Preocupa a vendedores de ‘Little Village Discount Mall’ el fin de una era por la remodelación de la plaza: ‘Es la meca de los mexicanos en la ciudad’

Sobre el silbido de una suave brisa de febrero, un músico toca una dulce melodía con su guitarra mientras un vendedor ambulante grita “¡churros, churros!”. Un grupo de adolescentes ríe mientras comen elotes y otros antojitos, en tanto una madre con su pequeño de la mano entra al histórico Little Village Discount Mall, y el padre corre detrás de ellos.

Adornado con una distintiva bandera mexicana del piso al techo, el centro comercial está ubicado en la plaza al costado del emblemático arco de La Villita —ícono de la comunidad mexicana en Chicago, también conocida como el México del Medio Oeste—, el cual por los pasados 30 años ha sido un referente cultural para el barrio. El centro comercial es una réplica de un tianguis, un mercado mexicano.

El lugar está repleto de vestidos de quinceañeras, botas y sombreros, artículos religiosos e incluso aves vivas. “Hay cosas que no puedes encontrar en ningún otro lugar, o al menos, no todo en el mismo lugar”, comentó Kocoy Malagón, vendedora en el centro comercial.

Pero más allá de los artículos en un edificio antiguo, hay docenas de historias de resiliencia y amor que han llevado a familias inmigrantes, algunas indocumentadas, a establecer negocios allí; para muchos, es su único sustento. Sin embargo, a medida que la comunidad inmigrante ha envejecido y la generación más joven echa raíces, la gentrificación lenta pero constante del vecindario ha sido inevitable.

Después de más de dos años de incertidumbre, Novak Development, el nuevo dueño de la plaza, anunció que había llegado a un acuerdo para extender el contrato de arrendamiento a solo uno de los dos operadores del centro comercial, se cerrará un lado del centro comercial indefinidamente, lo que significa que casi la mitad de los 150 vendedores del Discount Mall serán desalojados.

Malagón, una de las 80 vendedoras que deben irse, tiene hasta el 26 de marzo para desalojar su local. Ella fue una de las comerciantes que impulsó a otros en 2020 a buscar el apoyo de la comunidad cuando se enteraron de que Novak había comprado la plaza por $17.5 millones y tenía planes diferentes para el centro comercial.

Para Malagón, perder el centro comercial nunca ha sido solo perder dinero, enfrentarse a un desarrollador de alto perfil o averiguar qué líder político está de su lado, dijo. “Se trata de un espacio que ha sido fuente de ingresos para cientos de familias que conforman la cultura de esta comunidad”, agregó. “Es la meca de los mexicanos en la ciudad, un refugio para muchos recién llegados porque hablamos español y tenemos los artículos que les recuerdan a su hogar”.

La plaza

La Villita es el hogar de 71,000 residentes, el 80% son hispanos o latinos, según el censo de EEUU. Los mexicoamericanos comenzaron a mudarse al vecindario del suroeste de la ciudad en la década de 1970, y hoy en día, la franja comercial al oeste de la 26th St., es el segundo centro de ventas e ingresos fiscales con mayor recaudación en la ciudad, después de la Michigan Ave., en el centro; lo que le valió el apodo de “la segunda Milla Magnífica”. El Desfile de la Independencia de México que se celebra en el vecindario cada septiembre atrae a más de medio millón de participantes, residentes y visitantes de la comunidad cada año, dicen los organizadores.

La plaza, localizada en el 3115 W. 26th St., alberga a Walgreens, Esperanza Health Center y La Baguette Bakery, se prevé que todos se queden en el espacio comercial bajo la nueva administración, junto con el Discount Mall, que es operado por dos empresas de arrendamiento; Pilsen Plaza Corp., que se queda, y es propiedad del dueño de la empresa Kyunhee Park. El otro, P.K. Mall Inc., opera el lado del centro comercial donde 80 vendedores están instalados.

En una carta a los comerciantes, la gerencia de P.K. Mall informó que desde 1991 ofreció “alquileres por debajo del valor del mercado y acuerdos a corto plazo a personas con poco o ningún historial crediticio, para permitir que las familias locales, muchas de las cuales son inmigrantes, iniciaran y construyeran negocios sostenibles con riesgo mínimo”.

Según los términos de Novak para el operador, esa ya no es una opción, según la carta.

El aumento del alquiler propuesto por el nuevo arrendador “habría hecho imposible que continuáramos brindando el mismo costo y apoyo a nuestros vendedores por los que siempre nos hemos esforzado”.

“No pudimos asegurar una solución viable que nos hubiera permitido continuar operando de una manera que se alinea con nuestra misión principal”, dice la carta.

Malagón y otros vendedores desanimados se reunieron el 16 de febrero para anunciar que seguirán manteniéndose firmes, con la esperanza de persuadir a Novak para que cambie sus planes y encuentre una manera de permitir que todos, no solo la mitad, de los vendedores se queden.

“No nos están obligando directamente a irnos, sino que nos aumentan la renta para sacarnos”, dijo Juan Zárate, cuya familia tiene tres tiendas al costado del centro comercial que cerrarán. “Saben que no podemos pagar tanto”.

Jake Paschen, vicepresidente ejecutivo de Novak Development, dijo que a pesar de varias conversaciones, la empresa no pudo llegar a un acuerdo con P.K. Mall. Paschen dijo que, contrariamente a la controversia que rodeó la compra inicial de la plaza, Novak no tenía la intención de reemplazar el Discount Mall.

“Bastante temprano, reconocimos el valor de estos vendedores del Discount Mall y del Discount Mall en sí mismo, por lo que decidimos que íbamos a tratar de mantenerlo e intentamos renovar ambos contratos de arrendamiento”, dijo Paschen.

Dijo que Park accedió a un alquiler a “tasa de mercado” y a continuar otorgando licencias de espacios en la plaza, que se transformará con renovaciones, incluidas nuevas fachadas, techos, iluminación, paisajismo, señalización y un nuevo estacionamiento con un sistema de detención subterráneo de aguas pluviales.

“Creo que lo que pedimos es razonable; ciertamente es menos de lo que podríamos haber obtenido de otros inquilinos y estamos felices de hacerlo”, dijo Paschen.

Aún así, la visión de la compañía ha hecho poco para aliviar la tensión y los rumores que circulan por el centro comercial, dijo Zárate.

“Esto no se puede replicar en ningún otro lugar”, agregó Zárate. “Una vez que nos hayamos ido, nunca será lo mismo”.

Estas son algunas de sus historias que han dado forma a su cultura:

‘El Mariachi de la 26′

Cuando Martín Santiago, de 64 años, comenzó a tener problemas con la vista hace casi una década, tuvo que dejar su trabajo de soldador, pero aún necesitaba trabajar, contó. Así que tomó su guitarra y comenzó a ofrecer canciones a cambio de una propina. Se hizo conocido como ‘El Mariachi de la 26′.

Durante los últimos siete años, Santiago ha estado dando serenatas a las personas que viven y visitan La Villita. Ha llevado su música a restaurantes y tiendas, pero desde que comenzó el COVID-19, ha pasado muchos de sus días fuera del centro comercial, ofreciendo sus canciones.

“Mucha gente de todas partes viene aquí y me tratan bien”, dijo. Los fines de semana es cuando gana más dinero. Lo suficiente para que él y su esposa compren comida, dijo.

Una vez que comiencen las renovaciones de la plaza, teme tener que encontrar un nuevo lugar en el vecindario para hacer música. “Espero que los nuevos dueños me dejen seguir cantando aquí”, dijo.

De vez en cuando lo contratan para tocar su guitarra y cantar en reuniones familiares. Otras veces es invitado por otros músicos a unirse a ellos en algún concierto.

Su amor por la música comenzó a una edad temprana cuando vivía en Puebla, México, aunque lo ha hecho sólo como un pasatiempo.

“Me gustaba más trabajar, le echaba ganas al trabajo”, contó que prefería trabajar y poner mucho empeño en mejorar su vida y la de sus hijos. “Pero ya nadie me contrata por mi edad”.

‘El Mall me abrió sus puertas’

En un puesto repleto de artículos de Primera Comunión, camisetas de baloncesto y gorras de los estados mexicanos (Jalisco, Durango y Michoacán), Margarita Jiménez espera clientes.

“Este es un lugar histórico”, opinó sobre el centro comercial. “Así como el arco (en la calle 26), este centro comercial es como los mercados que ves en México en lugares como Guadalajara o el D.F. (Distrito Federal, o Ciudad de México). Aquí puedes ver nuestras tradiciones en exhibición”.

Jiménez comenzó a trabajar en el centro comercial en 1994, pocas semanas después de llegar a Chicago desde Guerrero, México. Durante los primeros cinco años, vendió ropa para tomar los sacramentos católicos y luego vendió ropa normal durante los siguientes 10 años. Mientras tanto, ahorró para abrir su propia tienda, a la que llamó Leslie’s Merchandise, en honor a su sobrina primogénita.

Su tienda ocupa más de un puesto. Al otro lado del pasillo angosto, en otro puesto vende balones de fútbol, muñecas y fidget spinners, artículos que a menudo llaman la atención de los niños que arrastran a sus padres al puesto.

Como madre de uno, Jiménez dice que el centro comercial “abrió sus puertas y brazos para que pudiera encontrar trabajo”. Ella contó que vino a este país sola, pero que hizo suficientes amigos para sentirse como en casa dentro de la comunidad inmigrante muy unida. Dijo que todavía se encuentra con personas que la reconocen de la primera tienda en la que trabajó en el centro comercial.

Jiménez dijo que su tienda la ayudó a enviar a su hijo a la universidad.

“Todos comen de esto”, dijo Jiménez. “Es el lugar donde todos venimos a trabajar para salir adelante en la vida”.

La tienda más antigua del centro comercial

La tienda de cuero de Sarfraz Satti es la tienda más antigua del centro comercial y ha estado allí desde su apertura en 1991. La tienda de Satti está llena de chamarras, billeteras, boletos de lotería, máquinas tragamonedas digitales y recuerdos, que incluyen camisetas, relojes y anteojos.

Satti dijo que cuando abrió la tienda hace más de 30 años, no sabía que la administraría durante tanto tiempo. “Quién sabe, tal vez podría haber muerto antes”, se ríe.

“Básicamente viví toda mi vida aquí”, dijo el vendedor pakistaní de 52 años que llegó a Estados Unidos en 1989. “Era muy joven”, dijo Satti. “El Discount Mall fue el mejor lugar para mí. Abrí una tienda y compré una casa. Me casé y tengo dos hijos”.

Los dos hijos de Satti han podido crecer con la tienda, su hijo se unió al ejército después de graduarse de la Universidad de Illinois en Chicago y su hija también fue a la universidad.

Satti dijo que consideraría abrir una tienda en otro lugar si tuviera la oportunidad de hacerlo. “A las personas independientes les gusta trabajar por su cuenta; no les gusta trabajar para otra persona”, dijo.

Pero por ahora, todavía tiene el Little Village Discount Mall en su corazón.

“Crecí aquí y tengo muchos amigos”, dijo Satti. “Somos básicamente como una familia, ya sabes, venimos aquí. Todos mis vecinos, dueños de diferentes tiendas, somos amigos y nos juntamos como en casa”.

El negocio y las botas. Son mi vida.’

Eduardo Oliva vendió sombreros y botas de vaquero para Larre M Boots durante 30 años cuando la empresa lo envió a abrir un puesto en el Discount Mall en 2016.

Oliva dijo que el artículo más popular que tiene son las botas. “Se las vendo a todos. Son principalmente para latinos, pero también para compradores negros y blancos. Y las vendo para todo, bautizos y primeras comuniones también”.

Oliva lamenta que no haya tanto negocio para él ni para otros vendedores en el Discount Mall cuando abrió su tienda hace siete años, dice que el aumento de la delincuencia en la calle 26 desanima a la gente a ir.

“La gente tiene miedo de venir, dicen: ‘Oh, se está haciendo tarde, debemos irnos a casa’”, contó Oliva.

El puesto de Oliva se ubica del lado del Discount Mall que permanecerá abierto, pero aunque no lo estuviera, dijo que seguiría vendiendo ropa.

“Esto es justo lo que me gusta hacer”, dijo Oliva. “El negocio y las botas. Es mi vida.”

El canto de los pájaros, el sueño de un padre

La tienda que tiene la familia de Marta Zárate dentro del centro comercial no se parece a ninguna otra. Venden pájaros: pájaros amarillos, naranjas, verdes brillantes. El canto se puede escuchar en todos los pasillos.

“¿No te molesta?” alguien le preguntó a Marta mientras trataba de limpiar las semillas de cártamo del piso. Ella se rió: “Ya no les presto atención”.

Fue el padre de Marta quien comenzó a vender pájaros a principios de los 90 para mantener a su familia, recuerda. También le enseñó a ella y a sus seis hermanos que “es mejor ser tu propio jefe”.

“Es un buen negocio”, comentó la mujer.

La familia Zárate tiene tres tiendas en el centro comercial, las cuales deben desocupar a finales de marzo.

“Estamos frustrados y no podemos ver más allá de esto”, dijo Juan Zarate, hermano de Marta.

La familia posee varias otras tiendas en otros centros comerciales y mercados de pulgas en el área de Chicago. La mayoría vende pájaros, pero otros también venden huipiles (blusas de algodón bordadas) y huaraches (sandalias), artículos religiosos y espirituales y más. Toda la familia trabaja junta, dijo.

Pero las tiendas en La Villita son las más rentables porque las personas que visitan el vecindario también hacen una parada en el centro comercial, indicó Juan Zárate.

Los compradores ya entran y saben lo que pueden encontrar allí, por lo que abrir una tienda en otro lugar será un desafío para la familia, dijo.

“Para muchos de nosotros, esto ha sido un sueño”, dijo.

Su padre y su madre también eran comerciantes en México, dijo Juan Zárate. Por ahora, los negocios de la familia Zárate en el centro comercial no tienen un futuro claro.

¿Qué sigue?

El concejal Byron Sigcho-Lopez, (D-25), quien representa a La Villita, ha estado abogando por los vendedores desplazados. Dijo que su oficina ha exigido que la ciudad suspenda todos los permisos y licencias de Novak hasta que la compañía cree una nueva propuesta.

“No hay acuerdo a menos que se incorpore a todos los negocios que están dispuestos a quedarse”, dijo. “De lo contrario, estas mejoras, o inversiones, en el mejor interés de la comunidad simplemente no son el caso cuando estamos desplazando a la mitad de los vendedores de pequeñas empresas en el Discount Mall”.

Según el nuevo contrato de arrendamiento, solo quedará el 60% del espacio del centro comercial. Pero Novak no tendrá voz en cómo Park elige qué vendedores se quedan o si la empresa de arrendamiento trabajará con los vendedores, dijo un portavoz de la compañía.

“Creo que (la plaza renovada) servirá como ancla y catalizador para ese corredor y creo que generará empleos”, dijo Paschen. “Creemos que La Villita merece tener un lugar de primera clase para comprar y eso es lo que planeamos traer”.

Aunque la mayoría de los vendedores y aliados se han pronunciado en contra de los cambios en el vecindario, otros líderes comunitarios dicen que las mejoras a la plaza beneficiarán a la comunidad a largo plazo. Uno de esos líderes es Jaime di Paulo, presidente y director ejecutivo de la Cámara de Comercio Hispana de Illinois, un grupo de defensa líder, y ex director ejecutivo de la Cámara de Comercio de La Villita.

“Las mejoras planeadas para el centro comercial La Villita son testimonio del compromiso de Novak con el área y sus contribuciones al crecimiento de oportunidades comerciales locales”, dijo di Paulo, quien agregó que el centro comercial recientemente mejorado permitirá que los vendedores actuales operen en un hermoso centro comercial, que los visitantes y la comunidad merecen.

Larodriguez@chicagotribune.com

Rrequena@chicagotribune.com

Este texto fue traducido por Leticia Espinosa/TCA