato es particularmente interesante, pues indica que los partidos premian la efectividad legislativa tangible.
La experiencia previa en el ámbito legislativo también juega a favor, incrementando la probabilidad de reelección en 12 puntos. Esto sugiere que los partidos valoran la curva de aprendizaje y el conocimiento acumulado del funcionamiento parlamentario.
Un hallazgo intrigante es que las diputaciones electas por Mayoría Relativa tienen 15 puntos más de probabilidad de ser aprobadas por sus partidos en comparación con las de Representación Proporcional. Esto podría indicar una preferencia por aquellos que han demostrado capacidad de ganar directamente en las urnas.
Finalmente, la participación en los debates plenarios también cuenta. Cada 20 intervenciones en discusiones se asocian con un incremento del 7.8 % en la probabilidad de ser avaladas para la reelección. Esto advierte que los partidos valoran a las personas congresistas que se muestran activas y visibles en las discusiones parlamentarias.
Estos hallazgos nos pintan un cuadro claro: la imagen que emerge es la de una persona “representante ideal” desde la perspectiva partidista: alguien con experiencia, capacidad de liderazgo, habilidad para aprobar leyes y disposición para participar activamente en los debates; un buen soldado partidario, no necesariamente un buen servidor para la ciudadanía.
El veredicto de las urnas
Ahora bien, ¿qué pasa cuando estos perfiles elegidos por los partidos se enfrentan al juicio del pueblo? Sorprendentemente, les va bastante bien.
En 2021, de 175 candidaturas buscando reelección, 118 lo lograron. Eso es un 67.4 % de éxito. Para 2024, el éxito fue muy similar. Del 70 %.
Pero antes de empezar a aplaudirles hay un detalle importante: estas candidaturas suelen venir de distritos donde ya tenían una base sólida de votantes.
Porcentaje de votos en elección previa por condición de reelección
En 2021, las candidaturas a reelección competían en distritos donde habían obtenido un robusto 43.9 % de los votos en la elección anterior. Las nuevas candidaturas, en cambio, se enfrentaban a distritos donde sus partidos solo habían logrado un 17.3 %. Para 2024, la brecha se redujo un poco (37 % vs 20 %), pero sigue siendo una ventaja considerable.
Entonces, ¿funcionó la reelección o no?
Después de todo este análisis, llegamos a la pregunta nodal: ¿la reelección cumplió su promesa de mejorar nuestra democracia?
La respuesta, como todo en política, es complicada:
Por un lado, tenemos personas legisladoras más experimentadas. Eso podría traducirse en un trabajo más eficiente y conocedor. Pero por otro, los partidos se han convertido en guardianes celosos del proceso, limitando quién puede competir por la reelección y dejando atrás perfiles que no les convienen por su “mal comportamiento político” o porque pertenecen a grupos distintos a los que detentan el poder dentro de cada partido.
Las diputaciones que logran pasar el filtro partidista tienen una ventaja considerable en las urnas, pero esto podría deberse más a venir de distritos “seguros” que a su desempeño. En este sentido, la renovación y diversidad en la representación política podrían estar en riesgo si siempre son los mismos perfiles los que se reeligen.
En resumen, la reelección en México se ha revelado como un arma de doble filo. Ha profesionalizado a la Cámara, sí, pero también ha reforzado el poder de las élites partidistas y podría estar cerrando la puerta a ciertas voces y perspectivas por criterios politiqueros y luchas intestinas entre grupos partidistas (ejemplos de esto hay muchos y en todos los partidos).
Como diría un sabio: en política, como en la vida, hay que tener cuidado con lo que se desea. A veces, las soluciones pueden crear nuevos problemas. La reelección llegó con la promesa de una democracia más fuerte y responsable. El veredicto final sobre si cumplió esa promesa, querido lector, queda en sus manos.
* Sergio A. Bárcena es doctor en Ciencia Política por la UNAM. Actualmente profesor investigador de la escuela de humanidades del Tecnológico de Monterrey y director de la asociación civil Buró Parlamentario. Gustavo Urbina Cortés es Doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por el Centro de Estudios Sociológicos (CES) de El Colegio de México. Actualmente se desempeña como investigador de El Colegio de México. Oscar Medina es licenciado en Ciencias Políticas por la UNAM y actualmente cursa el programa de Maestría en Estudios Políticos y Sociales en la misma universidad.