Privacidad en Suntory, sólo a los clientes frecuentes

CIUDAD DE MÉXICO, junio 29 (EL UNIVERSAL).- Tres disparos de arma de fuego no pueden pasar desapercibidos al interior del restaurante Suntory, menos un comensal. Al interior se produce una calma, un silencio, que cualquier ruido extraño, rompe con la naturalidad del negocio. Cualquier ruido extraño rompe con la privacidad que el negocio da a sus clientes.

El Suntory está dividido y los clientes frecuentes, como Jesús Hernández Alcocer, imputado por el asesinato de la cantante Yrma Lydia, saben a dónde dirigirse: a los privados donde no hay cámaras, según contó uno de los clientes.

En su reapertura este martes, luego de permanecer asegurado por la autoridad investigadora desde el jueves 23 de junio, la gente arribó como si nada, los clientes ingresaban y estrechaban diálogo con sus meseros.

La zona de bar, muestra un gran ventanal en donde se ve una fuente japonesa. La música del piano es baja y una vez el músico termina la partitura, sus compañeros de trabajo le dicen, también en voz baja, "maestro" y le aplauden.

EL UNIVERSAL visitó el restaurante y encontró que la operación no se modificó después del feminicidio, nadie revisa a las personas que ingresan, así que si uno porta un arma de fuego, nadie lo notaría.

"Después de lo que pasó, hoy abrimos", dijo un mesero mientras lleva una bebida. En la zona de restaurante, uno puede elegir la zona en donde sentarse: tradicional o teppanyaki, nadie te habla de los privados, solo los clientes frecuentes saben de ellos.

En la estancia de este diario, un sujeto arribó con un arreglo y un gran globo, los meseros lo tomaron y se dirigieron a un cuarto.

Los precios son altos para una comida común. Constantemente los trabajadores te observan, detectan a quien no es asiduo al lugar y aun más si él atuendo no es acorde a las circunstancias, la mayoría viste formal.

"Visa o American Exprés", pregunta de inmediato el mesero al momento de pagar la cuenta, no importa si esta consistió en dos bebidas y una entrada o en unas almejas a la mantequilla, un teppanyaki, sushi o salmón.

Al salir, te siguen observando, un saludo como si estuvieras en Japón te anima a salir sonriendo, enfilar hacia la puerta repleta de personal de seguridad, por si alguien comete un crimen al interior y pretende huir.