El proyecto de Amanda Linares nos sumerge en el mundo del recuerdo y la memoria

Amanda Linares (La Habana, 1989), eligió para titular su proyecto en Miami, un verso del poeta y Héroe Nacional de Cuba, José Martí (Cuba, 1853-1895). El verso es “Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy” y es parte del poema “Yo soy un hombre sincero” perteneciente al libro “Versos sencillos”, publicado en 1891.

El verso de Martí que completa la estrofa es “Arte soy entre las artes, En los montes monte soy”. Ambos, el libro “Versos sencillos” y el poema “Yo soy un hombre sincero” forman parte de la memoria literaria sociocultural cubana de los dos últimos siglos.

Este proyecto, curado por Laura de Socarraz-Novoa, está inspirado en la historia personal de Amanda cuando descubre que su bisabuelo paterno había construido una casa en Asturias, Norte de España, con los materiales naturales que básicamente le permitía su ecosistema de vida: piedras y maderas.

Esa conexión entre, por un lado, un mundo pasado situado al otro lado del atlántico, pero en el que están afincados sus orígenes y, por el otro, la actualidad de su biografía personal narrada en clave de historia despertó la curiosidad por saber sobre ese pasado. Saber sobre la suerte de sus orígenes, sobre su hábitat ancestral y los vasos comunicantes entre esos orígenes y el pulso de su vida actual, donde la condición de emigrante de Cuba hacia Estados Unidos sale a relucir.

“Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy” se estructura en dos partes.

La primera, es un mural realizado en grafito sobre 10 paneles de madera, donde se representa esta construcción de su bisabuelo. La imagen de esta casa tiene dos capas: el fondo de madera y sobre ella, pero en otra capa, el dibujo a grafito sobre papel.

La segunda, es una instalación que, un tanto a modo de isla, se expande sobre el suelo de la sala. Esta especie de isla fue realizada concéntricamente con tres materiales de distintos colores. Desde sus límites exteriores hacia el interior, una franja de tierra negra, a la que le sigue una de arcilla color salmón claro y, en el centro, una especie de estuario de arenisca blanca. Sobre esta isla hecha de distintos “tipos” de tierra están posados fragmentos cuyas formas han sido recortadas de las “paredes” de la casa.

El espectador, cuando accede a la sala, ve al fondo esa imagen de una “construcción” cuyo aspecto se nos hace extraño: la superficie tan pronto esta desnuda como tan pronto cubierta por una vegetación que ha ido entremezclándose con la pared de piedra de la casa. Es una superficie cuyos objetos, al estar dibujados en grafito como puertas, ventanas, paredes, presenta escalas de grises que contrastan con la desnudez de las oquedades dejadas por los fragmentos recortados que forman de la instalación del suelo.

El dibujo al modo de realismo naturalista, inspirado en la fotografía, nos comunica una imagen que reconoce y enfatiza los dos materiales de los que está hecha la casa: madera y piedra. Pero también describe cómo las piedras y las maderas, cubiertas por el manto de musgos y enredaderas, construyen una imagen del mundo ancestral imaginado por la artista. Hay en ese naturalismo pictórico una intención por asir el tiempo, por detenerlo, y compactarlo en una imagen cuyo color sepia nos recuerda las fotografías de finales de siglo XIX y principio del XX, empleadas en los libros de historias para narrarnos el pasado.

Pero hay también una intención estetizante sobre el estado ruinoso de la construcción. Porque los claroscuros del dibujo, en lenguaje poético neofigurativo de las piedras, las maderas y de la vegetación, les conceden a estas materias, además de los atributos de volumen y movimiento, una especie de “carnalidad”. Este dibujo a grafito, como traducción de imagen fotográfica, le imprime estos materiales, estatus de órganos de vidas que, aunque detenidas, todavía laten, como tomándose el pulso unas a otras para metabolizar, entre todas, su duración frente a la existencia.

Si el mural de la pared discurre en un lenguaje pictórico, con el dibujo como protagonista, el trabajo en el suelo de la galería va más al lenguaje de la escultura instalativa. Una escultura que se hace objetual en la medida en que absorbe los fragmentos geométricos, como objetos escultóricos en sí mismos; recortados y extraídos del mural de la obra en la pared.

Estos fragmentos hechos de hormigón, yeso, papel, tela, vidrio, resina, tierra y arcilla, van pautando simbólicamente el recorrido por las distintas franjas de tierra, arcilla y arena que conforman la escultura instalativa en el suelo de la galería. Esta instalación, participa del espíritu del Landart, movimiento iniciado en Estados Unidos a finales de la década de 1960 y principio de los años 1970 en el sentido en que, Amanda Linares, recupera la idea de materiales naturales como tierra, arena o arcilla para realizar la obra.

La artista también incorpora materiales hormigón, yeso, papel, tela, vidrio y resina introducen un contrapunto simbólico con los materiales naturales. Y ello es, en cierto sentido, una reinterpretación, desde la perspectiva actual, de ese encuentro con sus ancestros, un lugar imaginado por la artista en el que intenta reconstruir el principio de sus orígenes. El principio como una linde donde la espiritualidad y lo material, el pasado y el presente, los recuerdos y la memoria, se conjugan y expanden, abriendo nuestra percepción de lo que hemos sido pero que desconocíamos.

La casa del bisabuelo en Asturias, representada en la pintura mural de una construcción ruinosa de piedra y madera, conectada a la instalación en el suelo con los fragmentos de la fachada de esa casa hecha de materiales artificiales, nos habla metafóricamente sobre el sentido de la permanencia. La vida hecha a través de fragmentos, la existencia que se manifiesta en última instancia a través de las presencias y las ausencias, del recuerdo y la memoria como una forma de comprender quienes somos más allá de dónde nacimos y arraigamos.

“Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy”, de Amanda Linares en Piero Atchugarry Gallery, 5520 NE 4 Ave., Miami, FL 33137. Hasta el 2 de noviembre, de miércoles a sábado de 11:30 a.m. a 5:30 p.m. Gratis. Información: (305) 639-8247 o Admin@pieroatchugarry.com.

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