¿Por qué los huevos tienen forma de huevos, y sin embargo no hay dos huevos iguales?

El gráfico que enfrenta la asimetría con la elipticidad (o achatamiento) de los huevos. Crédito: L. Mahadevan/Museum of Vertebrate Zoology, Berkeley
El gráfico que enfrenta la asimetría con la elipticidad (o achatamiento) de los huevos. Crédito: L. Mahadevan/Museum of Vertebrate Zoology, Berkeley

Los huevos tienen forma ovoide, es decir, de huevo. La frase leída así puede parecer bastante ridícula. Pero sólo porque pensamos en los huevos de aves, y no en los de otros animales como peces o anfibios, o incluso insectos. La pregunta que se llevan haciendo los científicos desde hace décadas es por qué los huevos de las aves tienen la forma que tienen, y un artículo reciente da una respuesta.

De hecho, da dos respuestas. Una a la pregunta de por qué las puestas de los pájaros son ovoides. La segunda explica por qué, aunque la forma general del huevo es la misma, hay una enorme diversidad. Algunos huevos son más redondeados, otros más elípticos e incluso los hay con formas cónicas en sus extremos. Y todo esto tiene una causa.

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El vuelo es lo que obliga a los huevos a tener la forma que tienen. La capacidad de volar hace que los huevos adopten una determinada forma, y por dos motivos simples: el embrión necesita tener una forma determinada para desarrollar las estructuras responsables del vuelo, y las madres deben modificar también sus oviductos para permitir el vuelo.

Para entender de qué estamos hablando, hay que explicar los análisis que han realizado los investigadores. Los resultados se han obtenido después de estudiar variables matemáticas, físicas y biológicas de 1.400 especies distintas de 35 órdenes distintos.

Una vez que se ha medido lo necesario, el primer paso consiste en ver qué similitudes hay. Lo que encontraron los investigadores es que algunas formas solapaban, pero que, en general, se extendían por un rango bastante amplio.

Y que este rango venía determinado por la membrana del huevo, y no por el cascarón. Lo explican de una manera muy sencilla: si se disuelve la cáscara de un huevo – por ejemplo, sumergiéndolo en vinagre durante un tiempo suficiente – el huevo no pierde la forma. Porque la forma se la da la membrana, y ésta depende tanto del embrión como de los conductos en los que se forma, los oviductos maternos.

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Esta diferencia es importante. Principalmente, porque descarta que los huevos tengan una forma u otra en función de la alimentación. La cantidad de cáscara viene determinada por la cantidad de calcio disponible. Y como la forma del huevo no depende de la cáscara, tampoco depende de la cantidad de calcio de la dieta. El motivo debe ser otro.

El siguiente paso fue comprobar si la forma de los huevos depende de cuestiones biológicas. Por ejemplo, del número de huevos en la puesta o tamaño del nido. Si hay muchos huevos por puesta en un nido pequeño, estos deberían tener una forma que permita “empaquetarlos” de manera eficiente, por poner sólo un ejemplo. Lo interesante es que tampoco había una correlación. Es decir, que estos factores no explicaban las diferencias.

Lo que sí que lo hace es la capacidad de vuelo. Los pájaros que necesitan mantener una forma más aerodinámica por su estilo de vida tienden a poner huevos más asimétricos y elípticos. En cambio aquellos con formas más rotundas, como cárabos o autillos, ponen huevos más redondeados. Y es tanto la forma de la madre – que impone la forma del oviducto – como la del embrión la que determina la forma del huevo.