Proyecto de ley de California legalizaría el uso de tildes en los certificados de nacimiento
Quizá Nicolás Agustín Espinoza Chaires solo tenga seis años, pero tiene una petición para el estado de California.
“Quiero poder escribir correctamente mi nombre”, dijo el miércoles por la tarde, mientras sostenía su osito de peluche.
Debido a la interpretación de una ley de hace 37 años, su nombre es Nicolas Agustin en su certificado de nacimiento de California. El uso de signos diacríticos —como tildes y acentos— no está permitido en las licencias matrimoniales ni en los certificados de nacimiento o defunción. Cuando van unidas a una letra, las tildes indican una pronunciación determinada, además de su significado.
La prohibición se remonta a la Proposición 63 de 1986, que estableció el inglés como lengua oficial del estado. Desde entonces, el Departamento de Salud Pública ha prohibido los signos diacríticos.
Pero el Proyecto de Ley 77 de la Asamblea cambiaría esta situación.
La legislación, autoría de la asambleísta Blanca Pacheco, demócrata de Downey, aclara que los signos diacríticos pueden ser usados. El proyecto de ley también se aplicaría con carácter retroactivo a los niños como Nicolás, si se presenta una solicitud por escrito y se paga una tarifa.
Pacheco dijo que la legislación es especialmente importante para los 16 millones de latinos del estado, pero no es específica para esa comunidad. Citó nombres asiáticos, hebreos y alemanes que usan signos diacríticos.
“Permitirá a las personas escribir su nombre correctamente y respetar las distintas identidades de las diferentes culturas”, dijo Pacheco.
‘Es mucho más que gramática’
En 2016, los padres de Nicolás, Nancy Chaires Espinoza y Pablo Espinoza, se sorprendieron al enterarse de la prohibición mientras llenaban el formulario de su certificado de nacimiento en un hospital de Los Ángeles.
Al principio pensaron que se trataba de una cuestión de teclado.
“No entendíamos por qué el Estado nos decía que no podíamos ponerle a nuestro hijo el nombre que habíamos elegido”, dijo Chaires Espinoza, miembro de un grupo activista en favor de la educación.
Los partidarios, como los padres de Nicolás, afirman que la correcta ortografía de un nombre está estrechamente ligada a la identidad y a la herencia cultural. También señalan que el Estado es selectivo en cuanto a las marcas que permite.
Los guiones y apóstrofes están permitidos, mientras que los signos diacríticos se consideran “entradas inaceptables”, según el manual de la Oficina de Registros Vitales del Departamento de Salud de California.
Eso significa que el estado acepta “O’Connell” y “Smith-Jones”, pero no “José” o “Peña”.
“Puede parecer algo sin importancia para mucha gente que no tiene ese tipo de sentido de conexión con nuestras raíces. Pero es mucho más que gramática. Tiene que ver con la identidad. Se trata de nuestros valores”, dijo Espinoza, miembro del personal legislativo de la Asamblea.
Espinoza argumenta que el proyecto de ley, si se aprueba, también sería una fuente de ingresos locales, ya que los condados recibirían un pago por las revisiones de los certificados.
¿A la tercera va la vencida?
Una legislación similar ya fracasó en el pasado. Un proyecto de ley presentado en 2014 por la asambleísta Nancy Skinner, demócrata de Berkeley, se estancó en el comité de asignaciones. Las dependencias estatales dijeron que el proyecto de ley costaría aproximadamente $10 millones para reprogramar y actualizar el software.
Luego, en 2017, la Legislatura aprobó por abrumadora mayoría un proyecto de ley idéntico. Sin embargo, el gobernador Jerry Brown vetó el proyecto de ley después de la oposición del Departamento de Salud Pública de California, la Asociación de Registradores del Condado de California y la Asociación de Secretarios de California.
En aquel momento, el Departamento de Salud Pública alegó que el proyecto de ley crearía incoherencias con los registros del gobierno federal y exigiría “importantes fondos estatales” para sustituir o modificar los sistemas existentes. El gobierno federal de Estados Unidos no usa signos diacríticos en documentos como pasaportes y tarjetas de seguridad social.
Pacheco dijo que no se prevé que el AB 77 sea demasiado costoso.
El Departamento de Salud Pública declinó hacer comentarios sobre la legislación propuesta este año. Tomás Aragón, actual jefe del departamento y responsable estatal de salud pública, usa signos diacríticos en su nombre.
Chaires Espinoza se mostró optimista respecto a las posibilidades del proyecto por tercera vez, especialmente en un estado que se enorgullece de su diversidad.
“Hablamos mucho de la inclusión y la participación del público, pero ¿cómo se puede llegar a esa inclusión cuando ni siquiera se reconoce el nombre de alguien?
Este año, Nicolás también se sumó a la iniciativa. El próximo martes intervendrá junto a su madre en la Comisión de Salud de la Asamblea a la 1:30 p.m.
“Solo quiero que digan bien mi nombre”, dijo Nicolás.