Premio Nobel de la Paz 2023: quién es Narges Mohammadi, la activista iraní que sigue luchando contra el régimen desde la prisión

La activista iraní por los derechos de las mujeres Narges Mohammadi es vista en su casa en Teherán el 4 de septiembre de 2001
La activista iraní por los derechos de las mujeres Narges Mohammadi es vista en su casa en Teherán el 4 de septiembre de 2001 - Créditos: @BEHROUZ MEHRI

OSLO.- La iraní Narges Mohammadi, premiada con el Nobel de la Paz este viernes, es una de las más prominentes activistas contra el régimen teocrático de Irán, que la ha detenido y condenado repetidamente por sus luchas en rechazo del velo obligatorio para las mujeres y a la pena de muerte. La periodista y activista está presa actualmente y enfrenta condenas por más de 30 años.

Mohammadi, periodista e ingeniera de 51 años, lleva pagando muy caro su posicionamiento público desde hace 22 años, cuando fue detenida por primera vez.

En total, fue arrestada 13 veces, y condenada cinco, a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos. Este año se abrieron tres nuevos casos contra ella, que podrían resultar en condenas adicionales.

El premio a Mohammadi llega al calor de un amplio movimiento de protesta en la República Islámica tras la muerte bajo custodia policial hace un año de la joven iraní Mahsa Amini, detenida por presuntamente vulnerar el estricto código de vestimenta para las mujeres.

Tras el anuncio del Nobel, la ONU y el comité de Noruega instaron a Irán a liberar a Mohammadi, encarcelada en la prisión de Evin, en Teherán, donde según Reporteros Sin Fronteras es objeto de “un hostigamiento judicial y policial para silenciarla”.

El 16 de septiembre pasado, ella y otras tres prisioneras quemaron sus velos en el patio de la cárcel, conmemorando el aniversario de la muerte de Mahsa Amini, según su cuenta de Instagram, gestionada por su familia.

Amini, una kurda iraní de 22 años, murió tras ser detenida por vulnerar presuntamente el estricto código de vestimenta para las mujeres, desatando un amplio movimiento de protesta en la República Islámica, uno de los mayores desafíos al régimen en sus más de cuarenta años.

Dos meses antes, Mohammadi publicaba en Instagram un texto contra el velo obligatorio: “En este régimen autoritario, la voz de las mujeres está prohibida, el cabello de las mujeres está prohibido. (...) No aceptaré el hiyab obligatorio”.

Fin del régimen

“Como muchos activistas en prisión, estoy consumida por encontrar una manera de apoyar el movimiento”, dijo este año en una entrevista escrita con The New York Times desde la prisión. “Nosotros, el pueblo de Irán, estamos saliendo de la teocracia de la República Islámica. La transición no será saltar de un punto a otro. Será un proceso largo y difícil, pero la evidencia sugiere que definitivamente sucederá”.

Mohammadi siempre ha tratado la prisión como una plataforma para el activismo. Durante las manifestaciones en Irán en 2022, ella organizó tres protestas y sentadas y pronunció discursos en el patio de la prisión.

“El gobierno no fue capaz de doblegar las protestas del pueblo iraní y creo que la sociedad ha logrado cosas que han debilitado los cimientos del poder religioso-autoritario”, escribió la periodista en otra entrevista, a la agencia AFP.

Manifestantes corean lemas contra el gobierno en una protesta por la muerte de una joven que fue detenida por la policía de moralidad, en Teherán, el 21 de septiembre de 2022
Manifestantes corean lemas contra el gobierno en una protesta por la muerte de una joven que fue detenida por la policía de moralidad, en Teherán, el 21 de septiembre de 2022

Tras señalar que Irán ya había vivido repetidos estallidos de protestas antes de septiembre de 2022, añadió: “Hemos visto ciclos de protestas en los últimos años y esto demuestra el carácter irreversible de la situación”.

Para Mohammadi, tras “44 años de opresión, discriminación y regresión continua del Gobierno hacia las mujeres en la vida pública y personal”, las protestas aceleraron “el proceso de democracia, libertad e igualdad en Irán”.

Las protestas contra la república islámica habrían involucrado, a su juicio, a personas “más allá de las zonas urbanas y clases educadas”, en un momento en que la autoridad religiosa estaba “perdiendo su lugar” en la sociedad. “El debilitamiento del elemento religioso ha creado un vacío que el gobierno no ha podido llenar con otros factores económicos y sociales, ya que el Gobierno es esencialmente ineficaz y corrupto”, subrayó.

Además, criticó duramente la política de los países occidentales hacia Irán porque “no han reconocido a las fuerzas y dirigentes progresistas de Irán y han aplicado políticas encaminadas a perpetuar el sistema religioso-autoritario en Irán”.

Nobel de la Paz 2023

Al anunciar el premio este viernes, Berit Reiss-Andersen, presidenta del Comité Nobel noruego en Oslo, destacó que “su valiente lucha ha tenido un tremendo costo personal” y explicó que la activista fue galardonada “por su combate contra la opresión de las mujeres en Irán y su lucha por promover los derechos humanos y la libertad para todos”.

Es un “momento histórico para lucha por la libertad en Irán”, declaró la familia de la activista al enterarse de la noticia. “Dedicamos este premio a todos los iraníes y, en especial, a las mujeres y niñas iraníes que han inspirado a todo el mundo por su valentía y su lucha por la libertad y la igualdad”, agregó su familia en un mensaje escrito.

La ONU celebró un premio que este año homenajea “el coraje y la determinación de las mujeres iraníes, que son una fuente de inspiración para el mundo enterio” y pidió a Irán que libere a Mohammadi. “El caso de Narges Mohammadi es emblemático de los enormes riesgos que asumen las mujeres para defender los derechos de todos los iraníes. Pedimos su liberación y la de todos los defensores de los derechos humanos encarcelados en Irán”, reaccionó el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

Tortura y aislamiento

Nacida en 1972 en Zanyán, en el noroeste de Irán, Narges Mohammadi estudió Física antes de volverse ingeniera y se inició paralelamente en el periodismo, trabajando para diarios reformistas.

Según una nota de The New York Times, Mohammadi creció en la ciudad central de Zanjan en una familia de clase media. La familia de su madre era política y, después de la revolución islámica de 1979, un tío y dos primos fueron arrestados por su activismo. Allí está el origen nació su propio activismo. La imagen de su madre llenando una cesta con frutas para llevar a la prisión y otra de su madre sentada en el piso cerca del televisor para escuchar los nombres de los prisioneros ejecutados hasta que un día escuchó el de su sobrino despertaron en Mohammadi ganas de luchar cuando apenas tenía 9 años.

En los años 2000 se unió al Centro de Defensores de los Derechos Humanos, fundado por la también Premio Nobel de la Paz iraní Shirin Ebadi y del cual es hoy vicepresidenta, y desde donde entre otras causas por la abolición de la pena de muerte.

“Narges podría haber salido del país pero siempre se negó, (...) se convirtió en la voz de los sin voz. Incluso en prisión, no olvida su deber e informa sobre la situación de los prisioneros”, afirma Reza Moini, activista iraní basado en París que la conoce bien.

En su libro White Torture (Tortura blanca), Mohammadi denuncia las condiciones de vida de las prisioneras, especialmente en aislamiento, abusos que ella misma afirma haber sufrido.

Entre mayo de 2015 y octubre de 2020, fue encarcelada por haber “formado y dirigido un grupo ilegal”, instando a abolir la pena capital, y fue condenada de nuevo en mayo de 2021 a 80 latigazos y 30 meses de detención por “propaganda contra el sistema” y “rebelión” contra la autoridad penitenciaria.

En noviembre de 2021 fue detenida cerca de Teherán, donde asistía a una ceremonia en memoria de un hombre muerto en 2019 durante una manifestación contra el aumento del precio del combustible. Dos meses después, fue condenada a ocho años de prisión y 70 latigazos. Desde entonces, está presa.

“Un dolor insoportable”

Sin embargo, “el precio de la lucha no es solamente la tortura y la cárcel, es un corazón que se desgarra con cada privación, un sufrimiento que penetra hasta la médula”, escribió Mohammadi en una entrevsita a la agencia AFP en septiembre.

Hace más de ocho años que no veo a Kiana y Ali, y hace más de un año y medio que no he escuchado siquiera su voz. Es un dolor insoportable e indescriptible”, lamentó. Sus hijos mellizos, de 17 años, y su esposo, Taghi Rahmani, viven en Francia. Rahmani, de 63 años, también escritor y destacado activista, estuvo preso durante 14 años en Irán.

“En 24 años de matrimonio, hemos tenido solo cinco o seis de vida común”, indicó Rahmani recientemente en una entrevista. Además, dijo que se preocupa por la salud de Mohammadi, quien tiene una dolencia cardíaca. Pero “es la persona más decidida que conozco. Nunca se ha rendido, no pueden romperla”, aseguró.

Por su parte, Mohammadi admitió no tener “prácticamente ninguna perspectiva de libertad”. No obstante, “el pabellón de mujeres de Evin es uno de los pabellones de presas políticas más activos, resistentes y alegres de Irán”, dijo la activista.

“La prisión siempre ha sido el corazón de la oposición y de la resistencia en Irán, y para mí también encarna la esencia de la vida en toda su belleza”, sentenció la ahora Premio Nobel de la Paz.

Agencia AFP