Presionado, Jair Bolsonaro desiste de echar a un ministro clave

RÍO DE JANEIRO.- Mientras la pandemia del coronavirus sigue su derrotero en Brasil, con 12.000 enfermos y 553 muertos, por fuera del debate sanitario los reflectores se posan sobre el gobierno de Jair Bolsonaro, una fábrica de polémicas en la crisis.

Bolsonaro reforzó ayer la amenaza de despedir a su popular ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien se mantiene apartado del presidente brasileño por defender medidas de amplio aislamiento social frente al brote local del virus.

"Hubo gente limpiando cajones, llevándose cosas. Vamos a continuar. Continuando vamos a enfrentar a nuestro enemigo: el Covid-19", admitió Mandetta luego en una conferencia de prensa. "Hubo una buena reunión [entre Bolsonaro y los 22 ministros]. El gobierno se reposiciona para tener más unión", concluyó el ministro.

A comienzos de la tarde, los rumores de una decisión tomada cobraban fuerza en Brasilia. "No sé hasta cuándo seré ministro", se sinceró ayer Mandetta, en una reunión técnica con el equipo de Salud, al tanto de la posibilidad concreta de que esa fuera su última reunión.

Alineado con los criterios de la Organización Mundial de la Salud en el combate contra el Covid-19, Mandetta había quedado pendiendo de un hilo en el cargo el jueves, luego de que Bolsonaro le pidiera "humildad" y "escucharlo más".

Según reconstruyó LA NACION a partir de una fuente cercana a Bolsonaro, el presidente tenía en mente a Osmar Terra, diputado federal y exministro de la Ciudadanía, como reemplazante. Bolsonaro había almorzado con Terra, el grupo de cuatro ministros con asiento en el Palacio del Planalto y con una médica inmunologista, en una reunión sin Mandetta.

Por sus posiciones sobre el Covid-19, el eventual reemplazo anticipaba un cambio de nombre y de estrategia: Terra defiende que el aislamiento no resuelve la expansión del virus y perjudica a la economía, alineado con Bolsonaro.

En la pulseada por la continuidad de Mandetta intervinieron al menos el ala militar del gobierno y el jefe del Senado, David Acolumbre, del partido Demócratas (DEM) -el mismo de Mandetta y del presidente de la Cámara, Rodrigo Maia-.

Acolumbre les dijo a ministros cercanos a Bolsonaro que si se producía la salida, la relación del Congreso con el gobierno sería "muy difícil", según publicó el diario O Globo. Al final del día, Bolsonaro cambió de parecer y el ministro de Salud ganó algo oxígeno en el cargo. El general Hamilton Mourao fue el encargado de ratificar la continuidad.

La salida del ministro era leída dentro y fuera del gobierno como una maniobra de riesgo. El 76% de los brasileños creen que lo más importante en este momento es permanecer en casa, de acuerdo con la consultora Datafolha. Y la popularidad del ministerio de Mandetta es más del doble que la del presidente, según la misma consultora.

Bolsonaro había subido el tono el domingo, cuando sin nombrarlo dijo que el poder de su "lapicera" podía aparecer en cualquier momento para despedir a ministros "estrella".

A contramano de Mandetta, Bolsonaro desea un aislamiento "vertical" o limitado a grupos de riesgo, como ancianos y enfermos, y la reapertura de tiendas. "Si la economía colapsa, mi gobierno también colapsará", razona el derechista.

Además de problemas internos, se sumó ayer otro frente abierto por el ministro de Educación, Abraham Weintraub, quien generó disgusto del gobierno de China, principal socio comercial de Brasil.

Weintraub ridiculizó el acento chino para hablar portugués en un post en Twitter en el que insinuó que ese país podría estar beneficiándose de la pandemia. Las autoridades chinas calificaron la publicación de racista y pidieron una retractación. Además, señalaron que puede tener influencias negativas en la relación bilateral.

El ministro borró el post y dijo que se trató de una "broma leve", pero dijo que pedirá disculpas si el país asiático provee a Brasil de mil respiradores.

Aceleración

Brasil camina hacia una nueva etapa del Covid-19 en al menos cinco estados. Según el Ministerio de Salud, Brasilia, San Pablo, Río de Janeiro, Ceará y Amazonas entrarán en los próximos días en una etapa de "aceleración descontrolada" del virus, con una suba sensible de casos.

San Pablo, el estado más poblado de Brasil, avanzó ayer con la extensión de la cuarenta por 15 días más de lo previsto, hasta el 22 de abril.

El estado, que cuenta con 4620 infectados y 275 muertos, evalúa que sin la aplicación de las medidas de cuarentena los casos se habrían multiplicado por diez.ß