“Puñal en la espalda”: Víctimas del síndrome de La Habana rechazan reporte que desestima sus casos

El “Paciente Cero”, un funcionario estadounidense de la embajada de Estados Unidos en Cuba, estaba en su apartamento en La Habana una noche de diciembre de 2016 cuando sintió lo que describió como una “presión que le aplastaba la cabeza” y un “enorme dolor de oído”, tras escuchar un extraño sonido.

Al mudarse a otra residencia, los sonidos cesaron, pero no los síntomas. “Me despertaba con hemorragias nasales que no paraban”, le dijo al Miami Herald y al Nuevo Herald.

Un médico enviado por la CIA para investigar tuvo un incidente similar en su habitación del hotel Capri pocas horas después de llegar a la capital cubana en abril de 2017. “Me desperté con un fuerte dolor en el oído derecho. Tenía un dolor de cabeza agudo y náuseas. Me senté en la cama y me di cuenta de que estaba despierto. Tenía esta sensación extrema de presión. Pensé: ‘Esto no puede estar pasando; es una locura”, le dijo al Herald.

Esa mañana, estaba tan desorientado que no supo si tirar o empujar para abrir una puerta y no podía concentrarse contando los billetes para cambiar dinero a la moneda local.

Casi al mismo tiempo, a principios de 2017, dos diplomáticos canadienses en La Habana también pasaron por eventos similares y repentinamente se sintieron extremadamente mareados y desorientados, con dolores de cabeza y de oído, según dijeron al Herald.

Los hijos de algunos diplomáticos canadienses también tuvieron hemorragias nasales y varios otros síntomas como náuseas, pérdida de memoria, problemas de concentración y visión sin una razón aparente.

En diciembre de 2017, un oficial de alto rango de la CIA, Marc Polymeropoulos, en ese momento subjefe de operaciones para Europa y Eurasia, también amaneció en un hotel de Moscú “con un terrible caso de migraña y vértigo”, dijo al Herald.

Todas estas personas han sido diagnosticadas con lesiones cerebrales y problemas vestibulares que los médicos que los trataron creen que se deben a un nuevo trastorno, conocido por el lugar donde todo comenzó: el Síndrome de La Habana. Pasaron por años de pruebas y terapias de rehabilitación, y todavía sufren los efectos más debilitantes de la enfermedad.

Pero luego de tantos años, todavía están luchando para que los tomen en serio.

El Miami Herald y el Nuevo Herald hablaron con tres exfuncionarios de la CIA y dos diplomáticos canadienses afectados por los extraños incidentes que dijeron estar convencidos de que habían sido atacados mientras servían a sus países en el extranjero. Y que un informe reciente de la inteligencia estadounidense que culpa de sus dolencias de salud a condiciones médicas preexistentes o factores ambientales es dañino, y es un intento de encubrir el asunto del Síndrome de La Habana probablemente debido a consideraciones políticas.

La mayoría habló con el Herald después de solicitar el anonimato por temor a represalias, preocupaciones por su seguridad o porque no están autorizados a hablar públicamente sobre los casos.

“Una traición”, dijo Polymeropoulos sobre las conclusiones de la inteligencia estadounidense publicadas en marzo. “Un intento de influencia pública y desinformación”, dijo otra de las víctimas.

“Enormemente decepcionante que tomaran esa posición y pusieran en duda todo nuevamente”, dijo uno de los diplomáticos canadienses. “Realmente daña nuestra credibilidad”.

Los eventos relacionados al Síndrome de La Habana marcaron un punto de ruptura en las relaciones de Estados Unidos con Cuba. La mayoría del personal de la embajada fue evacuado en 2017 y todo el procesamiento de visas se detuvo en La Habana durante varios años.

Ahora las víctimas afirman que el gobierno estadounidense quiere “pasar página y cerrar el libro con la esperanza de que nadie lo cuestione”, dijo el Paciente Cero. “Esta es una falla masiva de análisis de inteligencia o un encubrimiento; solo el tiempo lo dirá”, añadió.

El Paciente Cero obtuvo su apodo por ser el primer funcionario estadounidense en reportar los incidentes. Él se retiró de la CIA después de siete años de servicio porque las lesiones que sufrió en La Habana lo dejaron ciego de un ojo e incapacitado para trabajar a pesar de tener menos de 40 años, según explicó.

Él sospecha que podría haber sido atacado con un arma o dispositivo de energía dirigida, una posibilidad que la evaluación de inteligencia estadounidense publicada en marzo descarta.

“El informe ha sido perjudicial para los lesionados”, dijo. “Es un puñal en la espalda. La gente no se da cuenta de que al hacer esto, dan luz verde a todos nuestros adversarios en el extranjero para que los sigan haciendo”.

Los canadienses afectados tampoco formaron parte de la evaluación de inteligencia, a pesar de que fueron una parte crucial de lo que sucedió en La Habana, dijeron los diplomáticos canadienses.

“Estuvimos allí”, dijo una de las fuentes diplomáticas. “Sabemos que algo sucedió”.

Los entrevistados también señalan que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá no respondieron de inmediato a los incidentes ni brindaron tratamiento médico oportuno a todos los afectados.

Los tres ex funcionarios de la CIA dijeron que el gobierno estadounidense ha tomado una posición en público, mientras discretamente ha pagado compensación a los afectados bajo el marco de la Ley de La Habana (Havana Act) del 2021, que autoriza “pagos al personal de la agencia que sufra lesiones cerebrales por las hostilidades mientras está en misión”.

Las reglas para recibir la compensación requieren que un médico certifique que los afectados tienen una “lesión cerebral calificada” y que no “tienen evidencia o no creen que los síntomas [del paciente] pueden atribuirse a una condición preexistente”.

Cuando se le pidió que comentara sobre estas acusaciones, la CIA se refirió a la declaración del director de la agencia, William Burns, después de la publicación del reporte de inteligencia en marzo, en la que destacó que “estos hallazgos no cuestionan las experiencias y los problemas de salud reales que el personal del gobierno de Estados nidos y sus familiares— incluidos los propios oficiales de la CIA— han reportado mientras servían a nuestro país”.

Burns dijo que él y otros líderes de la CIA, una de las agencias que participó en la elaboración del informe, “respaldan firmemente el trabajo realizado y los hallazgos”.

“Aplicamos los mejores procedimientos operativos, analíticos y técnicos de la Agencia a la que es una de las investigaciones más grandes e intensivas en la historia de la Agencia”, dijo.

“El peor tipo de ciencia”

Un análisis publicado en marzo, escrito por analistas de siete agencias de inteligencia estadounidenses que no fueron identificadas oficialmente, concluye que “no hay evidencia creíble de que un adversario extranjero tenga un arma o dispositivo de recolección que esté causando” el síndrome de La Habana.

Los funcionarios estadounidenses dijeron que este es el análisis más completo sobre los misteriosos incidentes reportados por primera vez en La Habana a fines de 2016 y luego en otros países, incluidos Rusia, China y Austria.

Debido a que las agencias de inteligencia no pudieron encontrar evidencia de que un actor extranjero atacara a funcionarios estadounidenses, los “síntomas informados por el personal estadounidense probablemente fueron el resultado de factores que no involucraron a un adversario extranjero, como condiciones preexistentes, enfermedades convencionales y factores ambientales”, dijo la directora de inteligencia nacional, Avril D. Haines, en un comunicado.

El médico de la CIA que se enfermó en La Habana dijo que ese argumento es un ejemplo de “razonamiento circular”.

“Debido a que no pudieron encontrar un arma o adversario, y no creen que ninguna energía dirigida o arma de microondas funcione (sin proporcionar una base para esa evaluación), descartaron la legitimidad de los problemas médicos”, dijo, refiriéndose al informe como un intento de “influir en la opinión pública.”

“No es un informe científico”, añadió.

Se desconoce por qué solo siete de las 17 agencias de inteligencia estadounidenses participaron en la producción del informe. Las agencias que lo escribieron no estuvieron de acuerdo entre sí, algunas afirmaron que tenían “poca confianza” en juicios particulares debido a las lagunas en la recopilación de evidencia y una incluso se abstuvo de respaldar algunas de las conclusiones del informe.

La falta de evidencia no significa necesariamente que algo no sucedió, dijo Polymeropoulos.

En países como Cuba, Rusia y China, dijo, “no tenemos este tipo de conocimiento integral. No tenemos una gran cobertura en términos de inteligencia humana e inteligencia de señales...¿Cómo puedes explicar algo que sucede dentro de Cuba cuando no sabemos nada de lo que está pasando dentro de Cuba?”

El Paciente Cero está de acuerdo con esa evaluación y señala que el gobierno cubano “controla cada centímetro cuadrado del entorno allí, lo que hace que sea muy difícil recopilar la inteligencia adecuada”.

Cuando Polymeropoulos le preguntó a la CIA si había resuelto su caso, la respuesta fue no, dijo. El ex agente de la CIA subrayó que no entiende el “sentido de finalidad” en la evaluación de marzo.

“Realmente es una traición. Y es una traición de los compañeros. Es molesto porque no entiendo por qué no pueden simplemente decir que no sabemos” qué pasó, dijo.

Los críticos de la evaluación señalan una falla significativa en el análisis: los funcionarios de inteligencia estadounidenses dijeron que las agencias analizaron 1,500 casos, una cifra que se disparó después de que las agencias gubernamentales de la administración Biden pidieran a sus empleados que informaran sobre cualquier síntoma sospechoso. Al abarcar tanto, dicen los críticos, y sin una explicación clara de los criterios y la metodología , el informe minimiza los hallazgos relacionados con un grupo central de casos, principalmente de La Habana, que siguen patrones similares y que la CIA reconoció que eran difíciles de explicar en un reporte provisional a principios de 2022.

“Este es un informe muy peligroso que representa el peor tipo de ciencia posible”, dijo al Herald un científico familiarizado con el Síndrome de La Habana. La fuente pidió no ser identificada porque no estaba autorizada para discutir los casos. “Fueron muy indiscriminados en a quién incluían como posible víctima. Cuando se incluyen personas que pueden o no haber sido afectadas, no se obtiene una visión precisa de las personas que realmente se vieron afectadas”.

El científico señaló que los datos utilizados a veces se recopilaron incluso años después de que la persona se viera afectada, lo que brinda una imagen poco clara de lo que sucedió.

“El informe parece concluyente, lo cual es imprudente porque la ciencia es muy sospechosa, si no totalmente equivocada”, dijo el científico. “Y de alguna manera, priva o descarta a las personas verdaderamente afectadas que realmente están sufriendo. Creo que se hizo enteramente con motivación política”.

En particular, la evaluación de inteligencia se basa en gran medida en un informe de 2021 escrito por JASON, un grupo independiente de expertos que brinda consultoría al gobierno de Estados Unidos, para poner en duda los hallazgos clínicos originales de dos equipos independientes de expertos médicos de la Universidad de Miami y la Universidad de Pensilvania. Ambos equipos fueron contactados por la CIA y el Departamento de Estado para que evaluaran y trataran a los diplomáticos estadounidenses. funcionarios de la CIA y sus familiares afectados en La Habana.

El equipo de Miami encontró que algunos de ellos tenían un patrón único de disfunciones cognitivas y trastornos de balance vinculados a anomalías en el sistema vestibular del oído interno que permite que el cuerpo ajuste su posición en el espacio.

UPenn concluyó que alrededor de dos docenas de estadounidenses sufrieron una lesión cerebral traumática leve, similar a una conmoción cerebral, aunque ninguno había sufrido un golpe en la cabeza. En un estudio posterior en 2019, los médicos de UPenn encontraron que el grupo tuvo cambios específicos en sus cerebros. Ambos equipos se opusieron firmemente a las teorías de que las lesiones eran psicosomáticas, como habían sugerido un informe anterior del FBI y el gobierno cubano.

Otros dos equipos de expertos, uno de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos que publicó sus hallazgos en 2020, así como un panel de expertos convocado por la Oficina de la Directora de Inteligencia Nacional y la CIA en 2021 para investigar posibles mecanismos causales — también estuvo de acuerdo con los primeros hallazgos médicos de que el grupo de síntomas asociados al Síndrome de La Habana apuntaba hacia un nuevo trastorno médico.

Pero basándose en el informe de JASON, las agencias escribieron, que si bien los estudios iniciales concluyeron que esos “incidentes de salud anómalos” representaban “un síndrome médico novedoso o un patrón constante de lesiones similares a las lesiones cerebrales traumáticas, una combinación de críticas médicas y académicas apuntaba a limitaciones metodológicas en ese trabajo.”

Los ejemplos de esas críticas son escasos en el informe original de JASON. La evaluación de inteligencia también menciona que la revisión que hizo el grupo JASON de la información médica “no transmite un conjunto consistente de lesiones físicas, incluidas lesiones neurológicas como los ‘traumatismos cerebrales’.”

Pero el informe de JASON incluía varias advertencias, entre ellas que el grupo no tuvo acceso a los estudios de resonancia magnética de los pacientes ni a otros registros médicos. Y que una explicación alternativa para no haber encontrado “pruebas sólidas” de lesión cerebral traumática en los datos médicos agregados de 65 personas que revisó el grupo fue que el grupo de personas podría haber sido demasiado amplio para detectar un patrón claro.

Sin embargo, entre 20 y 30 casos “desafían una explicación directa en la actualidad”, concluyó el informe de JASON.

Un estudio de 16 adultos canadienses que reportaron incidentes de salud en La Habana encontró que tenían cambios en las áreas del cerebro similares a las encontradas en los estadounidenses afectados. Basado en técnicas de imágenes avanzadas, el estudio fue realizado por médicos de la Universidad de Dalhousie en Nueva Escocia bajo los auspicios de Asuntos Globales de Canadá, el ministerio que se ocupa de las relaciones exteriores.

No está claro por qué las agencias de inteligencia dieron más peso a un estudio que a otros. La versión completa de la evaluación de marzo está clasificada. La Oficina del Director de Inteligencia Nacional no respondió a una solicitud de comentario para este artículo.

“Un fracaso en el liderazgo”

En Febrero del 2017, el Paciente Cero recibió un diagnóstico inicial de lesión cerebral por parte del equipo de la Universidad de Miami dirigido por el Dr. Michel Hoffer, profesor de Otorrinolaringología y Cirugía Neurológica experto en conmociones cerebrales. Pero luego, contó que pasó varios meses tratando de convencer a sus superiores de que necesitaba más evaluación y atención médica.

No volvió a la capital cubana, pero su salud continuaba deteriorándose. En un momento, dijo que incluso luchó con pensamientos suicidas. No fue hasta que le dijo a sus superiores que no volvería a trabajar que se le permitió ver a los médicos de UPenn en septiembre de 2017. Allí recibió un diagnóstico similar de lesión cerebral. Pero en ese entonces, los médicos informaron a sus superiores “que la demora en el tratamiento y el hecho de que me obligaron a permanecer en el trabajo, y estaba luchando y estresado, todo eso en realidad condujo a la gravedad y permanencia de mis lesiones”, dijo.

El Paciente Cero también dijo que mientras estuvo fuera de su cargo en La Habana, el gobierno de Estados Unidos envió reemplazos sin informarles sobre lo sucedido en la capital cubana.

“Eran todos mis colegas los que fueron enviados allí sin ser advertidos de lo que estaba sucediendo”, dijo. “Y luego saldrían lesionados también, pero sin saber por qué”.

La CIA cerró su estación en La Habana en septiembre de 2017, según una revisión interna desclasificada realizada por el Departamento de Estado en 2018, obtenida por el Archivo de Seguridad Nacional. El documento menciona que varios “oficiales de servicio temporal” resultaron heridos en La Habana, incluidos dos que “experimentaron lesiones médicas por un incidente en un hotel de La Habana” en agosto de 2017.

Varios años después, el Paciente Cero dice que todavía se está adaptando a vivir con una lesión cerebral.

“Es un desafío; es día a día”, dijo. “Existes con notas Post-It y cosas en tu teléfono para ayudarte a recordar, lo cual es difícil para alguien como yo. Solía tener una memoria fotográfica. Ahora, es un desafío recordar cosas”.

A pesar de su posición más alta en la CIA, Polymeropoulos también encontró similar reticencia cuando pidió atención médica. También tuvo que jubilarse antes debido a sus numerosos problemas de salud, incluidos problemas de visión y un dolor de cabeza persistente.

Tras regresar de su viaje de 10 días a Moscú para reunirse oficialmente con los funcionarios de inteligencia rusos, “fui a visitar a los médicos de inmediato en la sede de la CIA. Y dije: ‘Me pasó algo en Moscú’”.

Les pidió que lo enviaran a UM o UPenn para la evaluación, pero dijo que se negaron. No fue hasta que se retiró en 2019 y habló con los medios sobre su caso que lo refirieron al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, un centro médico del gobierno, donde le diagnosticaron una lesión cerebral traumática leve, según un documento que compartió con el Herald.

“Estaba en muy mal estado y rogaba por atención médica. Estaban diciendo que no. Qué horrible fracaso de liderazgo”, dijo. “Qué clase de daño moral. Fui un oficial de operaciones muy exitoso, uno de los más condecorados en términos de medallas y premios de inteligencia de mi generación”.

Los canadienses que hablaron con el Herald dijeron que pasaron por una experiencia tortuosa muy parecida.

Los diplomáticos dijeron que ellos creían que fueron atacados en Cuba, pero que los funcionarios de la embajada canadiense en La Habana les pidieron que mantuvieran silencio y no alertaran a otros sobre lo que estaba sucediendo.

El gobierno canadiense no evacuó a familiares y personal no esencial hasta abril de 2018, luego de que los médicos de UPenn les dijeran a dos familias canadienses que tenían el mismo patrón de lesiones cerebrales que los estadounidenses afectados. Eso fue meses después de que el Departamento de Estado de Estados Unidos retirara personal no esencial de La Habana, en septiembre de 2017.

Un estudio de 16 adultos canadienses que reportaron incidentes de salud en La Habana encontró cambios en áreas de sus cerebros que eran similares a los encontrados en los estadounidenses afectados. El estudio fue solicitado por Global Affairs Canada, la agencia que supervisa las relaciones diplomáticas.

Los diplomáticos dijeron que el gobierno canadiense no coordinó el tratamiento médico, particularmente para los niños afectados, y que obtener el reembolso del tratamiento médico llevaba meses, si no años. Recientemente, dijeron que también les habían retirado del seguro de compensación para trabajadores.

“Fuimos manejados, en lugar de ser atendidos”, dijo una de las fuentes canadienses. “Fuimos arrojados debajo del autobús. Lo único que queríamos era cuidar nuestra salud”.

La portavoz de Global Affairs Canada, Marilyne Guèvremont, dijo que la agencia “se toma muy en serio la salud y la seguridad de los canadienses, tanto en el país como en el extranjero. El personal diplomático canadiense y sus familias cuentan con el apoyo inquebrantable de Global Affairs Canada”.

Ella dijo que Global Affairs Canada brindó apoyo a los empleados enviados a Cuba y a sus dependientes, para su evaluación y el tratamiento médicos y el reembolso de los gastos médicos.

Una de las fuentes diplomáticas dijo que incluso cuando el gobierno canadiense dejó de reconocer oficialmente nuevos casos, los funcionarios canadienses que iban a Cuba continuaron enfermándose y regresaron con problemas de salud. Global Affairs Canada dijo que 15 canadienses habían sido diagnosticados con “daño cerebral adquirido”, pero los medios canadienses han informado de al menos 23 casos de personas afectadas en La Habana.

Un grupo de diplomáticos canadienses y sus familias demandaron al gobierno en 2019 por 21 millones de dólares, alegando que este ocultó información y no los protegió. El gobierno está luchando contra las denuncias, pero acordó acudir a la mediación en el caso de los familiares, dijo una de las fuentes diplomáticas.

Citando razones de privacidad y seguridad, la portavoz de Global Affairs Canada dijo que no podía comentar “los detalles de las investigaciones en curso, los casos individuales ni las medidas de seguridad específicas. No podemos proporcionar más comentarios sobre este asunto ya que está ante los tribunales”.

La mayoría de las fuentes entrevistadas para este artículo dijeron que no podían decir por qué los gobiernos de Estados Unidos y Canadá tardaron en responder a la amenaza. Aún así, mencionaron intereses geopolíticos y preocupaciones sobre cómo asegurar el personal como razones plausibles.

Los incidentes han sido un obstáculo importante en las relaciones de Estados Unidos con Cuba, y contribuyeron a que miles de cubanos utilizaran vías irregulares para llegar a Estados Unidos porque la embajada dejó de emitir visas. La administración de Joe Biden comenzó a aumentar la dotación de personal en la embajada nuevamente a fines de 2021.

Canadá, por otro lado, tiene una relación más amistosa con el gobierno cubano y ha evitado cuidadosamente calificar públicamente los incidentes como “ataques”.

El secreto excesivo también entorpeció la respuesta inicial a los incidentes, una conclusión de la revisión interna del Departamento de Estado. Incluso cuando las agencias gubernamentales pidieron a diferentes paneles de expertos que investigaran los incidentes, no proporcionaron a algunos de ellos información clasificada o registros médicos. Y la mayor parte de la información sobre los mecanismos plausibles que podrían causar las lesiones permanece clasificada.

El médico de la CIA que se vio afectado en el incidente del hotel Capri dijo que cree que algunas de las agencias de inteligencia participantes detrás de la evaluación de marzo “tenían interés en diluir los resultados, ya que estaban involucrados en las decisiones prematuras de ignorar las quejas médicas y atribuirlas al estrés y la psicogénesis sin evidencia razonable”.

“La implacable impugnación de la integridad y la motivación del grupo de [personas afectadas en] La Habana ha tenido grave impacto en su bienestar”, agregó, y señaló que el grupo había superado extensas pruebas médicas y psicológicas.

“En todo caso, es la selección sesgada de los hechos y los casos que hace el informe para formular sus opiniones lo que realmente se desmorona”.