El progreso de Haití está vinculado a la seguridad, dijo un diplomático canadiense en un llamamiento a las instituciones donantes

En Haití hay necesidades urgentes, donde los secuestros se disparan a un ritmo alarmante, vecindarios enteros son vaciados por pandillas enfrentadas y comunidades rurales antaño pacíficas se convierten cada vez más en hervideros de violencia a medida que los grupos armados extienden su violencia fuera de la capital.

Esta realidad, junto con el actual colapso del ya frágil sistema de salud del país y la continua pérdida de puestos de trabajo debido a la escalada de violencia, subrayan la necesidad de restablecer la seguridad en el país, según un grupo asesor de la ONU sobre Haití y el principal representante de Canadá ante el organismo mundial.

“El consenso es extremadamente fuerte en cuanto a que las condiciones económicas y sociales en Haití solo mejorarán cuando haya seguridad”, dijo al Miami Herald Robert “Bob” Rae, representante permanente de Canadá ante la ONU y presidente de la Junta Económica y Social (ECOSOC) sobre Haití.

“Todo está relacionado”, dijo Rae. “La seguridad está vinculada con la situación política y a la necesidad de un plan creíble para la transición a un nuevo gobierno, además de que el punto de vista financiero es el mismo. [...] Es muy difícil encontrar condiciones para la inversión y para mejorar las condiciones de la gente sin abordar la cuestión de la seguridad”.

Tres meses después de que el Consejo de de Seguridad de la ONU aprobó el envío de una fuerza armada extranjera a Haití, liderada por Kenia, el calendario sobre cuándo llegará exactamente esa ayuda sigue incierto.

El 26 de enero, la Corte Suprema de Kenia examinará un recurso interpuesto por grupos de la oposición que intentan detener el despliegue de mil policías en el país caribeño. En Washington todavía no se celebra la conferencia de donantes prevista para financiar la operación y en Puerto Príncipe el gobierno todavía tiene que firmar un acuerdo militar necesario con Kenia que perfile el acuerdo de seguridad con este país.

Mientras tanto, el número de tropas extranjeras que finalmente participarán en la misión sigue siendo un misterio, ya que los países interesados esperan a que se resuelvan tanto la conferencia de donantes liderada por Estados Unidos como el desafío legal en Kenia antes de terminar sus contribuciones.

La lentitud de la planificación está creando dudas entre algunos haitianos sobre la llegada de la ayuda, aunque el jefe de la policía del país Frantz Elbé y el director de la Policía Judicial Frédéric Leconte regresaron de Nairobi el domingo después de una breve visita. El viaje ocurrió después que una delegación de Kenia visitó Puerto Príncipe, visita que una fuente describió de “más de cortesía” que de planificación.

Mientras tanto, la violencia entre pandillas sigue azotando el país. Desde la semana pasada, los enfrentamientos armados cerca de la embajada de Estados Unidos en Tabarre y la cercana Academia de Policía convirtieron la zona en un área de alto riesgo para la seguridad. Al sur de Puerto Príncipe, los ataques en el vecindario de Mariani, en Carrefou, siguen manteniendo atrapados a los habitantes.

Los renovados ataques a los vecindarios han obligado a unas 200,000 personas a huir de sus viviendas, lo que supone multiplicar por 10su número en dos años, según la ONU. Más de 2,500 haitianos han muerto este año y más de 900 han sido secuestrados.

En una declaración el lunes, el grupo asesor sobre Haití hizo un llamamiento a las instituciones financieras internacionales para que redoblen su ayuda al país. Esto incluye un mayor apoyo del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (IMF), el Banco Interamericano de Desarrollo (IDB), la Organización de Estados Americanos (OAS) y la Organización Panamericana de la Salud (PAHO), la oficina regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud (WHO).

Rae dijo que el grupo se reunió recientemente con representantes de las instituciones para discutir la situación en Haití. Por separado, los embajadores y representantes permanentes adjuntos, que representan a varios países, también se reunieron con María Isabel Salvador, jefa de la Oficina Integrada de la ONU (BINUH) en Haití, y con la representante adjunta del secretario general y coordinadora humanitaria principal Ulrika Richardson.

“Hay muchas pruebas de penurias, aumento de la malnutrición, crisis de desnutrición en aumento...”, dijo Rae. “La otra cosa de la que hablamos mucho es de la necesidad de una reforma de la justicia y de un plan integral para Haití que requiere un nuevo enfoque para enfrentar las pandillas, desviando a los niños de estas”.

Rae dijo que el grupo asesor no participa directamente en las discusiones en torno a la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad dirigida por Kenia; sin embargo, al igual que Canadá, apoyan el despliegue de fuerzas armadas para ayudar a la policía haitiana a controlar las pandillas. Esto ayudará a crear un respiro tanto para los haitianos como para los donantes que intentan afrontar los retos de urbanización.

Rae dijo que la preocupación por la actual fuga de cerebros de Haití surgió repetidamente en las conversaciones sobre la capacidad de la Policía Nacional de Haití para acabar con las pandillas. La agencia, que actualmente se prepara para la jubilación de una nueva ola de agentes veteranos, ha perdido al menos 1,600 policías en el último año, dijo Rae.

Muchos de los policías se encuentran entre los más de 112,000 haitianos que viajaron a Estados Unidos al amparo del programa de libertad condicional humanitaria de dos años, puesto en marcha por el gobierno del presidente Biden en enero, según las últimas cifras del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Otros abandonaron el país cuando su visado estadounidense expiraba o huyeron a Canadá.

“Esta es realmente una de las tragedias humanas de la situación”, dijo Rae, hablando en nombre de su propio país, que, a principios de este año, en un acuerdo de inmigración con la administración Biden, anunció un programa para recibir a 15,000 inmigrantes del hemisferio occidental por razones humanitarias. “Las personas que se enfrentan a verdaderas dificultades con la seguridad a menudo se sienten obligadas a marcharse por el bien de sus familias y no ven una luz al final del camino para ellos. Sienten que tienen que salir para cuidar de sí mismos y de sus familias. Es bastante, bastante difícil para un país como Canadá decir ‘No, lo siento, no puedes entrar’... No vamos a imponer una prohibición de país a las personas que vengan a Canadá desde Haití”.

Rae, quien tiene experiencia como mediador, subrayó la necesidad de que la clase política y la élite de Haití le den prioridad al pueblo haitiano y se unan por fin para ayudar a abordar los innumerables desafíos.

“Depende de los propios líderes políticos haitianos averiguar cómo van a resolver este problema, porque es una cuestión crítica, y es muy fácil culpar a las personas que intentaron ayudar, pero, sinceramente, es la propia élite la que tiene que mirarse en el espejo y entender lo que hay que hacer”, dijo. “En nuestro grupo asesor, seguimos diciendo ‘Miren, podemos identificar los problemas, pero solo podemos movilizar el apoyo internacional al nivel que se necesita’”.

Dos años después del asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse, el primer ministro Ariel Henry y miembros de la oposición y grupos de la sociedad civil aún no han forjado el consenso político que la comunidad internacional considera necesario para crear una vía hacia nuevas elecciones. La visita este mes de tres ex primeros ministros de la Comunidad del Caribe no ha permitido alcanzar un acuerdo político negociado.

“Sigo diciendo esto y a veces no creo que sea muy popular, pero la élite haitiana tiene una enorme responsabilidad”, dijo Rae. “Muchos miembros de la élite haitiana han abandonado el país; siguen teniendo intereses económicos en el país, pero no viven allí. Cuando esto empiece a suceder, cualquier país del mundo tendrá graves problemas. Hay que desarrollar un programa con que se comprometan los dirigentes del país y ese es un reto permanente. Para ser sincero, es un verdadero reto”.