La pregunta clave para detectar “la enfermedad de los enigmas” en alumnas que todos los meses faltan a clase

España se convierte en el primer país de Europa de reconocer las bajas por menstruación. Foto: Canva
España se convierte en el primer país de Europa de reconocer las bajas por menstruación. Foto: Canva

Si una alumna falta repetidamente a clases ciertos días del mes es necesario saber si guarda relación con sus menstruaciones. Si la respuesta es sí, la recomendación es descartar una endometriosis. Esto no solo la librará de períodos dolorosísimos, con vómitos, diarrea, cefaleas intensas, contracciones similares a las de un parto y hasta desmayos, sino que evitará que la enfermedad se extienda y origine uno de sus efectos menos deseados: la infertilidad, ya que es la causa de hasta el 40% de los casos en que las mujeres desean ser madres y no pueden lograrlo.

Eso le ocurrió a Andrea Crichigno, hoy de 50 años. Su diagnóstico de endometriosis demoró siete años y cuando la operaron “tenía un quiste de ovario del tamaño de la cabeza de un bebé, además de lesiones sobre el intestino y el uréter”. Al quitarlas, recuerda, “perdí la funcionalidad de mis trompas y quedé estéril. Hice tratamientos después, pero no logré el embarazo”. Andrea integra el grupo Endohermanas y dice que acompañar a otras mujeres le da sentido a todo lo que le tocó pasar.

Conmoción: murió una docente por hantavirus en Bariloche y aíslan por 40 días a sus contactos estrechos

Pasado mañana, que es el Día Mundial de la Endometriosis, las Endohermanas se reunirán a las 18 en la Floralis Genérica y a las 20.30 en el Obelisco que, otra vez como desde 2019, será iluminado de amarillo para concientizar sobre esta enfermedad que sufre más del 10% de las mujeres argentinas, es decir, aproximadamente un millón.

La endometriosis es un trastorno benigno que produce un crecimiento anormal del endometrio fuera del útero. Esos focos o implantes pueden alojarse en el peritoneo, los ovarios, o más profundamente en la vejiga y el intestino. Muy raramente se han encontrado fuera de la pelvis, como por ejemplo en los pulmones. La enfermedad no tiene cura, pero sí tratamientos que pueden ayudar a llevarla mejor. No siempre es fácil acceder a ellos, porque a menudo pasan entre ocho y doce años hasta el diagnóstico.

“La endometriosis es también llamada ‘enfermedad de los enigmas’ –dice Antonio Martínez, que dirige el Instituto de Medicina Reproductiva de Mendoza–. En algunas mujeres hay un escurrimiento del fluido menstrual hacia la cavidad abdominal, que se implanta y reproduce y va generando sangrado mensual”.

Javier del Longo, presidente de la Sociedad Argentina de Endometriosis (SAE), agrega que es una enfermedad “crónica, recidivante, benigna, que responde al estímulo hormonal y que se reduce a la mínima expresión en la menopausia”. El médico, que nació y ejerce en Posadas, Misiones, añade que las células que crecen anormalmente fuera del endometrio tienen una falla estructural que evita su apoptosis: es decir, deberían “morir”, pero no lo hacen.

Cuando aparece temprano

La mayoría de las mujeres con endometriosis han visto minimizados sus síntomas, con frases como “Ya se te va a pasar”, “Es psicológico”, “Si tenés un hijo se soluciona…”

“Si la menstruación duele al punto de no poder realizar las actividades cotidianas, ese dolor no es normal y hay que darle importancia –advierte Inés Barañao, bióloga, directora de docencia e investigación de la SAE, investigadora del Conicet y directora del Laboratorio de Inmunología de la Reproducción del Instituto de Biología y Medicina Experimental–. Puede aparecer desde el inicio de los períodos, por eso hacemos hincapié en que se incluya como contenido de la Educación Sexual Integral (ESI) para que padres y docentes puedan identificar si alguna alumna falta todos los meses a clase”.

En esos casos, explica la bióloga, se debería consultar con un ginecólogo o ginecóloga que conozca la enfermedad. “La SAE tiene un mapa federal de especialistas. Muchos atienden en hospitales públicos y tienen cobertura de obras sociales y prepagas. Hace pocos días tuvimos una reunión en el Ministerio de Salud para armar una guía para el diagnóstico y tratamiento. Es fundamental detectar la enfermedad tempranamente y ofrecer una terapéutica adecuada”, sostiene.

Del Longo agrega que en el 40% de los casos las mujeres diagnosticadas con endometriosis en la adultez habían padecido fuertes dolores antes de los 15 años y el 70%, antes de los 19. “Es importante que los docentes sepan que el período menstrual no debe doler –enfatiza–. Puede haber molestias, pero no dolor que justifique la ausencia a clase”.

Antonio Martínez, que es miembro de la Sociedad Mundial de la Endometriosis, afirma que la enfermedad está aumentando. “Nuestras abuelas tenían la menarca a los 14, más tarde que ahora –dice–. Se casaban jóvenes y quedaban embarazadas, después tenían lactancia exclusiva y eso generaba más de un año sin menstruar. Y después empezaban a ovular y venía el segundo embarazo. Es decir: entre la menarca y la menopausia tenían menos menstruaciones. Ahora las mujeres buscan un hijo desde los 35 y más: llevan 20 años menstruando todos los meses y eso aumenta el riesgo. Otra causa son los contaminantes en el agua, el aire, las comidas”.

Con un buen tratamiento se mejora la calidad de vida del 80% de las pacientes con endometriosis
Con un buen tratamiento se mejora la calidad de vida del 80% de las pacientes con endometriosis

Barañao coincide respecto de la mayor frecuencia de endometriosis en zonas urbanas, vinculada al estrés y la contaminación. Pero considera que la enfermedad no aumentó, sino los diagnósticos y, como las mujeres retrasan la maternidad, es más sintomática y genera más infertilidad.

Tratamientos para todas

Hasta hace algunos años, la endometriosis se diagnosticaba por laparoscopía, una intervención de mínimas incisiones. Hoy, el diagnóstico es clínico.

“La primera línea de tratamientos son fármacos para aliviar el dolor y la inflamación, y luego el manejo hormonal de los ciclos con anticonceptivos para evitar la menstruación o que la menstruación sea menor. Los anticonceptivos son de baja dosis y se pueden dar en forma continua. Hay otras alternativas más agresivas, como inyecciones que causan un estado de menopausia, para casos más severos. Una clave es contar con centros especializados en endometriosis con ginecólogos, cirujanos, enfermeras, psicólogos, especialistas en diagnósticos por imágenes”, puntualiza Martínez.

Barañao suma que actualmente suele preferirse la indicación de anticonceptivos que solo contienen progestágenos, que son las hormonas que se producen durante el embarazo y mantienen a raya a los estrógenos, que exacerban la inflamación. “Pero estos anticonceptivos son caros y los sistemas de reintegros no los reconocen –aclara–, como tampoco las inyecciones que se reservan para cuadros más severos”.

La bióloga añade que se pide una ley nacional para la cobertura integral del diagnóstico y el tratamiento. “Hay leyes en la ciudad de Buenos Aires, Mendoza, Chubut, Corrientes y Tucumán, pero no están reglamentadas”, dice. Pasado mañana, a las 17, las Pacientes Argentinas con Endometriosis (PAE) se reunirán frente al Congreso para reclamar por esa ley.

Del Longo, que es cirujano del Sanatorio Boratti de Posadas, afirma que con un buen tratamiento se mejora la calidad de vida del 80% de las pacientes. Pero, junto con la medicación, es importante una dieta hipoestrogénica: pescado azul, aceite de oliva y de semillas; frutos del bosque, nueces y maníes; vegetales (perejil, ajo, cebolla, brócoli, pimientos, remolacha), frutas (manzana, naranja, uvas rojas), legumbres, hierbas aromáticas y especias (jengibre, clavo, canela, cúrcuma). El alcohol, las harinas refinadas, los mariscos, los quesos, la clara de huevo y los embutidos, en cambio, no ayudan.

La hora de la laparoscopía

Victorio Viglierchio, cirujano robótico del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano de Buenos Aires, explica que se puede llegar a un diagnóstico presuntivo con una ecografía o una resonancia magnética realizadas por un profesional entrenado para detectar la enfermedad. “La cirugía está indicada en pacientes que no responden al tratamiento médico, que son entre un 25% y 30% –detalla–. También, en algunas pacientes que no pueden quedar embarazadas y desean un hijo”.

El cirujano añade que la laparoscopía tiene dos objetivos: mejorar la calidad de vida y tratar la infertilidad. “Es una cirugía muy difícil: se van sacando focos y los resultados dependen de la habilidad del profesional. Si la paciente vuelve a los tres meses, ¿es residual o persistente? ¿Volvió a crecer o te la dejaron cuando te operaron? Si las cirugías se repiten, lo más probable es que estén mal hechas. Si se opera bien y se continúa con el tratamiento, la enfermedad no debería volver”.

Martínez advierte también sobre la repetición de las laparoscopías. “Con una debería ser suficiente, una segunda sería sólo ocasional –asevera–. Muchas veces se termina sacando tejido que no es necesario extraer, como parte de los ovarios, con consecuencias innecesarias para la vida reproductiva”.

Viglierchio concluye: “Hay que educar a la población, a los maestros, a los ginecólogos. La mayoría de los médicos la desconocen, los que hacen imágenes también. El embarazo y la lactancia, efectivamente, protegen de la endometriosis porque no se menstrúa. Pero tener un hijo no puede ser nunca una indicación terapéutica”.