En su preparación para la revancha con Trump, Biden se enfrenta a cuatro difíciles desafíos

Un letrero que exhorta a votar “no comprometido” en las elecciones primarias de los demócratas, una campaña para enviar un mensaje de inconformidad con el presidente Joe Biden por su apoyo a Israel y a su campaña militar en Gaza, afuera de un lugar de votación en Dearborn, Míchigan, el 27 de febrero de 2024. (Emily Elconin/The New York Times)
Un letrero que exhorta a votar “no comprometido” en las elecciones primarias de los demócratas, una campaña para enviar un mensaje de inconformidad con el presidente Joe Biden por su apoyo a Israel y a su campaña militar en Gaza, afuera de un lugar de votación en Dearborn, Míchigan, el 27 de febrero de 2024. (Emily Elconin/The New York Times)

WASHINGTON — Mientras se prepara para su discurso del estado de la Unión el jueves, el presidente Joe Biden enfrenta cuatro problemas políticos irresolubles que plantean peligros para su campaña de reelección.

La preocupación por su edad, la confusión sobre su gestión de la economía, la molestia en torno a su alianza con Israel en la guerra en la Franja de Gaza y la apertura a candidatos independientes y de un tercer partido han sido los motivos principales por los que su coalición demócrata parece un poco más pequeña y menos entusiasta que en 2020.

Biden todavía tiene la primavera, el verano y el otoño para darle un giro a las cosas; además, los demócratas han ganado una serie de elecciones en los últimos años al enfocar sus campañas en el derecho al aborto.

Pero estas dificultades políticas juntas están amenazando su capacidad de ser contundente, para lo que sus asesores han puesto en el centro de su estrategia de campaña: que la elección de 2024 sea entre Biden y su predecesor, el expresidente Donald Trump.

A continuación, un análisis más detallado de los cuatro desafíos:

Son continuas las preocupaciones relacionadas con la edad de Biden.

El presidente Joe Biden en San Francisco, el 22 de febrero de 2024. (Al Drago/The New York Times)
El presidente Joe Biden en San Francisco, el 22 de febrero de 2024. (Al Drago/The New York Times)

Desde que anunció su campaña presidencial en 2019, Biden, de 81 años, ha eludido esas inquietudes.

El mes pasado, los estadounidenses vieron cuando un fiscal especial habló de Biden como “un anciano bienintencionado con mala memoria”. Una encuesta reciente de The New York Times y Siena College reveló que el 73 por ciento de los electores dijeron que tenía una edad demasiado avanzada como para ser un presidente eficaz.

¿Qué puede hacer Biden?

“Creo que debería tomarse una pastilla y rejuvenecer 40 años”, comentó el senador independiente de Vermont, Bernie Sanders, quien a la edad de 82 años es solo un año mayor que Biden. “Y yo espero que si se la toma, la comparta conmigo”.

Hablando en serio, algunos demócratas han motivado a Biden para que les demuestre a los electores que sigue siendo apto para ese cargo.

Sanders manifestó confianza y dijo que esperaba que Biden hiciera “una campaña intensa” para promover sus logros y explicar su programa de un segundo periodo.

La guerra de Israel en Gaza ha puesto a algunos demócratas en contra de Biden.

La guerra en Gaza ha distanciado a algunas piezas importantes de la coalición que ganó con Biden en 2020, como los electores jóvenes, los progresistas y algunos votantes negros.

La campaña de Biden alejó al trece por ciento de los electores de las elecciones primarias de los demócratas en Míchigan que emitieron votos de “no comprometido”, según las normas históricas dentro de ese estado.

Pero el porcentaje fue mucho más elevado en las elecciones primarias de Minnesota del martes y solo un poco menor en Carolina del Norte, donde no hubo una campaña de protesta organizada. Otra tentativa de los grupos de izquierda en las elecciones primarias del estado de Washington la próxima semana implica que Biden va a seguir enfrentándose al rechazo de los demócratas con respecto a la guerra.

“El presidente ha estado pareciendo débil en este conflicto porque no puede mantener lo que dijimos que eran los valores de Estados Unidos”, comentó Pramila Jayapal, la representante de Washington y líder del Caucus Progresista del Congreso. “Yo dije de manera directa a la Casa Blanca: creo que en verdad podríamos perder estas elecciones frente a Donald Trump por esta guerra”.

Jayapal y otros demócratas alegan que cada día que siga el conflicto es un día en el que su partido tendrá problemas para enviar un mensaje acerca de la manera en que Biden es superior a Trump, ya que los votantes que están enojados por la guerra no lo escucharán sobre ninguna otra cosa.

Algunos demócratas progresistas afirman que para recuperar el apoyo, Biden debe ir más allá de hacer un llamado al cese al fuego y cancelar la ayuda militar incondicional para Israel.

“Solo exigir un cese al fuego habría funcionado hace unos meses”, señaló Keith Ellison, fiscal general de Minnesota. “La gente busca un cambio de relación porque después de 30.000 muertos y muchos más que han sido desplazados, creo que es algo así como ‘No podemos seguir así’. No es posible. El mundo no puede continuar así”.

Los electores no creen que Biden haya hecho mejoras en la economía.

Los indicadores económicos apuntan, en su mayoría, en la misma dirección. La inflación está disminuyendo y la confianza del consumidor está al alza. Muchos estadounidenses se sienten bien en general acerca de su propia situación económica.

Pero no creen que Biden haya tenido mucho que ver con ello y piensan que la economía general está empeorando. Solo el diecinueve por ciento de los encuestados en el sondeo más reciente de The New York Times/Siena College creía que la economía estaba mejor que hace cuatro años (cuando Trump era el mandatario), mientras que el 65 por ciento dijo que ahora está peor. Si retrocedemos tan solo un año, el 23 por ciento afirmaba que la economía estaba mejor, el 40 por ciento decía que estaba peor y el 36 por ciento afirmaba que estaba casi igual.

“Aquí tenemos una disparidad”, comentó el gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, un aliado de Biden que durante meses ha pronosticado que, para este verano, Biden recibirá el reconocimiento de haber mejorado la economía, justo a tiempo para las elecciones generales. “No estoy insinuando que vaya a ser como una varita mágica, pero creo que literalmente es solo cuestión de tiempo hasta que el presidente reciba el reconocimiento que merece”.

Biden ha probado una serie de medidas para obtener más reconocimiento con una mayor rapidez. Ha formulado su agenda interna como “Biden-economía”, un término que pocas personas en las altas esferas de su entorno aceptaron, pero que en ocasiones se conservó en la imagen de la Casa Blanca. El discurso del jueves le brinda a Biden uno de sus escenarios más importantes del año para presumir sus logros, algo que incluso sus antiguos partidarios necesitan que haga más.

Adrianne Shropshire, directora ejecutiva de BlackPAC, una organización afroestadounidense de compromiso político, comentó que en fechas recientes había encabezado un grupo de debate en el que a los participantes les sorprendió enterarse de las leyes que Biden había aprobado y de cómo la economía había mejorado durante su presidencia.

“Alguien dijo: ‘Yo no sabía nada de esto. ¿Por qué los demócratas son tan malos para comunicarse?’”, explicó Shropshire. “Esa es una sensación que tienen casi todos”.

Los candidatos de un tercer partido podrían plantear una verdadera amenaza.

La campaña de Biden ha pretendido estructurar las elecciones de 2024 como una alternativa binaria entre Biden y Trump. Un problema de esa estrategia es que los electores podrían tener otras opciones.

Durante meses, a los demócratas les preocupaba que No Labels, el movimiento de centro que afirmaba tener un fondo de financiamiento de 70 millones de dólares, presentara un candidato. Pero debido a sus objetivos principales, la preocupación de los demócratas acerca de los candidatos independientes y de un tercer partido se han ido a la posibilidad de que Robert F. Kennedy, hijo, pudiera desviar votos de Biden.

“A todos los de la coalición demócrata les preocupa Kennedy”, afirmó Matt Bennett, cofundador del grupo de centro Tercera Vía, que ha ayudado a encabezar los intentos del partido para detener a los candidatos independientes y de un tercer partido.

Los candidatos como Kennedy, y en menor grado, pero también importantes, Cornel West y Jill Stein, podrían fragmentar la frágil coalición que eligió a Biden en 2020.

Ese año, Biden unió a los demócratas del ala izquierda con los republicanos de centroderecha que se oponían a la perspectiva de que Trump tuviera un segundo periodo, pero después de que muchos de esos electores se decepcionaran de los candidatos principales de ambos partidos, los demócratas temen que salgan más votos de la sección de Biden que de la de Trump.

Durante los meses siguientes, la pelea será sobre si candidatos como Kennedy y West califican para aparecer en la boleta electoral de estados claves en disputa. Hasta ahora, West está en la boleta de Alaska, Oregón y Carolina del Sur, y Kennedy aparece en la boleta de Utah. El martes en la noche, su campaña anunció que había recabado suficientes firmas para calificar y aparecer en la boleta de Nevada, que sería su primer estado en disputa.

“Los candidatos a la presidencia de un tercer partido en general son una gran amenaza para la presidencia”, señaló Rahna Epting, directora ejecutiva de MoveOn, un grupo activista liberal. “En estas elecciones, el resultado será que inclinarán la elección hacia Donald Trump, y este país no puede aguantarlo otros cuatro años”.

c.2024 The New York Times Company