Los problemas de su hijo son dolorosos para Biden a nivel personal y político

El presidente Joe Biden y su hijo, Hunter Biden, aterrizan a bordo del Air Force One en la base de la Guardia Nacional Aérea de Hancock Field en Siracusa, Nueva York, el 4 de febrero de 2023. (Al Drago/The New York Times)
El presidente Joe Biden y su hijo, Hunter Biden, aterrizan a bordo del Air Force One en la base de la Guardia Nacional Aérea de Hancock Field en Siracusa, Nueva York, el 4 de febrero de 2023. (Al Drago/The New York Times)

WASHINGTON — Tras una trayectoria política de más de medio siglo, quizá no haya tema más doloroso en términos personales y políticos para el presidente Joe Biden que los problemas de su hijo, Hunter. Según distintos testimonios, Hunter es una herida abierta en el corazón del mandatario y el punto más vulnerable de su armadura de campaña.

Por un lado, cuando Hunter Biden se declaró culpable de dos delitos fiscales menores el martes, marcó la conclusión de una investigación de cinco años sin denuncias de irregularidades por parte del presidente ni, tal parece, tiempo de prisión para su hijo menor. Pero, por otro lado, posicionó una vez más a Hunter Biden en la mira de los adversarios del presidente, quienes de inmediato se quejaron de que el hijo rebelde del jefe de la nación había recibido una sanción demasiado piadosa.

La saga del hijo de 53 años del presidente, que ha tenido problemas de adicción a la cocaína, se ha convertido en una obsesión de la derecha política, que lo ve, o al menos lo etiqueta, como un vivo ejemplo de la cultura de “pagar para jugar” del pantano de Washington que aprovechó su cercanía al poder. La frase “la computadora personal de Hunter Biden” ha cobrado un significado totémico para los adversarios del presidente, aunque no puedan describir lo que en realidad se encontró en la computadora que apareció en un taller de reparaciones en 2020.

Dado el momento en que ocurre el acuerdo de culpabilidad de Biden hijo, a casi dos semanas de la acusación formal contra el expresidente Donald Trump con 37 cargos de delitos mayores por poner en riesgo la seguridad nacional y obstruir la justicia, fue inevitable que se generaran comparaciones entre dos casos que son inmensamente diferentes. Los aliados del presidente señalaron el acuerdo de admisión de culpabilidad como evidencia de que Biden estaba haciendo lo correcto al permitir que un fiscal nombrado en un inicio por Trump decidiera cómo sancionar la mala conducta de su hijo, mientras que el exmandatario y sus partidarios lo caracterizaron como una prueba de justicia selectiva.

“El Departamento de Justicia corrupto de Biden acaba de borrar cientos de años de responsabilidad penal al darle a Hunter Biden una mera ‘multa de tránsito’”, escribió Trump en su plataforma de redes sociales. “Jalón de orejas” se convirtió en la frase predilecta de republicanos como los representantes James Comer, de Kentucky, y Elise Stefanik, de Nueva York.

David Brock, operativo demócrata, declaró que el resultado de la acusación refutó los muchos alegatos que se lanzaron contra el presidente y su hijo desde que Trump estaba en el poder. “A Hunter no se le imputará ninguno de los cargos infundados y disparatados que los republicanos y los medios de derecha han usado para desprestigiarlo durante años”, afirmó Brock.

Hunter Biden durante la ceremonia en la que su padre, el presidente Joe Biden, otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad a 17 personas en la Sala Este de la Casa Blanca, el 7 de julio de 2022. (Haiyun Jiang/The New York Times)
Hunter Biden durante la ceremonia en la que su padre, el presidente Joe Biden, otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad a 17 personas en la Sala Este de la Casa Blanca, el 7 de julio de 2022. (Haiyun Jiang/The New York Times)

Es un debate en el que Biden prefiere no participar, y no dijo casi nada en las horas posteriores a que se diera a conocer la noticia del acuerdo de admisión de culpabilidad de su hijo, pues solo autorizó que un portavoz de la Casa Blanca dijera que él y la primera dama “aman a su hijo y lo apoyan en su camino para reconstruir su vida”.

El martes, cuando los reporteros que viajaban con él en California le preguntaron si había hablado con Hunter Biden, el presidente solo dijo: “Estoy muy orgulloso de mi hijo”.

El mandatario estadounidense comprende que la admisión de culpabilidad no será el final del asunto, ya que los republicanos de la Cámara de Representantes están realizando con vehemencia sus propias investigaciones y divulgando más acusaciones sensacionalistas que, aunque no se han confirmado, se han convertido en un elemento central de los medios de comunicación conservadores.

Pero tras meses de espera, frustrado por ver que se resolviera el caso, Biden se sintió aliviado al saber que se había concretado el acuerdo de culpabilidad, con la esperanza de que le quitará un enorme peso de encima a su hijo sin provocar que este recayera en sus problemas de adicción, según personas cercanas a él. Biden no ha ofrecido declaraciones públicas, no por miedo a las repercusiones políticas, sino por la inquietud de atormentar más a su hijo, según dijeron estas personas.

“No conozco a ningún padre que quiera ver las dificultades personales o legales de su hijo o su familia expuestas tan públicamente a vista de todo el mundo”, comentó Michael LaRosa, exportavoz de Jill Biden. “En los tres años que he trabajado para ellos en la campaña y en la Casa Blanca, nunca se volvieron inmunes a los ataques personales contra su familia. Cada difamación, ataque, conspiración y mentira sobre su hijo es doloroso y nunca es fácil de digerir”.

En ciertos aspectos, Hunter Biden se ha convertido en un ejemplo más extremo del fenómeno de una era en la que cualquier moderación que haya existido antes con respecto a la familia de un presidente ha desaparecido por completo. Su trabajo en Ucrania ayudó a dar paso al primer juicio político contra Trump, su computadora portátil derivó en acusaciones de que Twitter lo encubrió, sus lazos financieros en el extranjero han propiciado investigaciones extensas en el Congreso, y su turbulenta vida personal le ha regalado mucho material a los tabloides.

Muchos estadounidenses están convencidos de que el hijo del presidente participó en algo turbio más allá de los cargos de impuestos y armas que se mencionaron el martes. Una encuesta de The Harris Poll realizada el mes pasado para el Centro de Estudios Políticos Estadounidenses de la Universidad de Harvard halló que el 63 por ciento de los estadounidenses piensa que Hunter Biden estuvo implicado en un “tráfico de influencias ilegal”, y el 53 por ciento dijo que su padre estuvo involucrado hasta cierto punto mientras ocupaba la vicepresidencia.

Incluso algunos de los aliados demócratas del presidente han comentado en privado que hay preguntas legítimas sobre los tratos comerciales de Hunter Biden en Ucrania y China que parecían usar su nombre como moneda de cambio. Si bien afirmaron que no había ninguna evidencia de que su padre abusara de su poder en el cargo como consecuencia, lamentaron que Biden no hubiera hecho más para frenar las actividades lucrativas de su hijo.

Aun así, ninguna de esas cuestiones se tradujo en cargos en el acuerdo del martes, y el hecho de que lo haya negociado David Weiss, el abogado estadounidense que en un inicio fue nombrado por el fiscal general de Trump para liderar la investigación y luego obtuvo el permiso del Departamento de Justicia bajo el mandato de Biden para seguir en el caso, ofreció una réplica útil para las alegaciones de favoritismo. Weiss declaró ante el Congreso que se le había otorgado la “máxima autoridad en este caso”.

De cualquier modo, los estrategas demócratas dudan que el tema resuene con los votantes indecisos. “Los republicanos han apostado de lleno por repetir la consigna sobre Hunter Biden, y aunque sí estimula a su base, no hay muchas pruebas de que el votante promedio sienta el impacto de este asunto”, sostuvo Cornell Belcher, encuestador demócrata que trabajó para el expresidente Barack Obama.

Sin embargo, para el presidente, este tema es mucho más personal. Su relación con su hijo se forjó en el accidente automovilístico de 1972 en el que fallecieron la primera esposa de Biden y su hija pequeña; Hunter terminó hospitalizado, al igual que su hermano mayor, Beau.

Mientras que Beau Biden creció para convertirse en un político exitoso a quien su padre consideraba capaz de convertirse en presidente algún día, Hunter batalló con el alcohol, las drogas y problemas personales. Luego de que Beau Biden murió de cáncer cerebral en 2015, un Hunter devastado cayó en una espiral de rachas repetidas de consumo de crac que terminaron por destruir su matrimonio.

Como escribió Hunter Biden en “Beautiful Things”, sus memorias de 2021, se perdía durante semanas en atracones de droga, en los que fumaba crac cada 15 minutos y se comportaba de maneras erráticas e incluso imprudentes, hasta llegó a invitar a su traficante callejero a vivir con él, y a tener un amorío extramarital con la viuda de Beau, Hallie Biden. Describió una vida de “comprar crac a mitad de la noche detrás de una gasolinera en Nashville, Tennessee, o tener ansias de beber las botellitas de licor en el minibar de tu hotel mientras estás sentado en un palacio en Amán con el rey de Jordania”.

En un momento dado, cuando desapareció casi un mes, abrió su puerta para encontrar a su padre, el entonces vicepresidente, escoltado por agentes del Servicio Secreto. “Necesitas ayuda”, le dijo su padre. Como escribió Hunter Biden: “No quería irse hasta que yo me comprometiera a hacer algo”. En otra ocasión, el presidente participó en una intervención familiar, en la que emboscaron a Hunter Biden para obligarlo a someterse a tratamiento. Cuando Hunter salió furioso del lugar, su padre lo persiguió hasta el frente de la casa, lo abrazó y lloró.

Desde entonces, Hunter Biden volvió a casarse, pagó la deuda tributaria que causó los cargos presentados el martes y le ha dado un giro a su vida.

De vez en cuando, hace apariciones públicas en eventos de la Casa Blanca, sabiendo que siempre que lo hace, será un problema. En diciembre, asistió a la cena de Estado en la Casa Blanca y viajó con su padre a Irlanda en abril.

Pero ya sea que esté ahí en persona o no, Hunter Biden seguirá siendo una presencia en la presidencia de su padre, para bien o para mal, sobre todo a medida que se acercan las elecciones del próximo año.

c.2023 The New York Times Company