Cuando se protege al invasor: el caso del cangrejo de río italiano

Las introducciones de especies son unos de los factores de degradación ambiental provocada por los humanos, por lo que es razonable que la conservación deba centrarse en especies nativas. Es difícil de asumir que, en medio de una acelerada pérdida de biodiversidad como la que vivimos, los esfuerzos y recursos se centren en una especie introducida. Sin embargo, eso es justo lo que está pasando con el cangrejo de río italiano (Austropotamobius fulcisianus) en España.

El Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) está ultimando la aprobación de una estrategia estatal para la conservación y recuperación del cangrejo de río italiano (al que denominan ibérico), una especie introducida en España.

Aunque en ocasiones pueda haber razones para incluir especies introducidas en los esquemas de conservación, por su relevancia natural o social, centrar los esfuerzos de conservación en este crustáceo aporta poco, e incluso es negativo, para la biodiversidad acuática ibérica.

El cangrejo que trajo el rey

El cangrejo italiano llegó a España en el siglo XVI para satisfacer los deseos de Felipe II. El rey había emprendido el ajardinamiento de los Sitios Reales y para poblar los estanques organizó una compleja importación de cangrejos de río y especies exóticas de peces, elementos exclusivos que nadie más tenía en España.

En 1565 los estanques de la Casa de Campo y Aranjuez contaban ya con lucios y carpas traídos de Francia. El monarca no consiguió los cangrejos de río hasta 1588, cuando el gran duque toscano envió un cargamento de varios toneles con cangrejos a cargo de un hombre que sabía mantenerlos vivos durante meses.

Distribución de especies de <em>Austropotamobius</em>, detallando las subespecies (o linajes) de <em>Austropotamobius fulcisianus</em>. La flecha muestra el itinerario marino (de Livorno a Alicante) seguido por los cangrejos que envió el gran duque toscano a Felipe II en 1588. Miguel Clavero, <a href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:CC BY-SA;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">CC BY-SA</a>

La llegada de cangrejos de La Toscana explica de forma simple y lógica que el cangrejo que puebla España sea Austropotamobius fulcisianus, más precisamente el linaje propio de esa región italiana. Cualquier otra explicación implica asumir piruetas biogeográficas altamente improbables.

Al cangrejo italiano le llevó tiempo dejar de ser una exclusividad real para mezclarse con el pueblo y ocupar medio país. En el siglo XVII los había en Valladolid, a principios del XIX en diferentes lugares de la meseta norte y la cuenca del Ebro, llegó al Guadiana y a Andalucía antes de 1850 y a Cataluña ya en el siglo XX.

El régimen de Franco inició a finales de los años 40 del siglo pasado la promoción de la pesca deportiva, centrada en salmónidos, grandes depredadores introducidos (lucio y lubina negra), carpa y cangrejo de río. Se liberaron cangrejos en numerosos lugares, se fomentó y se reguló su pesca y se estableció un lucrativo mercado alrededor del cangrejo italiano.

Paradójicamente fue esta promoción la que facilitó la llegada y expansión de los cangrejos de río americanos, que fueron la causa del colapso de la especie italiana.

Una nueva invasión perjudica a otra anterior. No es la primera vez que pasa.

Fósiles y genes

Algunos yacimientos españoles (Las Hoyas, en Cuenca; Montsec, en Lleida) contienen fósiles de cangrejos de río, asignados erróneamente al género Austropotamobius. Los cangrejos fosilizados vivieron hace unos 130 millones de años, junto con dinosaurios, pterodáctilos y celacantos de agua dulce. En esa época no existía Austropotamobius y usar esos fósiles como prueba de que el cangrejo italiano es nativo de la península ibérica es tan válido (o tan absurdo) como hacerlo para mantener el mismo argumento con los cangrejos americanos.

Los resultados de todos los estudios genéticos realizados muestran, sin fisura alguna, que los cangrejos de río presentes en España son Autropotamobius fulcisianus de la subespecie de la Toscana y regiones adyacentes. Aun así, hay quien defiende que la estructura y diversidad genética observada en España sugiere que pudiera ser nativa.

Sin entrar en tecnicismos, los patrones genéticos observados en la península para el cangrejo italiano son muy similares a los descritos para el cangrejo rojo. Si sirven como argumento para defender que uno es nativo, también valdrían para el otro. No tiene sentido biogeográfico que sea nativo si conocemos cuándo que se produjo la introducción, los motivos que la propiciaron y la gente implicada. Es decir, exactamente lo mismo que sabemos sobre el cangrejo italiano.

Algunos estudios han propuesto que las poblaciones de cangrejo italiano de las penínsulas ibérica e itálica habrían estado separadas desde hace unos 20 000 años, pero los eventos que habrían llevado a un aislamiento en esa época no son plausibles. Por un lado, el aislamiento de las distintas subespecies dentro de Italia (y la costa balcánica al otro lado del Adriático) tiene una antigüedad en el orden de los millones de años. Si cangrejos de cuencas adyacentes italianas han estado aislados más de 2 millones de años, ¿cómo se explica que los de España fueran una única población con los italianos hace 20 000?

Por otro lado, no hay organismos puramente acuáticos que hayan colonizado la península ibérica en las últimas decenas de miles de años. El aislamiento se remonta a la formación de Pirineos, hace decenas de millones de años, y la llegada natural del cangrejo italiano sería un evento que rompería todo lo que sabemos sobre biogeografía de las aguas ibéricas.

¿Por qué no debemos proteger a esta especie?

Concentrar esfuerzos de conservación en una especie no es inocuo para la conservación de otras. La emergencia es de tal calibre que no es posible acudir al rescate de todas las poblaciones amenazadas. Es por eso que hay que priorizar. Hay que identificar cuáles son las especies sobre las que sea más urgente actuar (más amenazadas) y más importante hacerlo (endemismos ibéricos, por ejemplo). El cangrejo italiano no destaca en ninguno de estos aspectos.

En la actualidad hay unas 1 000 poblaciones de cangrejo italiano en la península, muchas de ellas generadas por la suelta de animales criados en las múltiples granjas de astacicultura existentes en el país. Estas liberaciones se producen en ríos de curso permanente sin cangrejos americanos, que son sistemas muy sensibles y escasos. La biota que los habita (anfibios, sanguijuelas, desmán ibérico) son también a menudo taxones amenazados y necesitan que siga habiendo ríos sin cangrejos.

La actividad alrededor de la conservación del cangrejo italiano concentra una enorme cantidad de recursos que deberían poder ser reconducidos hacia la conservación de la maltrecha biodiversidad acuática ibérica. La estrategia para el cangrejo italiano que prepara el MITECO perpetúa una tradición de gestión desnortada, asentada en mitos sobre la españolidad de una especie introducida y perjudicial para la biota nativa.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Miguel Clavero Pineda es investigador principal del proyecto CRAYMAP (PID2020-120026RB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, en el cual se enmarca este trabajo.