¿Por qué la crueldad de algunas mujeres con Laura Escanes?

Subí en el ascensor del hospital con mi hija en el carrito. A pesar de tener ya 38 años era madre primeriza. Laia tenía poco más de una semana. Era uno de esos días de septiembre especialmente cálidos, como si aún fuera verano. Dormía plácidamente, vestida con un pijamita de algodón y cubierta con una sábana fina.

Presioné el botón de la planta de ginecología. Iba a una revisión post parto. El ascensor estaba lleno. Una de las mujeres miró a mi hija y me miró con complacencia. "Deberías abrigarla un poco más". Yo no la conocía de nada. Ella no me conocía de nada. Y se atrevió no sólo a juzgarme sino a reprenderme delante de todas las personas que seguíamos encerrados en un ascensor tremendamente lento.

No le contesté. Su comentario me pilló tan fuera de juego que no sabía si indignarme o sentirme mala madre.

"¿Cuánto tiempo tiene? —me preguntó—. No puedes vestirla como vas tú, tienes que abrigarla más".

Yo iba con un vestido de tirantes corto. En lo único que mi estilismo se parecía al de mi hija era en el pañal. Ella llevaba la talla de recién nacido. Yo la de parturienta que aún sangra a borbotones.

Sería precioso decir que le contesté algo tan inspirador como "ocúpese de cuidar a los suyos y déjeme a mí al cuidado de mi hija". Pero no. Pudieron las dudas. ¿Lo estaré haciendo mal?

Las redes sociales son como ese ascensor, y están llenas de personas que se creen con el derecho a juzgar cómo las madres crían a sus hijos y a reprenderlas e insultarlas en público sino siguen la senda del que consideran es el manual con la la verdad verdadera para la crianza. A través de las aplicaciones, las madres reciben decenas o incluso cientos de mensajes al día. Laura Escanes ha querido mostrar uno de ellos para hacer público el acoso cainita que está sufriendo. Hace unos días fue a un concierto, y una señora le escribió esta idiotez.

Laura Escanes atendiendo a la prensa. Foto: Borja B. Hojas/Getty Images.
Laura Escanes atendiendo a la prensa. Foto: Borja B. Hojas/Getty Images.

- "Me encanta cómo cuidas a tu hija. Con razón te separaste, hija, ahora se ve quién realmente eres no la mosquita muerta que aparentabas ser".

Nunca contestes a un troll. Pero, a veces, no se puede evitar.

- "Hola, María. Tiene un padre también. Y derecho a estar con él. Ahórrate esas palabras, anda", le ha contestado Laura.

Nunca contestes a un troll, porque el troll sentirá que tiene razón y poder. Bajar al barro con un idiota sólo te llena de barro. Atentos a la respuesta de la señora.

- "El padre también tendrá una vida, digo yo, no?".

Se comenta solo. Déjale espacio a un idiota para que hable y le saldrá la ignorancia por las orejas. El padre, Risto Mejide, tiene una vida que puede realizar da igual quién esté a su cargo. Tiene el derecho a viajar, a trabajar, a ausentarse de casa, a dejar a sus hijos con una canguro... La madre, no. La madre tiene que ser una mujer sonriente y abnegada que sacrifique su vida por el bien de su descendencia.

Tristemente, casi siempre son mujeres las que participan en estos linchamientos. Las imagino con una vida triste y amargada, arrepentidas de un montón de decisiones vitales que han tomado, vigilando a las demás mujeres como el vecino que no tolera que alguien del edificio abra la ventana un poco más de lo permitido, aunque él desde su casa ni siquiera la vea. En su amargura no soporta que los demás sean felices.

No hay mujer a la que no la hayan llamado malamadre alguna vez. Y seguro que muchas menos veces de la que ella misma se ha sentido así. La maternidad te ahoga el corazón en culpa y miedo.

En casi todas las entrevistas que me han hecho desde que soy madre me han preguntado cómo compagino la vida laboral y la familiar. Cómo cuido a las niñas. Quién se queda con ellas cuando viajo o trabajo en programas con horarios extraños. Si me echan de menos. Si lo llevo bien o mal. Si me arrepiento de la parte personal que sacrifico por mi trabajo. Si ellas me piden explicaciones.

¿Adivináis cuántos de mis compañeros han recibido la misma pregunta? Exacto. Uno o ninguno.

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