No puedo pensar, no puedo recordar: más personas afirman que tienen niebla mental

Heather Carr, quien está devastada por los efectos físicos y cognitivos de la COVID prolongada, en Siracusa, Nueva York, el 8 de noviembre de 2023. (Lauren Petracca/The New York Times)
Heather Carr, quien está devastada por los efectos físicos y cognitivos de la COVID prolongada, en Siracusa, Nueva York, el 8 de noviembre de 2023. (Lauren Petracca/The New York Times)

Hoy en día, hay más personas que afirman tener problemas cognitivos graves (para recordar, concentrarse o tomar decisiones) que en cualquier otro momento en los últimos 15 años, según muestran datos de la Oficina del Censo.

El incremento comenzó con la pandemia: se estima que se han sumado un millón de personas al número de adultos en edad laboral activa que reportan “graves dificultades” para pensar.

Alrededor de la misma cantidad de adultos cuya edad oscila entre los 18 y los 64 años ahora indican tener problemas cognitivos graves como dificultad para caminar o subir escaleras, esto por primera vez desde que la oficina comenzó a hacer estas preguntas cada mes en la década de 2000.

Además, los adultos más jóvenes están impulsando la tendencia.

Los investigadores aseguran que el aumento súbito capta los efectos que ha tenido la COVID prolongada en una porción pequeña pero significativa de adultos jóvenes, muy probablemente aunados a otros efectos de la pandemia, incluida la angustia psicológica. Sin embargo, también aseveran que aún no es posible analizar por completo todas las razones detrás del aumento.

Richard Deitz, un economista del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, analizó los datos y atribuyó gran parte del aumento a la COVID prolongada. Deitz opinó: “Estas cifras no se comportan así, no empiezan simplemente a incrementarse de manera tan repentina e intensa”.

Kristen Carbone, una actriz de 34 años que ha enfrentado dificultades con su memoria y su atención desde la pandemia, en Nueva York, el 8 de noviembre de 2023. (Michelle V. Agins/The New York Times)
Kristen Carbone, una actriz de 34 años que ha enfrentado dificultades con su memoria y su atención desde la pandemia, en Nueva York, el 8 de noviembre de 2023. (Michelle V. Agins/The New York Times)

En su Encuesta de Población Actual mensual, el censo pregunta a una muestra de personas si tienen problemas graves con la memoria y la concentración. Los define como personsas con discapacidad si responden afirmativamente a esa pregunta o a una de otras cinco sobre limitaciones en sus actividades diarias. Las preguntas no están relacionadas con solicitudes por discapacidad, por lo que los encuestados no tienen un incentivo financiero para dar una respuesta específica.

A principios de 2020, la encuesta estimó que había menos de 15 millones de personas de entre 18 y 64 años con algún tipo de discapacidad. Eso aumentó a alrededor de 16,5 millones en septiembre de 2023.

Casi dos tercios de ese incremento los conformaban personas que recientemente habían informado limitaciones para pensar. También hubo aumentos en las estimaciones del censo sobre el número de adultos con discapacidad visual o dificultades graves para realizar quehaceres básicos. Para los adultos personas mayores en edad de trabajar, la pandemia puso fin a una disminución de varios años en las tasas de discapacidad reportadas.

El aumento de los problemas cognitivos se alinea con un síntoma común que afecta a muchos pacientes con COVID prolongada: la “niebla mental”.

Emmanuel Aguirre, un ingeniero de software de 30 años que reside en el área de la bahía, tuvo COVID a finales de 2020. Aguirre asegura que su vida se transformó en cuestión de un mes: “Me sentía como si siempre estuviera con resaca, borracho, drogado y con el cerebro congelado todo al mismo tiempo”.

Hombre con una nube en la cabeza
Hombre con una nube en la cabeza

Aguirre dejó de salir en citas, jugar videojuegos y leer novelas, aunque logró mantener su empleo mediante el trabajo remoto. Algunos de sus síntomas físicos desaparecieron a la larga, pero la niebla mental ha permanecido, se va por momentos, pero regresa con fuerza días después.

Ziyad Al-Aly, jefe de investigación y desarrollo en el Sistema de Atención Médica del Departamento de Asuntos de los Veteranos en San Luis e investigador clínico de salud pública en la Universidad Washington en San Luis señaló que el deterioro cognitivo es una “característica de la COVID prolongada”.

Los estudios estiman que entre el 20 y el 30 por ciento de las personas que contraen COVID tienen algún deterioro cognitivo varios meses después, incluyendo a personas con síntomas que van de leves a debilitantes. También hay investigaciones que muestran cambios biológicos claros a causa del virus relacionados con la cognición, incluyendo, en algunos pacientes con COVID prolongada, niveles más bajos de serotonina.

Monica Verduzco-Gutiérrez, presidenta de medicina de rehabilitación en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio, comentó: “No es solo niebla; en esencia, es una lesión cerebral. Hay cambios neurovasculares. Hay inflamación. Hay cambios que se ven en las resonancias magnéticas”.

Los adultos más jóvenes parecían experimentar significativamente más angustia psicológica que los adultos de mayor edad y las deficiencias de salud mental se han relacionado con problemas cognitivos. Encuestas de Gallup descubrieron que las tasas de depresión para diferentes grupos de edad, que eran relativamente similares antes de la pandemia, se dispararon entre los adultos menores de 45 años durante la pandemia, mientras que se mantuvieron estables para los adultos mayores.

Kristen Carbone, una actriz de 34 años que habita en Nueva York, comentó que su ansiedad y depresión aumentaron cuando inició la pandemia y que su memoria comenzó a fallar. Sus problemas no alcanzaron el parámetro de “dificultad grave” que utiliza el censo, pero fueron peores que cualquier cosa que hubiera experimentado antes de la pandemia (y nunca dio positivo por COVID, por lo que relató que era poco probable que se debiera a una infección). En su segundo trabajo como mesera, tuvo que empezar a anotar los pedidos de cada cliente, incluso los que solía completar de memoria.

Enfermera haciendo un test de Covid-19 a una persona
Enfermera haciendo un test de Covid-19 a una persona

Carbone declaró: “Si no lo hago de inmediato, no existe”.

La mujer manifestó que, desde entonces, su salud mental se ha recuperado, pero su memoria y su concentración no.

Margaret Sibley, profesora de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de Washington, opinó que los factores estresantes de la pandemia podrían haber empeorado condiciones existentes como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Sibley agregó: “Si esa persona está bajo presión o tensión extremas, esos síntomas podrían exacerbarse temporalmente”.

Debido a que el censo se basa por completo en reportes hechos por la gente, los expertos consideran que los datos también podrían estar captando un cambio en la forma en que las personas perciben su propia cognición, incluso cuando no hay cambios en su salud.

Los investigadores afirman que las personas con discapacidad podrían haber percibido la creciente aceptación de esta y volverse más propensos a responder las preguntas del censo con honestidad. Algunos jóvenes quizá fueron influenciados por lo que los investigadores sobre discapacidad describen como una mayor conciencia y aceptación de la neurodiversidad durante la pandemia, a medida que videos sobre enfermedades mentales y trastornos del desarrollo proliferaron en línea, los cuales a menudo alentaban a las personas a autodiagnosticarse. Sibley señaló que también hubo un incremento en los anuncios de medicamentos para el TDAH.

Sibley añadió: “Todo el mundo decía: ‘Estoy viendo este mensaje en línea’. La experiencia subjetiva de las personas que los recibieron fue que los anuncios podían hacer creer a cualquiera que tenía TDAH”.

No obstante, Monika Mitra, directora del Instituto Lurie de Políticas de Discapacidad de la Universidad Brandeis, puntualizó que es probable que esos cambios en la percepción tengan una influencia relativamente pequeña en las cifras. Mitra precisó que la mayor parte del aumento tal vez refleje cambios reales en la salud de las personas.

“Necesitamos tomar esto muy en serio como sociedad. Tenemos que entender quiénes son estas personas, cómo se ven afectadas y qué podemos hacer al respecto”, concluyó Mitra.

c.2023 The New York Times Company

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